Durante toda su larga carrera profesional, el Dr. Tappan fue el más encarnizado enemigo de la Homeopatía. Cuando lo llamaban a ver un enfermo y le decían que lo habían estado tratando por el sistema de Hanneman, pedía el pomo de los globulitos y aunque fueran de
Arsenicum album, de
Lachesis o de
Vipera torva, se los echaba en la palma de la mano y se los tragaba diciendo: "Azúcar, señora, azúcar".