miércoles, 17 de enero de 2018

enero 17, 2018
MADRID, 17 de enero de 2018.- Era el último intento de los abogados de Oskar Gröning para evitar que entrase en la cárcel. En realidad se trataba de un intento a la desesperada por ganar tiempo, porque el Tribunal Constitucional ya había dictado anteriormente que los problemas de salud del «contable de Auschwitz», que no son otros que los propios de su edad, 96 años, pueden ser perfectamente tratados en prisión, pero la defensa pretendía con la solicitud de indulto retrasar aún más el proceso, con la esperanza de que Gröning no llegase a entrar en la cárcel. La Fiscalía se ha apresurado, en cambio, a rechazar el indulto y el exmiembro de las Waffen-SS deberá por tanto comenzar de inmediato a cumplir la sentencia dictada en 2015, a cuatro años de cárcel por complicidad en el asesinato de 300.000 judíos.

Oskar Gröning, el "contable de Auschwitz", en 2015, cuando fue sentenciado, condena que deberá cumplir ahora.

Durante el largo juicio ha sido probado que Gröning ingresó en 1941 en las Waffen-SS y dos años después empezó a servir en Auschwitz, donde asumió el cometido de incautar las pertenencias de los deportados y de hacer las correspondientes transferencias a Berlín. Era el hombre que contaba el dinero y los dientes de oro arrancados a los prisioneros y, tras anotar escrupulosamente las transferencias en los libros del campo, hacía llegar lo atesorado a las arcas del banco central alemán, en los viajes de vuelta de los mismos trenes que a la ida transportaban a los judíos. La acusación se centró en su papel en la llamada «Operación Hungría», de mediados de 1944, cuando llegaron a Auschwitz alrededor de 450.000 judíos, de los cuales unos 300.000 fueron asesinados.

Tras la caída del nazismo, Gröning pasó brevemente por un campo de internamiento británico y después se reincorporó a la vida civil de nuevo como contable en una fábrica de vidrio. Le fue abierto sumario en 1977, pero quedó sobreseído en 1988 por no llegar a demostrarse que hubiera matado a nadie con sus propias manos. Solo más recientemente y gracias a la jurisprudencia basada en el caso John Demjanjuk, una sentencia de 2011, ha sido posible encausar con éxito a personas cuya colaboración en la maquinaria de exterminio nazi hizo posible el asesinato en masa.

Denjamjuk fue condenado a cinco años de cárcel por su complicidad en 28.000 asesinatos cuando era guardia del campo de exterminio de Sobibor, en 1943. No llegó a cumplir su condena debido a que murió pocos meses después de escuchar el fallo del Tribunal de Múnich que había solicitado su extradición desde Estados Unidos, sin haber entrado en prisión y tras firmar un último documento en el que se negaba a reconocer la autoridad de los tribunales alemanes puesto que, decía, la República Federal es «sucesora del Tercer Reich».

La prensa alemana especula ahora con la posibilidad de que Gröning, buscando también evitar la cárcel, trate de viajar a otro país, obligando a abrir proceso de extradición que retrase la entrada en prisión, o solicite de nuevo el indulto, esta vez ante el departamento de Justicia del estado federado de Baja Sajonia, sin esperanzas de obtenerlo realmente pero posibilitando un nuevo retraso.
Uno de los últimos criminales nazis

Su proceso en Lüneburg será sin duda uno de los últimos por los crímenes del nazismo, dada la edad de quiénes los cometieron. Gröning admitió ane el tribunal su «complicidad moral» en las muertes del campo de exterminio de Auschwitz y pidió perdón a los supervivientes y familiares de las víctimas de la acusación particular, además de lamentar no haber actuado en consecuencia ante unos crímenes de los que, dijo, fue perfectamente consciente.

Uno de los momentos más emotivos del proceso fue cuando la octogenaria Eva Kor, superviviente de los campos de concentración nazis, se acercó a él para expresarle una suerte de perdón. «Quería darle la mano porque estoy interesada en ver lo que pasa cuando una víctima se encuentra con su verdugo. Yo solo le di la mano y le dije que aprecio el hecho de que esté dispuesto a venir aquí y se enfrente a esto, pero me gustaría que inste a los viejos nazis que siguen vivos a hacer lo mismo y que aborde el problema de los nuevos neonazis que hay hoy en Alemania». Gröning, tras un instante de sorpresa en el que amagó un desmayo, se levantó torpemente de su silla de ruedas para darle un beso en la mejilla y abrazar a la anciana. «Mi perdón no te absuelve de tu responsabilidad. Así que te pido que digas a los jóvenes neonazis que Auschwitz existió, que la ideología nazi solo trajo derrota y dolor y que en vez de odiar o matar vayan a la escuela y aprendan una ocupación o un oficio», le dijo también, antes de explicar a medios de comunicación del mundo entero, que seguían el proceso, que «el perdón es un acto de curación y de liberación».

La condena a cuatro años de cárcel superó la petición de la fiscalía, que había solicitado tres años y medio, pero resultó insuficiente para muchas otras víctimas y sus herederos, dada la magnitud de los crímenes que se estaban juzgando. (Rosalía Sánchez / ABC)

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