Cuando aún el céntrico mercado "García Rejón" era suficiente para las necesidades de Mérida, un viejo Gorocica estableció en el interior de él el comercio más sencillo que imaginarse puede.
Constaba el establecimiento de una mesa de pino sin pintar, cuatro vasos de vidrio corriente y dos cubos de agua.
Se llamaba "El Manantial" y la mercancía se anunciaba en la siguiente inspirada estrofa, obra del propietario:
"Seres humanos que a la luz del díaeste mercado visitáis de paso,aquí hallaréis agua fríade lluvia a centavo el vaso."