lunes, 15 de julio de 2019

julio 15, 2019
Pedro Echeverría V.

1. En México sólo conocemos un golpe de Estado, el que dio Victoriano Huerta con apoyo de la embajada yanqui en 1913, que culminó con los asesinatos del presidente Madero y el vicepresidente Pino Suárez. Luego ha habido mil golpes y patadas bajo la mesa, pero ninguno ha salido a la luz pública. Casos notables fue el asesinato del presidente Carranza en 1920, el levantamiento Delahuertista en 1923, la expulsión de México del expresidente Calles en 1936, los asesinatos de Huitzilac (carretera de Cuernavaca) en 1927 y el asesinato del candidato Colosio en 1994. Muchos hechos superados con creces y las manos en la cintura, por la clase dominante.

2. Recuerdo que en 1931 escribió el italiano Curzio Malaparte un libro que tituló “Técnicas de golpe de Estado”, editado por Ariel. Decía: En cualquier país democrático es posible dar un golpe de Estado, incluso sin una situación crítica o sin apoyo popular. Basta un grupo que controle la maquinaria estatal y tome el poder sin confrontar la fuerza adversaria. La estrategia pasa por concentrar las fuerzas en el punto más delicado del adversario, que en un Estado moderno son los servicios públicos y los medios de comunicación”. Aunque muy poco se difundió el libro por desprestigio del autor, no se puede negar que tiene cosas interesantes.


3. Se ha publicado en la prensa de hoy que mediante la difusión de campañas y mensajes en los medios de comunicación y las redes sociales, la organización de grupos opositores y la promoción de movilizaciones de protesta, la provocación a la autoridad, la propagación de noticias falsas y rumores, entre otras maniobras, se pretendería deslegitimizar primero y derrocar después al gobierno de la Cuarta Transformación (4T) (encabezado por López Obrador) en una acción similar a lo que ha sucedido en la década reciente en otros países latinoamericanos, como Honduras, Argentina o Brasil. (Ver La Jornada)


4. Ningún país ha podido recuperarse después que fueron hechos a un lado los gobiernos progresistas de Zelaya, Kirchner, Rousseff y Lula, mediante acusaciones falsas ampliamente difundidas para desprestigiarlos. Y a esta lista hay que añadir en golpe contra Correa en Ecuador, las terribles amenazas contra Maduro en Venezuela y las fuertes presiones contra el gobierno de Cuba. ¿Qué gobierno en la historia de los últimos 100 años ha vivido oponiéndose a la explotación y saqueo de los EEUU? ¿Puede olvidarse los derrocamientos de gobiernos de Túnez, Libia, Irak, Afganistán, Siria, y todas las amenazas de bombardeo e invasión Yanqui?

5. Por ello hace unos días escribí que el partido Morena parecía un cadáver que sólo vivía tras los discursos y obras del presidente López Obrador. Proponía entonces que para movilizarlo y lanzarlo a las calles con discursos fuertes y agresivos sólo veía a Monreal, Encinas, Noroña y Salgado, que han demostrado carácter, voz fuerte de líder y con disposición de pelear como se debe, aunque pacíficamente. Porque lo que realmente se necesita es “poner en su lugar” a la derecha, los conservadores, los empresarios y los medios de información, que han aprovechado la “moral religiosa buena onda” de AMLO para acrecentar sus indecisiones en el gobierno.

6. Un politólogo de EEUU, Gene Sharp, escribió que los golpes de Estado mediante la fuerza y las armas son obsoletos y que hoy se combate con armas sicológicas, sociales, económicas y políticas. Habla de cinco pasos: se comienza con el ablandamiento, en la que hay medios que intentan crear malestar y desesperanza social; sigue la deslegitimación y la difusión de comentarios adversos al gobierno, mofas y noticias falsas. Después viene el calentamiento de las calles, con la promoción de constantes movilizaciones de protesta. Luego corren rumores, se crea una falsa carestía, se acusa al gobierno de incompetente y se inician causas judiciales injustas contra gobernantes. Las causas judiciales prosperan, los medios lo apoyan y los gobiernos caen.

7. Que no piense el presidente López Obrador que por recibir más de 30 millones de votos no lo pueden derrocar, o que en caso de caer los 30 millones saldrán a la calle (como sucedió con Chávez en Venezuela en 2002) para reinstalarlo. ¿O piensa acaso que “su amigo Trump” impedirá cualquier golpe de Estado? Por ello, lo único seguro es una politización ideológica de las grandes masas de campesinos y demás trabajadores en las luchas en las calles. ¿Piensa acaso López Obrador que sus enemigos los grandes políticos y empresarios no están planeando cada minuto las técnicas del golpe de Estado, único camino para acabar con el gobierno que los está obligando a rebajar sus salarios, sus ganancias y a pagar impuestos. (15/VII/19)


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