viernes, 27 de abril de 2018

abril 27, 2018
GOYANG, Corea del Sur, 27 de abril de 2018.- Ha sido un día histórico: La primera vez que un líder norcoreano, Kim Jong-un, ha pisado suelo del sur. La primera cumbre de mandatarios coreanos en once años; la primera vez en que ambos han hablado en directo a los medios y han leído una declaración conjunta. La declaración de Panmunjom, como se esperaba, no contiene grandes detalles, pero sí está cargada de simbolismo y cumple los objetivos que debía. Ambos países se comprometen a trabajar para la “meta de la completa desnuclearización de la Península”. Las relaciones entre las dos Coreas empiezan a normalizarse, tras rozar el abismo de una guerra nuclear el año pasado, y cooperarán para una “paz permanente”. “No habrá más guerra en la península coreana”, ha dicho Moon. “Hemos vuelto una página”, ha asegurado Kim Jong-un.

Moon Jae-in y Kim Jong-un se estrechan la mano. Una imagen para la historia después de décadas de enfrentamiento entre ambos países. (EFE)

La jornada tuvo una enorme carga emotiva de principio a fin. Desde el momento en que Kim cruzó la línea de demarcación que señala en cemento la frontera entre las dos Coreas, apretó la mano de Moon y le convenció para que saltara a su vez con él al Norte durante unos breves segundos. Hasta el final formal de la cumbre, cuando los dos líderes se abrazaron y, tomados de la mano, alzaron el puño al cielo en señal de victoria tras firmar la declaración. Todo fueron amplias sonrisas, alusiones a la cultura común, risas y ambiente distendido. Y ello, en sí, supone un gran éxito para esta cumbre.

La declaración compromete a los dos países a colaborar para el objetivo de la desnuclearización. Seúl reconoce los primeros pasos que ha dado hasta el momento Pyongyang, que hace una semana anunció que ya no efectuaría más pruebas nucleares ni de misiles intercontinentales, y desmantelaría su sitio de pruebas nucleares en Punggye-ri, en el norte de su territorio. “Ambos países reconocen que las medidas que ha adoptado Corea del Norte para la desnuclearización de la Península tienen una importancia significativa y representan un paso capital”.

Kim, en su comparecencia ante los medios para leer la declaración, aseguró que trabajará para “cumplir lo que consta en el documento”.

El líder norcoreano Kim Jong-un (i) y el presidente surcoreano, Moon Jae-in (d) plantan un árbol junto a una piedra en la que se puede leer «plantamos paz y prosperidad». (EFE)

Kim Jong-un (d) y el presidente surcoreano, Moon Jae-in (i) conversan en la Zona Desmilitarizada durante la cumbre intercoreana en Panmunjom (Corea del Sur).(EFE)

Un documento que no especifica en qué consistirá esa desnuclearización, ni se esperaba que lo hiciera. Es un gesto de mínimos, a la espera de que la Casa Blanca lo declare suficiente. Entonces, podrá tener lugar la gran cumbre, la verdaderamente decisiva: la que está prevista entre Kim y el presidente de EEUU, Donald Trump, en mayo o junio. Allí podrá empezar a hablarse de medidas concretas, sobre el programa nuclear de Corea del Norte, la posibilidad de levantar parcialmente sanciones internacionales o el tratado de paz que sustituya definitivamente al armisticio que detiene la guerra entre las dos mitades de la Península.

Será un proceso que llevará tiempo, y más reuniones. Por el momento, las dos Coreas ya han acordado una nueva cumbre. En otoño, Moon visitará Pyongyang, según estipula la declaración. El presidente surcoreano también podría reunirse con Trump antes de que el inquilino de la Casa Blanca se encuentre con Kim en su esperada cita, para la que aún no está fijada fecha ni lugar concretos.

En un día de sol radiante, ambos caminaron por la alfombra roja tendida especialmente para recibir a Kim. (AP)

Kim Jong-un (6d, primera fila) y el presidente surcoreano, Moon Jae-in (4i, primera fila), posan para una foto de familia antes del comienzo de la cumbre intercoreana.(EFE)

Kim Jong-un (i) escucha al presidente surcoreano, Moon Jae-in (d), que habla sobre el documento. (EFE)

Las dos Coreas han acordado, de momento, cooperar “para establecer un sistema de paz permanente y estable en la península coreana”, según figura en la declaración de Panmunjom. Ambos países declaran “el fin de los 65 años transcurridos desde el armisticio” y aspiran a reemplazarlo por “un tratado de paz”.

Un tratado que no pueden firmar simplemente ambas. El armisticio que concluyó la guerra en 1953 estaba firmado por el Ejército norcoreano, China y Estados Unidos como representante del mando de Naciones Unidas. Por lo tanto, el documento que ponga fin formal a la guerra también debe contar con la participación de esos signatarios. “El Sur, el Norte y Estados Unidos avanzarán activamente con la organización de cumbres a tres o cuatro bandas” para establecer esa paz, indica el documento.

El presidente surcoreano, Moon Jae-in (i, de espaldas) conversa con el líder norcoreano Kim Jong-un (d) durante la cumbre intercoreana.(EFE)

Miembros de seguridad corren junto al coche del presidente norcoreano, Kim Jong-un.(AP)

Es una buena noticia para China, el gran valedor de Corea del Norte en la comunidad internacional, pues le incluye en el proceso de negociaciones. Y una mala para Japón, que participaba en las reuniones a seis bandas originales sobre el programa nuclear norcoreano, y que quedaría excluido del debate.

Entre otras medidas para sellar la nueva buena voluntad entre las dos Coreas y dar paso a la “paz y prosperidad” que eran el lema de la cumbre, Moon y Kim han firmado el establecimiento de una oficina de enlace entre los dos países en Kaesong, del lado norcoreano de la frontera. También se celebrará una reunión de familias separadas en agosto. A partir del 1 de mayo, ambos cancelarán de modo permanente sus emisiones y envíos mutuos de propaganda. También en mayo se celebrará un diálogo entre las respectivas fuerzas militares.

“Este es realmente solo el primer paso en unos esfuerzos diplomáticos más amplios”, apunta Paul Haenle, director del centro Carnegie-Tsinghua en Pekín. “Como en un juego de ajedrez, este movimiento abre toda una serie de posibilidades, pero en muchos sentidos el verdadero trabajo duro empieza ahora”.

Estados Unidos, China y Corea del Sur, puntualiza este experto, están de acuerdo en la meta de la desnuclearización, pero “es importante considerar las diferentes prioridades de cada parte.

“El presidente Moon ha enfatizado la necesidad de diplomacia y la normalización de relaciones para buscar la unificación en el futuro. Mientras, la prioridad de China sigue siendo la estabilidad y está ansiosa de participar en cualquier esfuerzo diplomático, preocupada por el potencial de un conflicto o cambio radical en su frontera. EE. UU. busca la desnuclearización, pasos verificables y concretos para esa meta. Kim puede y ha usado estas motivaciones diferentes en provecho propio, negociando con cada país unilateralmente y jugando a enfrentarlos”, agrega. (Macarena Vidal Liy / El País)

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