viernes, 26 de mayo de 2017

mayo 26, 2017
BERLÍN, Alemania, 26 de mayo de 2017.- Humillación en público a los aliados por morosidad en el gasto militar y críticas en privado a los socios comunitarios. El presidente estadounidense, Donald Trump, ha optado en su primera vista a Bruselas por airear las diferencias diciendo abiertamente lo que piensa. Y de los alemanes opina que "son malos, muy malos"."The Germans are bad, very bad", dijo Trump en el encuentro que mantuvo con el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y de la Comisión, Jean-Claude Juncker. Según publican hoy en titulares el semanario 'Spiegel' y el diario 'Süddeutsche Zeitung', que atribuyen esa filtración a testigos presenciales, Trump se refería al superávit comercial de Alemania.

Trump en Bruselas. (DPA)

"Miren los millones de automóviles que venden en Estados Unidos. Horroroso. Vamos a parar eso", dijo Trump a sus interlocutores europeos, a lo que Juncker respondió en tono amigable pero con la misma claridad, concisión y firmeza que "eso es el libre comercio".

Al relato del semanario, el 'Süddeutsche Zeting' añade que el presidente Trump y su delegación acudieron a la reunión con las autoridades comunitarias poco informados en política comercial.

Así , el asesor comercial del Trump, Gary Gohn, partía de la base de que los aranceles entre Estados Unidos y Alemania son distintos a los que rigen el comercio con Bélgica. Gohn desconocía que los Estados de la UE sólo cierran acuerdos comerciales en conjunto.

Los titulares del paso de Trump por Bruselas y sobre "los alemanes malos" contrastan con los dejados ayer en Berlín de su antecesor en la Casa Blanca, Barack Obama. El ex presidente se desplazó a Berlín para participar con su "aliada favorita, la canciller Angela Merkel en un debate junto a la Puerta de Brandeburgo sobre democracia, compromiso social y humanismo. Obama, elocuente y carismático, recibió un baño de masas.

Hay que recordar que, en el primer encuentro entre la canciller alemana y el presidente de Estados Unidos, éste no sólo rechazó dar la mano a Merkel, sino que ni siquiera la miró. (Carmen Valero / El Mundo)