martes, 13 de junio de 2017

junio 13, 2017
WASHINGTON D.C., 13 de junio de 2017.- “No sé”, “No recuerdo”, “No estaba al tanto, “No que yo sepa” y “No estoy en capacidad de revelar comunicaciones privadas con el presidente”, fueron frases que marcaron la comparecencia del fiscal general Jeff Sessions ante el Comité de Inteligencia del Senado y que frustraron a quienes querían saber respuestas a cosas que dejó en el aire la semana pasada en esta misma sala el exdirector del FBI James Comey.

Hubo algo crucial que Sessions dijo no recordar: las circusntancias en las que Comey se quedó solo con el presidente Donald Trump el 14 de febrero al término de una reunión con la comunidad de inteligencia en la Oficina Oval de la Casa Blanca, que "preocupó" al entonces director del FBI. Sin embargo, aseguró que ese encuentro y las frecuentes comunicaciones entre Trump y Comey no son necesariamente "indebidas".

Y algo no logró explicar para satisfacción de todos los senadores: por qué se negaba a hablar de conversaciones con el presidente aunque no estaba invocando un "privilegio ejecutivo" que él mismo Sessions reconoció que no tenía derecho a invocar.

Nervioso, a veces irritado, en muchas ocasiones reiterativo, el fiscal general trató de sortear el campo minado de la trama rusa con silencios y versiones oficiales denostadas por el propio Trump. “Cualquier sugerencia de que estuve implicado es una detestable y abominable mentira”, clamó. (El País)

La comparecencia de Sessions no despertó en Washington el mismo revuelo que la que cinco días atrás generó la de Comey. Eso, a pesar que era la “respuesta” a aquella y que, paradójicamente, nadie sabía que diría el fiscal general (contrario a la de Comey, cuyo testimonio básico se supo el día anterior).

El canal de televisión del Congreso, C-SPAN, la presentó como “El fiscal general responde al testimonio de James Comey” y, como se suponía, los temas salieron de lo que dijo Comey la semana pasada. Así lo dejaron claro en sus declaraciones de apertura el presidente del comité, el republicano Richard Burr y el vicepresidente, el demócrata Mark Warner.

Tensiones promocionales aparte, era la primera vez que el secretario de Justicia hablaba desde que a principios de marzo se inhibió de todo vínculo con la investigación del ‘Rusiagate’, luego de que se conocieran reuniones que sostuvo con el embajador ruso en Washington de las que no informó al Senado como le obligaba el proceso de aprobación para el cargo de fiscal general.

Rusia y el honor ofendido

En una larga declaración inicial de quince minutos, Sessions dejó claro que se consideraba ofendido por la sola sospecha de que tras su trayectoria de casi cuatro décadas en la política alguien pensara que él fuera capaz de confabularse con algún factor extranjero para perjudicar el sistema estadounidense, en referencia a la investigación de la interferencia de Rusia en las elecciones del 2016.

"La sugerencia de que participé en cualquier colusión ... para herir a este país al que he servido con honor durante 35 años ... es una mentira espantosa y detestable", declaró Sessions visiblemente ofendido.

En un punto de la sesión, el secretario de Justicia se mostró molesto porque se estuviera insinuando que estaba poniendo una muralla a la investigación con su negativa a reponder para no violar el secreto de conversaciones con el presidente.

Mientras el senador demócrata Martin Heinrich llegó a decir que con su actitud estaba obstruyendo la investigaación federal, la senadora Kamala Harris protagonizó un tenso pugilato verbal con Sessions, al punto que el senador John McCain tuvo que pedir que le dejara responder.

Sessions afirmó que no son ciertos los informes que circularon sobre otras reuniones con funcionarios rusos en el hotel Mayflower de Washington DC.

"No he tenido ninguna reunión privada con ningún funcionario ruso en el hotel Mayflower de Washington DC", respondió Sessions. Luego, aclaró que no recordaba que Sergei Kislyak estuviera allí pero "entiendo que él estaba" y que recientemente vio "un video de él entrando en la sala del hotel".

En referencia a sus contactos con el embajador ruso en Washington, Sergei Kislyak, cuando formaba parte de la campaña de Trump dijo que sus reuniones no tiuvieron vínculo con temas de la campaña.

Privilegio usado pero no invocado

En cuatro ocasiones Sessions dijo no poder revelar la naturaleza de conversaciones tenidas con el presidente cuando los senadores quisieron saber por qué fue necesario que él escribiera un informe recomendando el despido del director del FBI si el presidente dejó claro después en una entrevista de TV que la razón había sido el manejo de la investigación sobre el ‘Rusiagate’.

“Como les he advertido, Sr. Presidente, y consistente con una práctica de larga data, no puedo y no violaré mi obligación de proteger la confidencialidad de las comunicaciones con el presidente”, indicó el fiscal general desde el arranque de su declaración jurada y de esa manera esquivó varias preguntas sobre particulares de las circunstancias del abrupto despido de Comey.

Ante eso, cuatro senadores demócratas expresaron su molestia con Sessions por su negativa a responder algunas preguntas alegando que estaba “protegiendo” al presidente.

Sessions apuntó que no estaba invocando el “privilegio ejecutivo” que resguarda lo tratado entre el presidente y sus subalternos, pero que igualmente no estaba en capacidad de hacer referencia a conversaciones que hubiera tenido (o no) con el mandatario que este no haya autorizado, algo que dejó perplejos y visiblemente frustrados a varios senadores.

En ese punto, la comparecencia fue una prueba de lealtad al Donald Trump. Una quizá necesaria, dadas las insistentes versiones que hablan de una ruptura entre el presidente y su fiscal general, quien uno de sus apoyos más tempranos cuando muchos dentro del Partido Republicano rechazaban la idea de tener al magnate como su nominado presidencial.

Por qué despidió a Comey

A principios de marzo, Sessions se inhibió de todo vínculo con la investigación del ‘Rusiagate’, luego de que se conocieran reuniones que sostuvo con el embajador ruso en Washington de las que no informó al Senado como le obligaba el proceso de aprobación para el cargo de fiscal general.

Varios senadores, incluyendo la republicana Susan Collins, destacaron el que Sessions fuera parte del proceso pese a haberse inhibido en el caso de la investigación sobre los vínculos de la campaña republicana con los rusos.

Pero el fiscal general aseguró que su inhibición se centraba en el ‘Rusiagate’ y que no le impedía cumplir con su función de supervisar la agencia y su jefe.

“Me recusé no por ningún manejo equivocado de parte ía durante la campaña, sino porque la regulación del Departamento de Justicia 28 CFR45.2 lo requiere. Esa regulación establece, en efecto, que los empleados del departamento no pueden participar en investigaciones de una campaña en las que han servido como asesores”.

Al ser preguntado sobre si compartió con Comey la evaluación de "mal desempeño" de sus funciones que presentó al presidente, Sessions reveló que no lo hizo. Eso a pesar de que más de un abogado explicaría que es derecho de todo empleado conocer de antemano actuaciones que pueden llevar a su dimisión.

Al final Sessions no fue el perro de presa que algunos pensaban que iba a lanzar la Casa Blanca para desprestigiar el testimonio de Comey, sobre quién habló poco, aunque se mostró molesto en ocasiones por esas “insinuaciones” que quedaron (no dijo si del testimonio del exjefe del FBI) sobre su actuación. (Univisión)