Eduardo Ibarra Aguirre / Utopía 1289 / 14-VIII-13
Por fin el titular del Ejecutivo federal presentó su iniciativa de ley energética, por la vía de la Cámara de Senadores, en una ceremonia efectuada en el salón Adolfo López Mateos de Los Pinos, y donde “más que una presentación parecía una fiesta nacional” por una “reforma cardenista”, si nos atenemos a la visión más oficialista desde el periodismo de opinión.
Los rostros del presentador del proyecto de ley, el empresario de la gasolina que hoy ejerce como alarmista secretario de Energía y antes como presidente del Revolucionario, y el líder del sindicato petrolero colocado en primera fila, un ícono de la corrupción, eran de incontenible alegría, tanta como si la propuesta legislativa estuviera siendo aprobada y casi todos sabemos, en primer lugar los gobernantes, que los meses que restan se avizoran como de tensión social y política, no tanto en San Lázaro y Reforma e Insurgentes, como en las plazas, calles y carreteras, pues todas las encuestas confirman que sólo las minorías respaldan una apertura mayor de Petróleos Mexicanos (16 por ciento) y la Comisión Federal de Electricidad (18 por ciento) a la inversión privada nacional y extranjera.
El festinado anuncio y la ofensiva propagandística que lo acompaña desde ayer, no provocaron las reacciones que desde las oficinas de la Presidencia y de Hacienda esperaban. La Bolsa Mexicana de Valores cayó 1.23 por ciento y la paridad cambiaria retrocedió 10 centavos en operaciones al menudeo y cerró en 12.90 pesos por dólar. Y los diarios más influyentes de Estados Unidos, ésos que sí importan y mucho al gobierno federal, tomaron con frialdad el anuncio de Enrique Peña y alguno hasta se dio margen para denominar light a la iniciativa de ley, en tanto que El País, de Madrid, criticó el envoltorio cardenista de la propuesta energética gubernamental.