sábado, 20 de enero de 2018

enero 20, 2018
HUANCHACO, Trujillo, Perú, 20 de enero de 2018.- En la homilía de la Misa que presidió este sábado 20 de enero en la playa de Huanchaco, en Trujillo, el Papa Francisco exhortó a hacer frente al dolor y a la oscuridad con el “aceite” que da luz y es Jesucristo.

El Santo Padre llegó a la ciudad norteña a las 8:47 a.m., y luego se dirigió hasta la playa, donde lo esperaba una multitud de cientos de miles de fieles.

Antes de iniciar la Eucaristía, el Papa hizo un extenso recorrido, en medio de un gran ambiente de fiesta, para saludar a todos los fieles que llegaron hasta el lugar desde distintos lugares del país. Muchos de ellos acamparon en la playa para poder estar cerca al Pontífice, a quien recibieron bajo el lema de “¡Francisco amigo, el pueblo está contigo!”

En su reflexión, el Papa recordó los embates de la naturaleza en el verano de 2017 cuando miles de personas fueron afectadas por las inundaciones del llamado “Niño Costero”, cuyas “consecuencias dolorosas todavía están presentes en tantas familias, especialmente aquellas que todavía no pudieron reconstruir sus hogares”.

El Papa Francisco en la Misa en la playa de Huanchaco en Trujillo, Perú. (David Ramos / ACI Prensa)

“También por esto quise estar y rezar aquí con ustedes. A esta eucaristía traemos también ese momento tan difícil que cuestiona y pone muchas veces en duda nuestra fe”, dijo Francisco.

El Pontífice recordó que “Jesús en la cruz quiere estar cerca de cada situación dolorosa para darnos su mano y ayudar a levantarnos. Porque Él entró en nuestra historia, quiso compartir nuestro camino y tocar nuestras heridas. No tenemos un Dios ajeno a lo que sentimos y sufrimos, al contrario, en medio del dolor nos entrega su mano”.

Como las muchachas del Evangelio que tenían aceite para encender sus lámparas, así es necesario recordar que hace falta “llenar nuestras vidas con ese aceite que permite encender nuestras lámparas en las múltiples situaciones de oscuridad y encontrar los caminos para salir adelante”.

El Papa Francisco también se refirió a algunas problemáticas de la región como el “sicariato y la inseguridad que esto genera; la falta de oportunidades educativas y laborales, especialmente en los más jóvenes”, entre otras.

Ante estos desafíos, continuó, “no hay otra salida mejor que la del Evangelio: se llama Jesucristo. Llenen siempre sus vidas de Evangelio. Quiero estimularlos a que sean una comunidad que se deje ungir por su Señor con el aceite del Espíritu”.

Papa Francisco en Trujillo: el Sumo Pontífice lanzó una paloma al aire pero no quiso volar.
Antes de retirarse del aeropuerto de Trujillo, el Papa Francisco se acercó a los bailarines de marinera. (AFP)

Las parejas bailando marinera en la recepción del Papa Francisco. (El Comercio)

Destacó el fervor de la gente en espera de la llegada del Santo Padre. Indudablemente la recepción en Perú ha sido mejor que en Chile, donde le arrojaron un periódico y un sombrero. (@PeruECpe)

“Él lo transforma todo, lo renueva todo, lo conforta todo. En Jesús, tenemos la fuerza del Espíritu para no naturalizar lo que nos hace daño, lo que nos seca el espíritu y lo que es peor, nos roba la esperanza”, subrayó.

El Santo Padre resaltó que “con Jesús, el alma de este pueblo de Trujillo podrá seguir llamándose ‘la ciudad de la eterna primavera’, porque con Él todo es una oportunidad para la esperanza. Sé del amor que esta tierra tiene a la Virgen, y sé cómo la devoción a María los sostiene siempre llevándolos a Jesús”.

“Pidámosle a ella que nos ponga bajo su manto y que nos lleve siempre a su Hijo; pero digámoselo cantando con esa hermosa marinera: ‘Virgencita de la puerta, échame tu bendición. Virgencita de la puerta, danos paz y mucho amor’”, concluyó.

Al concluir la Eucaristía, el Papa recibió el saludo de Mons. Miguel Cabrejos, Arzobispo de Trujillo, quien agradeció a Dios por “su presencia de Padre y Pastor, que nos confirma en la fe, renueva nuestro gozo de ser discípulos de Cristo y nos impulsa a vivir con mayor empeño nuestra responsabilidad misionera”.

“Le ruego que grabe en su corazón el vivo agradecimiento de todos los que hoy estamos aquí, reunidos de los distintos pueblos y jurisdicciones eclesiásticas del norte y de muchos otros lugares de nuestro amado Perú”, pidió el Prelado.

Como suele hacer en cada ciudad que visita, el Santo Padre obsequió un cáliz al Arzobispo en recuerdo de su visita. (ACI)

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