viernes, 12 de julio de 2019

julio 12, 2019
WASHINGTON / PARÍS, 17 de julio de 2019.- Francia ha decidido ponerle puertas al campo de internet, provocando la ira de una Casa Blanca que amenaza a París con una ronda de aranceles que bien podrían abrir toda una nueva guerra comercial entre EE.UU. y Europa. A pesar de las quejas y presiones de Washington, el Senado francés votó ayer a favor deaplicar un impuesto del 3% sobre los ingresos obtenidos en Francia por las empresas tecnológicas, incluidos titanes del sector como Google, Apple, Facebook y Amazon.

Hasta hoy, las empresas de internet han prosperado gracias a la falta de regulación de ese campo, obteniendo beneficios por publicidad y servicios en todo el planeta, sin tener que responder ante las agencias tributarias nacionales. El impuesto francés, pastoreado por Emmanuel Macron, parece diseñado específicamente para los gigantes tecnológicos de Silicon Valley: afectará a las empresas que ingresen al menos 750 millones, 25 millones de ellos obtenidos en el mercado digital francés.

Trump en una visita a Macron.

«Estamos muy preocupados porque este impuesto por servicios digitales tiene como objetivo claro e injusto a las empresas estadounidenses», según el director de la división de comercio de la Casa Blanca, Robert Lighthizer. «El presidente [Donald Trump] nos ha indicado que investiguemos los efectos de esta nueva ley y decidamos si es discriminatoria o daña la libre competencia, afectando negativamente el comercio con EE.UU.», añadió.


Lo cierto es que Macron ha tardado un semestre en concebir y llevar a la práctica un impuesto de nuevo cuño y completamente novedoso. El Gobierno francés lo concibió como una concesión al movimiento de los ‹chalecos amarillos›, que protestan entre muchas otras cosas por el daño que la economía digital está efectuando a sectores tradicionales como el del taxi o el pequeño comercio. La finalidad de Macron era también cobrar nuevos impuestos con rapidez para financiar las concesiones realizadas a ese movimiento de protesta.

Entre finales de diciembre y primeros de año, Bruno Le Maire, ministro de Economía francés y antiguo candidato conservador a la presidencia de la República, intentó negociar en el seno de la Unión Europea (UE) un proyecto fiscal común, la «tasa Google» [o GAFA, acrónimo de las siglas de Google, Amazon, Facebook y Apple], entre otras apelaciones posibles.

Tasa GAFA

Al mismo tiempo que se prolongaban sin éxito las negociaciones multilaterales, europeas y trasatlánticas, Macron y su gobierno pusieron en marcha su propio proyecto fiscal, la tasa conocida como impuesto GAFA, que afectará a una treintena de grandes empresas multinacionales, comenzando por las cuatro más famosas, seguidas de otras como Meetic y AirBnb entre otras.

Ejerciendo como portavoz oficioso de Macron, Le Maire ha resumido en varias ocasiones de este modo la filosofía de la tasa GAFA: «Francia toma soberanamente las decisiones fiscales que considera justas y oportunas. Nos parece normal que los grandes grupos paguen en Francia los impuestos debidos a los negocios realizados a través de los usuarios franceses. Las actividades numéricas de los grandes grupos crean mucho valor a través de los usuarios franceses».

De momento, la Casa Blanca ha abierto una investigación para determinar si el Gobierno francés ha aprobado una regulación comercial que discrimina a EE.UU. En esa investigación pueden presentar alegaciones las propias empresas afectadas. Si el Gobierno norteamericano concluye que está padeciendo los efectos de una sobrerregulación en Francia, acudirá a sus socios en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico para iniciar una mediación que, si fracasa, vendrá seguida de aranceles como los que Trump ya ha aprobado sobre China.

Ante estas airadas reacciones norteamericanas, el ministro francés de Economía ha reafirmado con claridad la posición francesa: «Francia es un estado soberano, que toma soberanamente las decisiones fiscales que considera oportunas. Se trata de una posición de principio que deben comprender todos nuestros amigos y aliados».

La nueva tasa del 3 % sobre todos los negocios digitales realizados en Francia será aplicable este mismo año, aunque aún no hay fecha concreta para su entrada en vigor. Según las primeras estimaciones oficiales, el impuesto podrá aportar unos 400 millones de euros, este mismo año, para ascender a 650 millones de euros el 2020.

Defendiendo su más estricta soberanía fiscal, Francia no descarta la prolongación de las negociaciones europeas, trasatlánticas y multilaterales.

La tasa GAFA original (europea) terminó por fracasar, víctima de las reticencias de Irlanda, Suecia y Dinamarca. Las negociaciones multilaterales tampoco permitieron llegar a un acuerdo en el seno del G-20 financiero, que terminó prometiendo «redoblar los esfuerzos» para poder «imponer justicia fiscal en la escena internacional».

Emmanuel Macron ha considerado que se trata de promesas ambiguas, imprecisas y lejanas. Coincidiendo con sus concesiones presupuestarias a la franquicia de los chalecos amarillas (entre 20.000 y 25.000 millones de euros, este año), el presidente francés decidió recurrir al arma estratégica de la soberanía fiscal de Francia para imponer una tasa que tiene mucho de primicia internacional.
TEMAS. (David Alandete y Juan Pedro Quiñonero / ABC)

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