sábado, 3 de noviembre de 2018

noviembre 03, 2018
MADRID, 3 de noviembre de 2018.- El 22 de noviembre de 1991 Freddie Mercury moría un día después de hacer público que estaba enfermo de sida. Casi 27 años después de su fallecimiento finalmente se ha estrenado Bohemian Rhapsody. Finalmente. Porque el proyecto de llevar a la gran pantalla la vida del cantante de Queen y la historia de la banda ha tardado ocho años en ver la luz. En 2010 Sacha Baron Cohen iba a hacer de Mercury, pero renunció por “diferencias creativas” con los otros miembros del grupo de rock, Brian May y Roger Taylor. Lo mismo le pasó al siguiente protagonista escogido en 2013, Dexter Fletcher. Al parecer, May y Taylor querían que Freddie muriese a la mitad de la película y que la historia continuase contando cómo la banda y su legado siguieron adelante pese a la desaparición de su líder. El filme final, acogido con variadas críticas y protagonizado por Rami Malek, tampoco ha conseguido escapar de la polémica. 


Primero se habló de un rodaje caótico sobre el que se llegó a publicar que el director desapareció y que fue despedido por ello. Ahora, tras el estreno, han llovido críticas de presunto “lavado heterosexual” de la vida de Mercury, y de que el resultado es demasiado suave según el estilo conservador de Hollywood. La cinta no profundiza en la sexualidad del cantante, del que en su día se dijo casi de todo, desde que era totalmente homosexual hasta que era capaz de acostarse “incluso con un gato”. El biopic ha terminado reflejando que era bisexual y que el amor de su vida fue Mary Austin, su novia durante un tiempo y su mejor amiga después.

La famosa voracidad sexual del cantante queda reducida a un cruce de miradas con un camionero y un pellizco en el trasero a un camarero. Por último, pasa por encima del sida, enfermedad causante de su muerte y con la que convivieron él y su entorno más íntimo durante cuatro años desde que le fue diagnosticada. Sin necesidad de destripar la película, no hay ni rastro de los episodios más salvajes de una de las mayores estrellas del rock de la historia. Excentricidades y excesos que los últimos 27 años se han ido desvelando y han agrandado su leyenda. Para muchos, estas historias se han exagerado y para otros son simplemente eso, leyendas urbanas y cotilleos. Nadie las ha negado categóricamente, y eso que en algunas de ellas estuvieron presentes otros grandes mitos de la música y famosos de la época.

Los enanos con bandejas de cocaína. Elton John confesó en una entrevista que las fiestas de Freddie Mercury le dejaban agotado. De todas aquellas juergas siempre se ha recordado la que celebró en el Hotel Fairmont de Nueva Orleans en 1978, en la que agasajó a los invitados con rituales de vudú en los que un artista arrancaba las cabezas a los pollos con la boca. Además, los camareros servían desnudos y un grupo de hombres enanos se paseaban con bandejas repletas de cocaína atadas a sus cabezas.

Llevó a Lady Di a un bar gay. La princesa Diana de Gales y Freddie Mercury eran amigos, pero la esposa del heredero al trono de Inglaterra no podía dejarse ver en las fiestas del cantante. Hasta que Freddie y un grupo de sus fieles disfrazaron de hombre a Lady Di y la llevaron a pasar una noche loca al club gay favorito del líder de Queen en Londres.

Michael Jackson y más droga. Michael Jackson era un gran fan de Queen y el rey del pop y Freddie Mercury se hicieron colegas y comenzaron a colaborar. Mercury estuvo un tiempo en la mansión de Jackson y grabaron varios temas. Al parecer la amistad entre ambos se enfrió de golpe cuando Michael entró a su salón y vio a Freddie metiéndose una raya de coca utilizando un billete de cien dólares.

La madre de todos los cumpleaños. Dentro de su histórico de fiestones, los que organizaba Freddie Mercury por su cumpleaños están entre los más sonados. El cantante casi paralizó Munich para celebrar su 39 aniversario en 1985. Hubo bailarinas, comefuegos y un pastel de dos metros de alto, además de espectáculos con drags masculinos y femeninos. Duró un fin de semana, pero muchos de los invitados contaron después que la fiesta se prolongó durante tres semanas.

Sexo sin fin. Sobre el apetito sexual de Freddie Mercury se han contado muchísimas anécdotas, y se pueden resumir en que el sexo en todas su variantes nunca faltaba en una fiesta organizada por él. Drag Queens que practicaban felaciones a invitados vip por debajo del mantel, es un ejemplo de por dónde iba el tema. El sexo se consumía como en un buffet libre, y nunca mejor dicho, porque la comida a menudo se servía sobre cuerpos desnudos de hombres y mujeres. Finalmente y para satisfacer a sus invitados plenamente, Mercury contrataba a profesionales del sexo de ambos géneros que trabajaban sin descanso hasta que la fiesta terminaba. Eventos a los que asistieron David Bowie, Mick Jagger, Keith Richards o Dave Stewart, entre otros famosos, y a los que a veces mandaba su avión privado a recogerles para que no faltaran. Juergas que muchos no dudaron en resumir como “una película de Fellini en una nube de cocaína”. (Ignacio Gomar / El País)

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