lunes, 22 de junio de 2020

junio 22, 2020
TULSA, Oklahoma, 22 de junio de 2020.- Al filo de las ocho de la tarde del sábado ya quedaba claro que por primera vez en mucho tiempo, un mitin de Donald Trump había resultado un fracaso. Así que el director de campaña, Brad Parscale, dio la orden de desmontar un escenario en la calle con una gigantesca bandera de barras y estrellas donde el presidente iba a dirigirse a los miles de partidarios que se iban a quedar sin poder entrar al estadio, cuyo aforo máximo era de 19.000 personas. En esa calle había apenas 100 personas, y no las decenas de miles esperadas. Momentos después Trump subió el escenario de dentro, en el estadio Box de Tulsa, en Oklahoma, y volvió a arengar a los suyos por primera vez en casi cuatro meses.

Trump se ha jactado siempre de que nunca ha dado un mitin ante sillas vacías. Ya no lo puede decir. Durante su discurso del sábado por la noche, al presidente le rodeaban filas y filas de asientos azules, que para más inri es el color del Partido Demócrata en EE.UU. Las cadenas de televisión mostraban enormes huecos en el suelo, ante el estrado, y en el gallinero. Solo unas horas antes, él y Parscale se congratulaban de que habían dado más de un millón de entradas para el mitin, y montaron un escenario en la calle para que las masas pudieran ver al presidente aunque fuera solo unos momentos. Se habían puesto el listón muy alto. Demasiado.

El ataque de los troles

Las razones de este insólito fracaso de Trump son variadas, incluida la aprensión de los votantes ante el posible contagio de coronavirus, pero hay una más poderosa que las demás: un ejército digital de adolescentes, fanáticos del pop coreano y demócratas se alió para gastarle una broma antológica al presidente. Según han revelado después en plataformas como TikTok o Twitter varios de esos troles (como se les conoce en jerga de internet), estuvieron solicitando y recibiendo miles de entradas que no pensaban utilizar, para humillar al presidente. La campaña de Trump se tragó el anzuelo, aunque el martes pasado varios medios como CNN ya habían publicado titulares como este: «Los usuarios de TikTok están tratando de engañar a la campaña de Trump reservando entradas para el mitin de Tulsa que no utilizarán». Tras este iniciativa había jóvenes activos en la protesta racial y grupos de fanáticos del pop coreano, duchos en redes sociales, con bastante tiempo libre entre sus manos y ganas de dejar en ridículo al inquilino de la Casa Blanca. Hasta la diputada neoyorquina y musa de la nueva izquierda Alexandria Ocasio-Cortez se burló de Trump en Twitter: «Los adolescentes de TikTok inundaron la campaña de Trump con reservas de entrada falsas y los engañaron para que pensaran que un millón de personas querían acudir a su monólogo supremacista».

Un espectador enmedio de butacas vacías.


Durante su discurso, como es habitual, Trump hizo algunas declaraciones polémicas. Sobre la pandemia de coronavirus dijo que los tests de diagnóstico «son un arma de doble filo» y afirmó que había pedido a sus asesores en la Casa Blanca que «hicieran menos pruebas», para bajar los números. Luego, su equipo dijo que esas declaraciones fueron en tono jocoso, y no deben tomarse en serio. En su alocución, se burló de China, país donde empezó la pandemia, llamando al virus «kung flu» («flu» significa «gripe» en inglés).


Ni él ni los miembros de su equipo, incluido el vicepresidente, Mike Pence, llevaban máscaras para prevenir el contagio. La única distancia de seguridad que mantenían los asistentes al mitin era la de quienes estaban en las muchas gradas superiores vacías. En los asientos más cercanos al escenario, estaban codo con codo. Horas antes de que comenzara el acto de campaña, seis miembros del equipo de campaña de Trump en Oklahoma dieron positivo en la prueba de coronavirus. Un juez había rechazado antes anular el mitin, pese a los temores de que se convierta en un foco de contagios en Tulsa, una ciudad de 400.000 habitantes.

Balones fuera

El mitin ha estado cargado de polémica porque en un principio se había agendado el viernes, día en que se celebra anualmente el final de la esclavitud en EE.UU. Tulsa fue además escenario del peor linchamiento masivo de personas negras, en 1921. El jefe de campaña de Trump quiso aprovechar esa polémica para echar balones fuera y no asumir responsabilidades. Cuando ya era evidente que el mitin no tendría tanto público como la campaña de Trump esperaba, Parscale, culpó en Twitter a los críticos del presidente de infundir miedo. «Manifestantes radicales, alentados por una semana de cobertura mediática apocalíptica, han interferido con los partidarios de Donald Trump en este mitin», dijo.

Señal de su soberano enfado, Trump no dijo nada en Twitter tras el mitin. La mañana del domingo, día del Padre en EE.UU., se fue a jugar a uno de sus campos de golf en Virginia, alargando aun más ese tenso silencio. (David Alandete/ ABC)

0 comentarios:

Publicar un comentario