viernes, 26 de junio de 2020

junio 26, 2020
Por Luis Antonio Boffil Gómez

DÍAAAS! ¡RÍAAAN!

¿TE ACUERDAS, CARIÑO?
Una mujer se despierta a las 4 de la mañana y se da cuenta de que su marido no está con ella en la cama. Va hasta la cocina y lo encuentra sentado en silencio, a oscuras, tomando una taza de café.
Enciende la luz y ve como el marido se quita una lágrima del ojo mientras sigue bebiendo en silencio.
- ¿Qué te pasa querido? ¿Qué haces aquí solo a estas horas de la noche?
El, girando para mirarla, dice:
- ¿Te acuerdas hace 20 años, cuando comenzamos a salir juntos, que tú tenías 16 años y yo 20?
- Claro que me acuerdo.
- ¿Y te acuerdas cuando tu padre nos encontró... en el asiento de atrás de mi coche?
- Sí que me acuerdo, responde ella tiernamente acercándose a él.
- ¿Y recuerdas que tu padre me puso la escopeta en el pecho y me dijo que debía casarme contigo o me denunciaba y me pasaría 20 años en la cárcel?
- ¡Claro cariño, también me acuerdo, papá siempre tan furioso con mis novios! ¿Pero a qué viene eso?
Mientras se quita otra lágrima que le corre por su mejilla y con la voz quebrándose en un lastimero llanto, él responde:
- Pues bien... hoy... precisamente el día de hoy... ¡¡ESTARÍA SALIENDO DE LA CÁRCEL Y SERÍA LIBRE!!

BATALLITAS DEL JUBILADO…
Un jubilado comenta:
La gente que todavía trabaja me pregunta a menudo que qué hago diariamente, ahora que estoy retirado...
Pues bien, por ejemplo, el otro día fui al centro y entré a Correos a recoger un paquete que me había llegado, sin tardar en la gestión ni cinco minutos.
Cuando salí y llegué al coche que estaba en la puerta, un Policía Local estaba rellenando una multa por estacionamiento prohibido.
Rápidamente me acerqué a él y le dije:
- ¡Vaya hombre, no he tardado ni cinco minutos...! Dios le recompensaría si hiciera un pequeño gesto para con los jubilados...
Me ignoró olímpicamente y continuó llenando la infracción.
La verdad es que me pasé un poco y le dije que no tenía vergüenza. Me miró fríamente y empezó a llenar otra infracción alegando que, además, el vehículo no traía yo no sé qué calcomanía de la ITV. Entonces levanté la voz para decirle que me había percatado de que estaba tratando con un capullo, y que cómo le habían dejado entrar en la Policía...
Él acabó con la segunda infracción, la colocó debajo del limpiaparabrisas y empezó con una tercera.
No me achiqué y estuve así durante unos 20 minutos llamándole de todo.
Él, a cada insulto, respondía con una nueva infracción. Con cada infracción que llenaba, se le dibujaba una sonrisa que reflejaba la satisfacción de la venganza...
Después de la enésima infracción... le dije:
- Lo siento. Lo tengo que dejar, porque... ¡Ahí viene mi autobús!
Y es que desde mi jubilación, ensayo cada día cómo divertirme un poco. Es importante hacer algo a mi edad, para no aburrirme.



LAS JALADAS MALANDRAS DE ESPECTRÍN GÓMEZ


Nadie ayudó a la joven; ¿y la solidaridad yuca?

SEYÉ.- Una joven que llegó a Seyé a vender focos led, el martes pasado, junto con varios compañeros, sufrió de gruesos dolores en calles de esta localidad ante la preocupación de vecinos… ¡sí, pero por temor a que la damita tuviera Coronavirus y ellos se pudiera contagiar!
La joven -no identificada- caminaba sobre la calle 32 entre 29 y 27 del centro de la población cuando de repente comenzó a reportar un fuerte dolor que la tumbó en el piso donde permaneció durante más de 40 minutos sin que nadie le prestara ayuda.
Un vecino del predio, en cuya escarpa se recostó la joven, acudió al palacio municipal a reportar la situación pero luego de casi una hora nadie llegó al lugar, a pesar de que otros vecinos llamaron al 911 donde les dijeron que su reporte se canalizó a la policía del municipio.
Por su propio pie, la joven se levantó, auxiliada por sus compañeros, y tomó un transporte a la ciudad de Mérida para que sea atendida.
Fue hasta después que la joven se había ido cuando pasó por el lugar la patrulla 290 de la policía municipal, cuyos ocupantes le hicieron preguntas a los compañeros de la joven. Y tan, tan.
La neta, ¡qué poca mother! Ahora resulta que todo es Covid-19 y las demás enfermedades, desaparecieron como por arte de magia.
¿Dónde quedó esa legendaria solidaridad de los yucatecos para con sus congéneres?
Hasta el momento, en Seyé se han reportado sólo 2 casos de Coronavirus. No es para hacer dramas, la neta.

