sábado, 25 de noviembre de 2017

noviembre 25, 2017
MÉXICO, 25 de noviembre.- La Virgen de Guadalupe es sin duda uno de los símbolos más importantes de los mexicanos, no solo para lo que profesan la religión católica, o para México. La Morenita del Tepeyac es un símbolo de amor que conmueve a todo un continente.


Con justa razón es la Reina de México y Emperatriz de América. Desde sus apariciones a San Juan Diego, millones de peregrinos visitan cada año la venerada imagen de la Virgen de Guadalupe, que quedó plasmada en el manto y en lo más profundo de nuestros corazones.

Carlos Eduardo Díaz, autor de Nuestra madre eterna, la luz que guía a América, publicado por editorial Diana, señala que “es, tal vez junto con la Bandera Nacional, el símbolo que logra congregar en torno suyo a más mexicanos al mismo tiempo. Esto se debe a la devoción que el pueblo mexicano siente por Ella”.

Sin embargo, agrega, su imagen posee un significado más amplio, puesto que se trata de un códice, es un documento que puede ser leído y al interpretarlo, brinda un mensaje muy específico principalmente a los mexicanos.

Para entenderlo, el autor comenta que es necesario hacer uso de la historia y remontarse hasta la construcción de la Pirámide del Sol en Teotihuacán, a leyendas mexicas, a la conquista española e incluso a las enseñanzas que eran atribuidas a Quetzalcóatl.

“Tanto la imagen misma como el documento en el que se consignan las apariciones en el Tepeyac, llamado Nican mopohua, están colmados de detalles que hacen referencia a las antiguas culturas de México. Si utilizamos la historia para descifrarlos, como se hace con un códice, encontraremos que en la estampa guadalupana se encuentran plasmados, como en el Templo Mayor, los tres niveles del universo, que las flores del vestido dan la idea de desprender un aroma delicioso, que la mujer que podemos observar ahí pertenece a la nobleza, debido a sus afelpadas ropas, al material con que está elaborado su collar y a su zapato, y que además se trata de una doncella, es decir, de una joven soltera, lo cual se desprende de su peinado, entre decenas de elementos y símbolos más.”

En Nuestra madre eterna, la luz que guía a América, Carlos Eduardo Díaz comparte narraciones y anécdotas del misterio guadalupano acerca del amor incondicional y la compasión hacia todo aquel que lo necesita.

Carlos Eduardo Díaz. Ciudad de México, 1973. Licenciado en periodismo por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Ha explorado la poesía, el cuento y el ensayo histórico. Este libro es fruto de sus investigaciones a lo largo de más de veinte años, las cuales lo han llevado a escribir artículos y dictar conferencias sobre el tema. (Boletín)

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