miércoles, 21 de marzo de 2018

marzo 21, 2018
PARÍS, 21 de marzo de 2018.- El expresidente francés Nicolás Sarkozy fue imputado el miércoles por la supuesta financiación de su campaña electoral con dinero libio. Tras 25 horas de interrogatorio, Sarkozy quedó en libertad, pero bajo control judicial, una situación que puede implicar desde limitaciones a sus desplazamientos hasta el pago de una fianza. La decisión de los jueces deja muy tocada la figura de quien fue jefe de Estado entre 2007 y 2012 y pone el foco en las complejas relaciones de Francia con la Libia de Muamar el Gadafi.

Nicolás Sarkozy y Muamar el Gadafi.

El expresidente, ya imputado en un caso de financiación irregular de su campaña de 2012 y en otro por corrupción y tráfico de influencias, niega las acusaciones. Ninguno de los casos pendientes tiene las consecuencias geopolíticas e institucionales del caso libio, en el que antiguo jefe de Estado de una de las grandes democracias occidentales es sospecho de haber recibido dinero de un dictador acusado durante décadas de promocionar el terrorismo internacional.

Los jueces imputaron al expresidente por corrupción pasiva, financiación ilegal de campaña electoral y desvío de fondos públicos libios, según Le Monde.

Varios testimonios y documentos señalan que, durante la campaña de 2007 que llevó a Sarkozy al poder, el régimen libio aportó de manera ilegal millones de euros al entonces candidato del partido conservador UMP. Uno de estos testimonios es el franco-libanés Ziad Takieddine, que ejercía de intermediario entre el régimen de Muamar el Gadafi y las autoridades francesas. Takieddine asegura, por ejemplo, haber entregado, entre noviembre de 2006 y enero de 2007, tres maletas con 5 millones de euros a Sarkozy, entonces ministro del Interior, y a su jefe de gabinete, Claude Guéant.

En menos de cuatro años, entre 2007 y 2011, Gadafi pasó de ser un invitado agasajado en París a ser derrocado y finalmente morir en una intervención militar en la que Francia tuvo un papel central.

La imputación no implica automáticamente culpabilidad —los defensores de Sarkozy recuerdan que este ha sido absuelto en casos en los que estaba imputado— pero indica la existencia de "indicios graves o concordantes que prueban su implicación en los hechos instruidos", según la legislación francesa.

El interrogatorio bajo custodia policial (garde à vue, en francés) fue el segundo en cuatro años para el expresidente: la otra vez duró 18 horas. Esta vez las 25 horas se desarrollaron en dos secuencias: el martes de las nueve de la mañana a medianoche, hora en la que los agentes permitieron al interrogado regresar a su domicilio, y el miércoles durante toda la mañana y buena parte de la tarde.

La imputación puede comprometer la credibilidad de las elecciones que le dieron la victoria. Antes de conocerse la noticia, su rival derrotada, la socialista Ségolène Royal, escribió en la red social Twitter: "Mi pensamiento va hacia los millones de ciudadanos que tienen derecho a saber si el partido [la elección] se disputó con las mismas armas”.

Sarkozy es un referente en la derecha francesa y, pese a que formalmente está retirado de la política, nunca ha dejado de coquetear con la posibilidad del regreso. Desde que dejó el poder la Justicia no ha dejado de investigarle por distintos motivos, pero en los últimos meses intentaba rehabilitarse con una estatura del estadista jubilado, respetado por todos y por encima de las querellas partidistas. (Marc Bassets / El País)

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