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¿DIEZ AÑOS SIN MONSI?

Por Ariel Avilés Marín.

En cada lugar del mundo, en cada ciudad, en cada barrio, existe algún individuo cuya existencia llega a estar tan ligada a la vida diaria de éste, que viene a constituirse en una parte intrínseca de su naturaleza, viene a ser lo que conocemos como el duende (dueño de) que da identidad al espacio aquel, cualquiera que este sea. No podemos hablar de Granada, sin tener presente al Federico de los Federicos (García Lorca). Alcalá de Henares es Cervantes por derecho propio. En muchos lugares del mundo se tiene conciencia de la existencia de Nicaragua por el nombre de Rubén Darío. La pequeña ciudad de Eisënah, es tan sólo un nombre perdido en el mapa de Alemania, y la recordamos por ser la cuna de Juan Sebastián Bach. Así, la gran Ciudad de México, tiene su duende en Carlos Monsiváis, escritor, periodista, ensayista e insustituible cronista.

Carlos Monsiváis, decidió irse de este mundo el 19 de junio de 2010, y digo decidió, pues terco de una sola pieza, como era, tuvo un claro diagnóstico médico de fibrosis pulmonar, que ponía en grave riesgo su vida, padecimiento agravado por su entrañable convivencia con una multitud de gatos (tenía trece) que, materialmente, llenaba cada espacio de su casa en la Colonia Portales de CDMX. Es plenamente difundida, su imagen, trabajando en su biblioteca, y sobre los libros de su amplia mesa de trabajo, sobre el respaldo de su poltrona, casi hasta sobre el teclado de su computadora, le acompañaba la gatuna multitud, en actitud expectante y alerta. En una de sus últimas consultas al médico, éste le dijo: “Carlos, el daño es grave, es necesario que te deshagas de tus tantos gatos, si no, te vas a morir”. La respuesta de Monsiváis fue contundente: “¡Pues me muero”! Así de profundo era su amor por sus felinos amados. ¡Y se murió!

Estamos a diez años de distancia de su desaparición física, y por tanto recordarlo es un compromiso ineludible, se trata de una de las figuras más grandes de México en el S. XX e inicios del XXI. Su labor en pro de la cultura nacional, abarca prácticamente todos los ámbitos de la misma, y su actividad fue tremendamente reivindicadora de la entraña popular y profunda de la Ciudad de México, su casa, su cuna, su hogar, su amor más profundo a lo largo de su fértil existencia. Para recordar a Carlos Monsiváis, se impone hacer algunas reflexiones indispensables. Su actividad intelectual y creadora, no se circunscribió a los campos de las artes llamadas Bellas Artes, su febril actividad se metió e invadió el terreno de lo cotidiano, de lo popular, de lo que encontramos doblando en cada esquina, por las calles de los barrios tradicionales, en el arroyo de las vías comerciales, en los mercados, en las paradisíacas zonas rurales de la gran orbe, como Xochimilco, Milpa Alta o Tláhuac, en las que los ambientes rurales y campiranos están vivos y coexisten con el bullicio urbano y automatizado del metro o del metrobus.

Carlos Monsiváis supo penetrar a la entraña más profunda y diversa de la cultura multifacética de la Ciudad de México, y elevarla a la esfera más alta de las artes, para poner en este plano de excelencia, al artesano de los telares de cintura, al organillero de las calles del Centro Histórico, a las tejedoras y bordadoras de prendas de ropa tradicional, a los que hacen maravillas con coloridas hojas de elote, al dibujante callejero que es un auténtico cronista visual de la gran ciudad; a todos ellos, los reunió en el maravilloso espacio que creo en el cruce de las calles de Madero e Isabel la Católica, donde llevó a cabo su proyecto y realidad de tono mayor: El popular Museo del Estanquillo, que es un legado del valor más profundo, para todo el pueblo mexicano, no sólo para el de la ciudad capital. Las estaciones de televisión difusoras de la cultura, Canal 11 del IPN, TV UNAM, Canal 22 de CONACULTA y el Canal 14, han iniciado ya un amplio programa de rescate y difusión de la vida y obra de este mexicano singular y trascendente, pero lo están haciendo, con toda la más honesta y buena voluntad, en un contexto con el que difiero, se está hablando de: “Diez años sin Monsi”
Yo me pregunto y les pregunto ¿diez años sin Monsi? ¿Es esto posible? Cuando camino por las calles del Centro Histórico de CDMX, por Madero, Cinco de Mayo, 16 de Septiembre, República de Uruguay, Tacuba, Donceles, República de Brasil, Juárez o Moneda, y a cada paso nos va alegrando el caminar, la rica y entrañable música de los organilleros, girando incansablemente su manivela, y medito: ¡Ahí está Monsi! Si entro al Museo del Estanquillo, con sus amplios salones, cuyas paredes están tapizadas de dibujos, caricaturas, cuadros, telas, rebozos, telares; sus mesas y vitrinas pletóricas de piezas artesanales de los más diversos orígenes, y medito: ¡Ahí está Monsi! Si reviso y redojeo con avidez las librerías de viejo de Puente de Alvarado, y me topo con Amor Perdido, Días de Guardar, Escenas de Pudor y Liviandad o Aire de Familia, y medito: ¡Ahí está Monsi! Es que, Monsi se nos cruza a cada paso en la Ciudad de México. Cómo dijera el sábado pasado el secretario de cultura de la Ciudad de México, José Alfonso Suárez del Real: “Él es la ciudad”.

