martes, 13 de marzo de 2018

marzo 13, 2018
Pedro Echeverría V.

1. Si hubiesen alimentado al tigre, si lo hubiéramos respetado, no tengo la menor duda de que estuviéramos acariciándolo y jugando con él; jamás pensaríamos que fuera una amenaza para nadie para mantenerlo enjaulado y con miles de domadores. Así ha sido siempre: transcurren los días, los años, las décadas jodiéndolo, sin darle comida y agua, pero cuidándonos de que no vaya a escapar y desate su furia contra quienes los han maltratado. Estos días se discute quién lo va a amarrar y enjaular nuevamente porque López Obrador, el que siempre lo ha domado, hoy amenaza a los políticos y a los hambreadores de que no está dispuesto a cumplir con ese vergonzoso papel de frenar, engañar, amarrar al tigre, cuando lo que se busca es la libertad del mundo.

2. Demetrio Vallejo en 1958-59 llamó a los ferrocarrileros a grandes huelgas nacionales para lograr buenos salarios y prestaciones; él, en vez de amarrar a los obreros les dio libertad, pero el gobierno de López Mateos lo aplastó junto a miles de sus compañeros. Vallejo tuvo que sufrir 11 años cuatro meses en la cárcel. A partir de ese ejemplo se piensa que los trabajadores, los estudiantes, los obreros y los campesinos son tigres muy peligrosos que deben ser muy controlados, por ello el gobierno siempre ha sometido con mil discursos de los curas, los profesores, los empresarios, a esos tigres que quieren liberarse. Se cree que son seres salvajes sin explicación alguna; se olvida que sólo  atacan y matan cuando tienen hambre.

3.  En México, pienso también que en el mundo, es obvio que necesitamos un tigre suelto, con las garras y dientes muy afilados, rondando alrededor de los negocios empresariales privados y de las instituciones públicas. Un tigre que obligue a todos los empresarios a pagar salarios y otorgar prestaciones adecuadas a sus trabajadores; un tigre que antes de tragarse a los delincuentes –principalmente de cuello blanco- revise sus propiedades e inversiones para demostrar que ellos son los causantes de la pobreza y miseria en nuestro país. Así que cuídense hambreadores porque el tigres no es un perdonavidas; es quien mejor conoce cómo se mueven los intereses económicos y políticos en México por ello todo lo que haga será justo. (13/III/18)

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