Eduardo Ibarra Aguirre / Utopía 1331 / 25-XI-13
Mientras el vicepresidente del Senado, Luis Sánchez Jiménez, denuncia la intención de la bancada del Revolucionario Institucional, conjuntamente con algunos panistas de “dar un madruguete guadalupano y dos días antes de que concluya el periodo ordinario, aprobar fast track la reforma energética”; en el gobierno federal por primera vez se dice que “no le teme a una eventual consulta popular sobre la reforma energética”.
Muy oportuna la definición de Pedro Joaquín Coldwell que, se da por obvio, no la emite a título personal, pues a nadie le interesa, sino a nombre del gobierno. Y la razón por la que el presunto socio de gasolineras no guarda temor a la realización de la consulta es porque “le corresponde al Instituto Federal Electoral verificar si las firmas son auténticas”.
Puede colegirse que al otrora gobernador de Quintana Roo y presidente del PRI en sustitución del ícono de la corrupción y la opacidad en Coahuila, Humberto Moreira, le importa poco que las encuestas realizadas no favorecen a la iniciativa de ley para abrir todavía más el sector energético, aún nacional pero saturado de ineficiencias y corruptelas, a las trasnacionales que dominan en la aldea global. Lo mismo pasa en la CFE, “La empresa de clase mundial” en el sexenio de Felipe Calderón para extinguir a Luz y Fuerza del Centro con el uso de la Policía Federal y el Ejército.