miércoles, 17 de mayo de 2017

mayo 17, 2017
WASHINGTON D.C., 17 de mayo de 2017.- El apoyo a Donald Trump en el Congreso de EEUU está empezando a erosionarse a medida que siguen produciéndose nuevas revelaciones acerca de la relación del presidente de EEUU con Rusia. Los republicanos de centro y los que afrontan una campaña complicada para la reelección en las elecciones legislativas están empezando a distanciarse de Trump aunque el liderazgo del partido trata de seguir haciendo trapecismo político y de guardar una exquisita equidistancia.

Esta misma noche el Departamento de Justicia ha dado otro giro de tuerca al asunto al nombrar al ex director del FBI Robert Mueller como "fiscal especial" para supervisar la investigación de esa agencia sobre la injerencia de Rusia en las elecciones de 2016.

En un comunicado, el vicefiscal general, Rod Rosenstein, anunció el nombramiento de Muller para supervisar la pesquisa sobre la intrusión rusa y los "asuntos relacionados" porque es de "interés público".

Robert Mueller, fiscal especial para investigar la relación de Trump con el gobierno de Rusia.

"Mi decisión no es un hallazgo de que se han cometido delitos o de que una acusación está confirmada. No he llegado a semejante determinación", explicó Rosenstein. "Lo que he decidido -precisó- es que, en base a circunstancias únicas, el interés público requiere que ponga esta investigación bajo la autoridad de una persona que ejerza una cierta independencia de la cadena normal de mando".

Mueller ha acordado dimitir de un bufete de abogados para el que trabajaba a fin de "evitar conflictos de interés", añadió el comunicado. El nuevo fiscal especial dirigió el FBI durante doce años bajo las presidencias del republicano George W. Bush y el demócrata Barack Obama, hasta su retirada en 2013.

Algunos, sin embargo, han elevado el tono de las críticas a un nivel difícil de imaginar hace 48 horas. "Hemos visto esto antes. Creo que está alcanzando el tamaño y la importancia del Watergate y de un par de escándalos más", declaró el miércoles el senador republicano John McCain, candidato a la presidencia en 2008 - cuando fue derrotado por Barack Obama - y enemigo declarado de Trump.

Y el representante por el estado de Michigan Justin Amash respondió con un escueto "sí" cuando la prensa le preguntó si podría iniciarse el proceso de destitución del presidente (el llamado 'impeachment') si se confirma que Trump trató de obligar al FBI a abandonar la investigación sobre sus vínculos y los de su equipo con el Gobierno ruso.

Ese presunto intento de obstruir la investigación está contenido en las notas que el ex director del FBI, James Comey, tomó de sus encuentros con Trump, en las que se dice que el presidente le pide al director del FBI que abandonara la investigación sobre los vínculos del entonces consejero de Seguridad Nacional, el general retirado Mike Flynn, y el Gobierno ruso. Y ahí es donde se ha producido el mayor cambio en el terreno de las realidades políticas en las últimas horas.

El Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes, controlado por los republicanos, ha pedido al FBI la entrega de esos documentos antes del miércoles próximo, y esa agencia policial ha accedido. La petición se hizo con el 'visto bueno' del presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, que mantiene una difícil tregua política con Trump desde que éste ganó la nominación del partido, hace un año.

Además, el Comité de Justicia del Senado ha pedido a la Casa Blanca las notas y las grabaciones en el caso de que las haya.

Este miércoles Trump dio un discurso en la ceremonia de graduación de la Guardia Costera: "Mirad cómo me han tratado últimamente, sobre todo los medios de comunicación. Ningún político en la Historia, y digo esto con gran certeza, ha sido tratado peor o de manera más injusta", ha declarado el presidente de EEUU. La relación del presidente con los medios de comunicación nunca ha sido buena, como revela un detalle de las notas de Comey que, sorprendentemente, ha sido soslayado por la prensa estadounidense: en sus encuentros, Trump le dijo al director del FBI que "debería considerar la posibilidad de meter en la cárcel a los periodistas que publiquen información clasificada".

"Obstrucción de la Justicia"

La filtración de las notas de Comey - que, en una llamativa casualidad, fue publicada por el 'New York Times' exactamente a la misma hora en la que se cumplían 7 días del cese del director del FBI - es un salto cualitativo en la crisis, porque invoca tres palabras: "Obstrucción de la Justicia".

Por obstrucción de la Justicia Richard Nixon fue sometido al 'impeachment' que se llevó a dimitir antes de ser sometido a la humillación de ser destituido. Y por obstrucción de la Justicia Bill Clinton fue sometido a un 'impeachment' que fracasó en el Senado. El presidente de EEUU tiene unos poderes constitucionales y legales inimaginables en muchas democracias. En cierto sentido está por encima de la Ley.

Pero no en materia de obstrucción a la Justicia, un concepto que en EEUU es, además, ambiguo y se presta a diferentes interpretaciones. Pero, al mismo tiempo, Ryan ha mostrado este miércoles una extrema deferencia hacia Trump cuando, en su rueda de prensa semanal, declaró que "por ahora hay que conseguir toda la información", y recalcó que sigue confiando en Trump.

Ryan también criticó a Comey porque éste no hizo públicas las injerencias en las investigación cuando se produjeron.

El actual número uno en funciones del FBI, Andy McCabe, ha negado ante el Congreso de EEUU que la Casa Blanca haya interferido en la investigación. Así pues, Trump todavía tiene apoyo de su partido.

De hecho, sólo unos 50 republicanos de la Cámara de Representantes -menos de la cuarta parte del total- han pedido la creación de un comité especial del Senado, una comisión de expertos independientes, o un fiscal especial, para investigar las relaciones entre Trump y Rusia.Por ahora, la posición más común entre los republicanos es la adoptada por el representante californiano de ese partido Darrel Issa, que el martes, al ser interrogado por la periodista de la web Politico Rachel Bade acerca del escándalo, le mostró el dedo índice de su mano. (Pablo Pardo / El Mundo)