martes, 14 de julio de 2020

julio 14, 2020
MOSCÚ, Rusia, 14 de julio de 2020.- El presidente Vladímir Putin tiene en su familia representantes de distintas profesiones, pero el único metido en política era solo él. Así ha sido hasta hace unos días, cuando su sobrino segundo, Román Putin, un empresario de escaso renombre, irrumpió en el Olimpo político de Rusia. Y es que, durante un misterioso congreso celebrado el pasado día 5 en Moscú, fue elegido líder de la desconocida hasta ahora formación «El Pueblo contra la Corrupción».

La frase que da nombre a este extraño partido resulta sarcástica viniendo de alguien que la gente en el país percibe como integrado, si no en los círculos de poder, sí al menos en la élite opulenta, que lo ha sido gracias al nepotismo y a los turbios manejos con los que se llevó a cabo la privatización de la propiedad estatal tras la desintegración de la Unión Soviética.

Román Putin. (The Moscow Times)


La década de los 90, cuando algunos de los magnates vinculados a Putin y su familia amasaron su fortuna, se llama en Rusia los «años del plomo» por la cantidad de asesinatos y ajustes de cuentas perpetrados por las mafias. De hecho, según sostiene el periodista, Serguéi Kánev, «en el partido del sobrino de Putin hay personas vinculadas al mundo del crimen (...) según figura en la base de datos del Ministerio del Interior» ruso.


Partido sombrío

«El Pueblo contra la Corrupción» fue fundado en 2013 por un tal Grigori Anísimov, que ha figurado como su presidente hasta la proclamación de Román Putin como nuevo líder. El partido, según constata la prensa rusa, apenas ha tenido actividad en los últimos años ni tiene diputados en el Parlamento federal ni en ninguna asamblea local.

Tras una comprobación efectuada por el Ministerio de Justicia en 2018, se descubrió que la formación tenía sus cuentas bancarias con saldo negativo y las oficinas en 12 regiones de Rusia existían sólo en los papeles. La sanción consistió en la suspensión de toda actividad, ya de por sí muy mermada, durante dos meses. El pasado mes de junio, cuando Román se afilió al partido, todo cambió. Se formaron coaliciones con varios grupos políticos residuales, se inició una importante campaña de publicidad y se puso en orden la página web.

En una entrevista concedida en marzo al diario ruso Kommersant, el sobrino de Putin, que también fue agente de los servicios secretos, dijo que «nuestro país necesita un líder fuerte, más aún cuando estamos en medio de una crisis global. No hay alternativa a Vladímir Putin». Aseguró que se proponía abordar con el Kremlin el papel del que en julio sería su partido, pero señaló que, de momento, utilizaría solamente fondos propios y de algunos de sus socios. Explicó que el ideario de la formación es conservador y entre sus principales tareas figuran «la defensa de los empresarios, la lucha contra la corrupción y acabar con los monopolios».

El día del congreso, Anísimov hizo público un comunicado afirmando que «con el nombramiento al frente del partido de un emprendedor exitoso, de una figura pública reconocida en el ámbito de la política, nuestra formación logrará un nuevo impulso en el desarrollo de sus actividades anticorrupción y en la implementación de proyectos sociales».

Todo queda en familia

Román Putin, hijo de Ígor Putin, primo del presidente ruso, ha sido consejero de seguridad del alcalde de la ciudad de Riazán, director de una empresa llamada Putin Consulting Ltd, que asesora a gobernadores y grandes grupos financieros e industriales, y jefe de la junta directiva de la Fundación Académica Rusa de Investigación Básica, estructura organizadora del Concurso Internacional de Pianistas Rajmáninov y de otros proyectos de cooperación con el extranjero en el ámbito educativo. En la alocución pronunciada ante el puñado de delegados que acudieron al congreso dijo que sus prioridades más inmediatas ahora son las elecciones regionales en septiembre y las legislativas de 2021.

Preguntado sobre si cree que Román Putin podría suceder a su tío y ocupar el cargo de presidente en algún momento, el politólogo y director del Instituto de Problemas de la Globalización, Mijaíl Deliaguin, estima que «algo tan descabellado no merece ni un solo comentario». Su colega, el también politólogo, Pável Salin, califica de «cortina de humo» las especulaciones sobre el futuro del sobrino de Putin mientras que el analista Alexánder Pozhálov cree que la operación lanzada por el familiar de Putin «puede terminar incluso perjudicando la imagen del jefe del Estado».

Ígor Putin, padre de Román, fue vicepresidente del Master Bank y ahora conserva un puesto en el Consejo de Dirección de la entidad financiera. Pero el jefe del Kremlin tiene más sobrinos segundos, Mijaíl Putin y Mijaíl Shelómov, el primero es, desde 2018, vicepresidente del gigante energético ruso Gazprom, primer productor mundial de gas natural. Mijaíl es hijo de Evgueni Putin, primo hermano del máximo dirigente ruso. En cuanto a Shelómov, es dueño de la corporación Aktsept, que incluye el banco del mismo nombre y empresas como Platinum y la división inmobiliaria de Sogaz, compañía de seguros de la que Gazprom es uno de sus principales clientes. Así que todo queda en familia. Y eso sin hablar, porque se sabe muy poco, de las dos hijas del presidente Putin, de su exesposa, de su nieto y nieta, de su supuesto hijo con la gimnasta Alina Kabáyeva y de otros muchos parientes. (Rafael M. Mañueco / ABC)

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