martes, 19 de septiembre de 2017

septiembre 19, 2017
Pedro Echeverría V.

1. Hace unos 20 días escuché una interpretación interesante de Lorenzo Meyer en el programa de Carmen Aristegui acerca de los llamados “fenómenos naturales (sismos, tormentas, torbellinos, inundaciones, maremotos) frente a los que nada se puede hacer”. La reflexión del estudioso Meyer me pareció de lo más importante al decir que: “no puede ser la naturaleza la culpable de los destrozos de edificios, calles, casas e inundaciones, sino los seres humanos que construyen o viven en lugares donde la naturaleza domina”. Espero no estar deformando o malinterpretando a Meyer pues sólo me quedé con la idea que escuché, seguí trabajando en la cabeza y que ahora me sirve de opinión.

2. Todos sabemos, desde el momento que vivimos en un lugar, a qué estamos expuestos. Oaxaca, Chiapas, Guerrero, la CDMX, pertenecen a la zona sísmica, montañosa, cercana al mar y todos los fenómenos que produce; los puertos siempre están expuestos a las tormentas, a los maremotos y a todo lo que los poderosos océanos producen; algunas regiones de los EEUU siempre están viviendo en medio de los terribles tornados que levantan con gran facilidad construcciones. Existen zonas de climas muy extremosos que requieren cuidados especiales, así como zonas desérticas en las que cae poca lluvia y se levantan enormes tolvaneras. Parece que los ciclos geográficos nunca se mantienen estables por mucho tiempo.

3. Sabida la existencia de las clases sociales y de la enorme desigualdad económica, política y cultural que los separa, las clases más poderosa desde hace siglos y milenios han escogido los continentes y países de mejores condiciones para vivir y los países más abandonados, más inhóspitos, con los peores climas y peligros, se los han dejado a los pueblos sometidos. Y lo más notable es que en cada país hay regiones con más altos costos de las tierras que son seleccionados por los hombres más ricos dejando que las regiones montañosas, pedregosas, áridas, expuestas a fenómenos naturales destructivos sean ocupadas por los más pobres. ¿Es casual acaso que todos los sismos y terremotos dañen siempre a las familias pobres?

4. En la república mexicana todos los sismos, terremotos y huracanes destruyen en un 98 por ciento a familias que viven en las regiones y las casas más miserables; a aquellas familias que construyeron sus hogares en regiones peligrosas y las hicieron con materiales muy baratos. ¿Podrá demostrarse que el culpable es el “fenómeno natural” y no los hombres que por necesidad, por carencias, construyeron en territorio sísmico o expuesto a huracanes? Así que también los estragos que causan esos fenómenos de la naturaleza son culpa del capitalismo, de la miseria, de las malísimas condiciones en que durante muchos siglos ha vivido la humanidad. ¿Por qué esos fenómenos apenas tocan a los sectores delas clases altas?

5. Por ello, la participación reflexiva de Lorenzo Meyer me puso a meditar que también en el caso de los sismos y de los huracanes pensamos como tontos culpando a dios o al diablo de lo mucho que sufrimos sin darnos cuenta que siempre es el pueblo el que sale dañado. ¿Por qué siempre son los mismos? Porque el pueblo sigue dormido por los medios de información al servicio de los empresarios. No es que los empresarios, los malos gobernantes y partidos políticos sean los impulsores de los sismos y huracanes, pero es este sistema opresor capitalista y asesino, el que obliga al pueblo a vivir en regiones, territorios y hogares sin un sistema defensivo adecuado. Así que la batalla contra el sistema desigual está en todos lados y que nadie quiera engañarnos. (19/IX/17)

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