jueves, 29 de marzo de 2018

marzo 29, 2018
PARÍS, Francia, 29 de marzo de 2018.- Nicolas Sarkozy pasará mucho tiempo ante los tribunales. La Fiscalía Financiera Nacional ha enviado al Tribunal Correccional, que juzga a las autoridades, un viejo asunto que implica de nuevo al ex presidente. Las acusaciones son graves: corrupción y tráfico de influencias para manipular al Tribunal de Casación, la instancia más alta del sistema judicial francés. Este caso se suma al llamado Bygmalion y al que le vincula con el dinero del ex dictador libio Muamar Gadafi, ambos relacionados con la financiación de sus campañas electorales.

Nicolas Sarkozy. (AFP)

El asunto se remonta a su época como presidente y en concreto al periodo entre 2007 y 2010. La mujer más rica de Francia, Liliane Bettencourt, dueña de L'Oreal (fallecida en septiembre pasado) manejaba entonces su fortuna a través de una sociedad llamada Clymène, en la que ocupaba un puesto de responsabilidad Florence Woerth, quien a su vez era esposa de Éric Woerth, ministro de Hacienda. Hasta ahí, podría darse una situación de incompatibilidad. Pero el mayordomo de Bettencourt grabó conversaciones de las que se desprendía que el ministro Woerth había utilizado su posición para favorecer a su esposa y a su clienta, Liliane Bettencourt. Y se desprendía también que Bettencourt había donado dinero de forma clandestina a Sarkozy cuando éste era alcalde de Neully-sur-Seine.

Éric Woerth tuvo que dimitir, pero fue absuelto por falta de pruebas. Nicolas Sarkozy no llegó a ser procesado. El sumario, sin embargo, llegó al Tribunal de Casación. Una de las actuaciones judiciales había consistido en la incautación de las agendas de Sarkozy.

Cuando se abrió la investigación por la presunta financiación por parte de Muamar Gadafi de la campaña presidencial de 2007, el juez ordenó la intervención del teléfono de Sarkozy. Los agentes que realizaban las escuchas detectaron que Sarkozy y su abogado, Thierry Herzog, se referían alguna vez a los "teléfonos secretos". La policía averiguó que tanto Sarkozy como Herzog poseían móviles recargables adquiridos bajo identidades falsas y el juez los puso también bajo escucha. Según la Fiscalía Financiera, ambos usaban métodos "propios de delincuentes curtidos".

La policía descubrió que en sus conversaciones con los "teléfonos secretos", Sarkozy y su abogado hacían referencia a un acuerdo con el magistrado Gilbert Azibert, del Tribunal de Casación. Azibert tenía que convencer al resto de los magistrados del alto tribunal para que decidieran la devolución de las agendas de Sarkozy y cerraran el asunto Bettencourt. En ese momento, el ex presidente planeaba su retorno al poder y preparaba las elecciones primarias de la derecha (en las que finalmente fracasó), por lo que no le convenía tener un sumario pendiente. A cambio de ese favor judicial, Sarkozy iba a utilizar su influencia como ex presidente y quizá como nuevo presidente para conseguirle a Azibert un puesto en Mónaco que al magistrado le apetecía mucho. La calificación del asunto resultaba obvia: corrupción activa ejercida sobre un magistrado y tráfico de influencias. (Enric González / El Mundo)

0 comentarios:

Publicar un comentario