Entré en contacto con la pluma de Monsiváis, desde mi infancia. Cada jueves por la noche, esperaba con ansia la llegada de mi abuelo, pues indefectiblemente traía consigo la revista “Siempre”, entonces tan dignamente dirigida por el legendario “Jefe Pagés”, Don José Pagés Llergo. En ella, Monsiváis tenía dos secciones fijas semanales: Por mi Madre Bohemios y La Cultura en México. En esas columnas entré en contacto con la agitada vida cultural del México de ese entonces. Recuerdo muy vivamente, una maravillosa crónica de Monsiváis, de una puesta en el Teatro Helénico, de “Edipo Rey” de Sófocles, por la Compañía Nacional de Teatro. Su columna Por mi Madre Bohemios, salió de Siempre y se prolongó en el periódico La Jornada y finalmente, en la revista Proceso.

Físicamente, la primera vez que tuve contacto con él, fue en una sesión, en el Museo Palacio Cantón, en la que, un grupo de periodistas locales presentaron una excelente revista que, desafortunadamente tuvo vida breve. La revista se llamaba, ingeniosamente, VERAZ/S, título que jugaba con ambas posibilidades, la de poder visualizar, y la de llevar a sus lectores la verdad. Carlos, nos deleitó con su siempre profundo y cáustico humor, que se desparramó por la sala, e hizo reír con ganas a la concurrencia,

La segunda ocasión, se dio el 15 de abril de 2006, en el que fue invitado por la siempre activa y gentil Bekina Fernández, para hablar de Pedro Infante, en el aniversario luctuoso del ídolo mexicano, en la que fuera su casa en Mérida, en la Avenida de los Itzaes, casa hoy convertida en hotel y cuya propietaria es Bekina. Seguramente, esta actividad no fue guardada por Monsiváis entre sus recuerdos gratos. Hay ocasiones en las que todo sale mal, y ésta, fue una de ellas. Falló el sonido, falló la proyección del documental que Monsiváis traía, y sólo faltó que a Bekina la diera un infarto, por la angustia y la desesperación. Sin embargo, la actividad tuvo un final feliz, por el absoluto dominio del tema que Monsiváis poseía del mismo, aunque su charla tuvo que ser a capella. Después de la misma, la tensión se rompió, todos disfrutamos de las bebidas y botanas, servidas en los jardines de la casa, que la amabilidad de Bekina proporcionó, y que Carlos salpicó de amena plática.

Carlos Monsiváis, cubrió prácticamente todos los ámbitos de la cultura en México. Además de escritor y periodista, fue también un importante guionista de cine. Entre sus películas más destacadas debemos mencionar: Los Caifanes, México de mis Amores, Las Visitaciones del Diablo, Fonqui y Ni muy, muy… ni tan, tan… simplemente Tin Tan. Desarrolló también, una trascendente labor para la aceptación y el respeto hacia la diversidad sexual. En su velorio, en el Palacio de Bellas Artes, su féretro fue cubierto por la Bandera de México y la bandera del Arco Iris. Recibió importantes reconocimientos como la Beca Guggenheim, los premios nacionales de periodismo de Crónica, Jorge Cuesta y Manuel Buendía; se le confirieron varios Doctorados Honoris Causa, por la Universidad Autónoma de Sinaloa, la Autónoma Metropolitana, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, la del Estado de Hidalgo, la muerte lo sorprendió cuando la UNAM también le había conferido esta distinción, la cual se entregó en forma póstuma.

Haciendo referencia a su muerte por la insuficiencia respiratoria, la poeta Natalia Toledo dijo: “¿A quién se le ocurre fallecer, cuando está de moda respirar?” ¡Hemos tenido estos diez años, plenos de Monsi!

Mérida, Yuc., a 22 de junio de 2020.

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