viernes, 17 de mayo de 2019

mayo 17, 2019
José Repetto

Siendo Yucatán uno de los estados con más suicidios en el país, a pesar de programas fracasados para intentar atenderlo, es natural que éste dé mucho de qué hablar.


La mayoría de la gente opina desde la ignorancia de sus prejuicios religiosos. No entienden que la muerte es el final de la existencia. Las religiones, en su mayoría, han servido para asustar a sus fieles a creer que el suicidio es "pecado" y que "irán al infierno" por ello.

La realidad, reitero, es que cualquier persona con una pizca de sentido común sabe que esto es todo, que la muerte es el fin de todo.

¿Es malo suicidarse? Si la persona deja hijos menores desamparados, sí. En otro caso, el suicida probablemente dejará atrás a gente que sentirá dolor por su muerte, pero al fin y al cabo es su decisión seguir viviendo o no.

Nadie va a venir a solucionar sus problemas, sus malestares, sus pesares, y si decidimos que la mejor solución es acabar con nuestra vida eso es, en mi opinión, perfectamente respetable.

No es cobardía, debilidad, ni falta de valores, como opina mucho ignorante, pues se requiere mucha determinación y decisión para acabar con la propia vida. El suicida es 100 veces más valiente que el mediocre que vive una existencia miserable sin escapatoria sólo porque "no tiene más remedio".

Me considero libertario y por lo tanto no creo que el suicidio sea un problema de salud pública. Creo que es una decisión personal y válida. Es una pena por las personas que quedan atrás, pero no pueden pedir que alguien sea miserable sólo para que ellos no sufran.

Hablaba del nulo interés de las autoridades en atender este tema, con programas fallidos como PIAS -a cargo de los ineptos de Gaspar Baquedano López y Alejandra Aranda Vargas. Tal vez la respuesta sea no hacer nada, pues si consideramos el suicidio un derecho natural, no es problema del Estado si una persona elige acabar con su vida, aunque claro al morir alguien es una persona menos que paga impuestos, una persona menos que trabaja como esclavo por una miseria. Por eso el Estado intenta impedir el suicidio y contempla privación de la libertad para quien lo intenta, porque nos ve como su propiedad, como fuerza laboral.

Pero la realidad es que, al final del día, el Estado no es dueño de nuestro cuerpo y podemos hacer con él lo que nos plazca.

Suicidarse, si uno determina es su mejor opción, es uno de los máximos actos de libertad que uno puede hacer. Es mandar al carajo a la sociedad, al mundo, a todos nuestros problemas. (Escrito el 8/4/19)

Nota de Mari Tere Menéndez Monforte:

José Repetto se suicidó el 21 de abril.

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