lunes, 23 de septiembre de 2013

septiembre 23, 2013
NAIROBI, Kenia, 23 de septiembre.- Nahashon Mwangi se encontraba trabajando cuando recibió una llamada desesperada de su hijo, atrapado durante unas interminables horas en el centro comercial de Nairobi atacado por un comando islamista. "Papá, me han disparado en el cuello y en la mano. Me desangró. ¡Ven a ayudarme!", le ruega el joven de 21 años al otro lado del teléfono. Mwangi saltó inmediatamente a su coche y condujo hasta el centro comercial Westgate, escenario del asalto.

Al verse atrapado entre el tráfico, llamó a su hijo, que le dio la verdadera dimensión del drama: "No me llames más. Sólo quiero que me saques de aquí. Si me oyen hablar, me van a matar". "Me llevó una hora llegar hasta allí", recuerda el progenitor. "Pero la policía había acordonado la zona. Lloré y supliqué para que salvaran a mi hijo. Grité y lloré como un niño, pero no me dejaron pasar".


Acontecimientos dramáticos: en el centro comercial Westgate, tomado por los islamistas, a mediodía hubo varias explosiones sucesivas. Poco después, un denso humo negro se levantó. Tampoco las circunstancias exactas están claras. (AP)

Cinco largas horas más tarde, el hijo de Mwangi fue finalmente localizado, trasladado al Hospital Universitario Aga Khan y sometido a una intervención de emergencia. El padre "reza por su recuperación" mientras, se pregunta: "¿Por qué estas personas han hecho esto?".


Zipporah Wanjiru, trabajadora del Westgate, también logró salir con vida, aunque se encuentra en estado de shock. "Hablaban un idioma que no entendía", ha declarado sobre los atacantes. "No les entendía, pero sus voces eran aterradoras". Decidió esconderse debajo de una mesa con cinco de sus compañeras. "Disparaban hacia todas partes, era como una película, veíamos a la gente acribillada por las balas", acierta a decir entre sollozos.

Para Tito Alede, otro de los clientes que ha conseguido escapar de la tragedia, califica su salida de "milagro de Dios". Por su parte, Cecilia reconoce que ha pasado la noche escondida bajo un coche en el aparcamiento subterráneo del centro comercial, con frío y miedo a la muerte, antes de ser rescatada por los soldados. Cuenta que cuando llegaron los atacantes empezaron "a correr para huir, pero comenzaron a disparar. Había un hombre joven con un fusil que no cesaba de tirar. Varias personas resultaron heridas, algunas murieron. Entonces corrí al sótano y me metí debajo de un coche".

Otro testimonio es el del ciudadano indio Setpal Singh. Se encontraba en el interior del centro comercial y ha denunciado que la Policía no ayudó a los ciudadanos cuando comenzó el asalto, sino que tuvieron que organizarse entre ellos para tratar de escapar.

Singh ha dado a conocer estos hechos durante la rueda de prensa que ha ofrecido el ex primer ministro keniano Raila Odinga, que ha zanjado su reclamación asegurando que no era el momento de hablar de este asunto.

"Cuando le dije a un policía que me acompañara para ayudarme e intentar rescatar a la gente que había atrapada en un piso inferior, me dijo que no tenía arma", ha recriminado este ciudadano.

Según ha relatado, cuando comenzó el asalto se encontraba en la planta baja del centro comercial e intentó escapar junto a otro grupo de personas por el sótano, pero allí también había miembros del grupo islamista disparando, por lo que regresaron a la planta baja.

Huyendo otra vez de los disparos, lograron refugiarse en las salas de cine que hay en la planta superior, donde unos trabajadores les ayudaron a escapar por la salida de emergencia.

Singh asegura que cuando salieron del centro comercial tampoco había policías para ayudarles, solo voluntarios, que fueron quienes realmente les atendieron y les condujeron hacia un lugar seguro. "Ha sido la sociedad civil la que se ha ayudado entre sí, no la Policía", ha reiterado.

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