jueves, 6 de abril de 2017

abril 06, 2017
MADRID, españa, 6 de abril de 2017.- "Si estás viendo este vídeo, es que he conseguido ser libre". José Antonio Arrabal, enfermo de esclerosis lateral amiotrófica (ELA) falleció el pasado 2 de abril solo en su casa de Alcobendas (Madrid) tras ingerir una mezcla letal de fármacos que adquirió por internet.

Según publica el diario El País, Arrabal decidió grabar su suicidio el pasado 2 de abril para reclamar la legalización de la eutanasia en España. "Ya no puedo ni levantarme de la cama ni acostarme, no puedo darme ni la vuelta. No puedo vestirme, desnudarme. No puedo limpiarme. No puedo comer ya solo. Cuando te diagnostican la ELA, te dan la sentencia de muerte tal cual", señala Arrabal, que tenía 58 años, estaba casado y era padre de dos hijos.

Enlace a vídeo y nota en El País.

"Me parece indignante que en este país no esté legalizado el suicidio asistido y la eutanasia. Me parece indignante que una persona tenga que morir sola y en la clandestinidad. Me parece indignante que tu familia se tenga que marchar de casa para no verse comprometida en el tema y acabar en la cárcel", lamenta el enfermo, que no tendría que hacer un suicidio asistido solo" por su cuenta, sino que recibiría una medicación recetada por un profesional y moriría dulcemente.

"Recuerda, hoy soy yo, pero en un futuro pueden ser tus abuelos, tus padres, tus hermanos, tus hijos, tus nietos o tú. Piénsalo", señala Arrabal momentos antes de tomar una medicación que, en primer lugar, le sumió en un profundo sueño y, posteriormente, le provocó una parada cardiorrespiratoria.

Hace unos meses, Arrabal contó a EL MUNDO que quería suicidarse "con dignidad porque amaba vivir" ("Mi perra tiene más derechos a morir dignamente que yo").

José Antonio creó una petición en 'Change.org' pidiendo al Ministerio de Sanidad que le dejaran morir en España a través de un suicidio asistido. "El artículo 143 del Código Penal me lo impide. ¿Por qué no podemos acabar nuestra vida de manera digna si esta se convierte en un infierno", se preguntaba entonces.

No quería suponer un lastre para su familia ni esperar a que la degeneración que conlleva la enfermedad le dejara completamente postrado. "Al estado en el que me voy a quedar en poco tiempo no se le puede llamar vida", señalaba Arrabal, que ya había luchado y superado en 2015 una enfermedad rara, la hipereosinofilia.

Discusión sobre si luchar hasta el final

Tras encargar los fármacos que ha empleado para quitarse la vida, Arrabal mantuvo una conversación con otro enfermo de ELA, Javier Rojas Alonso, que al contrario que él, quiere vivir porque todas las mañana se levanta "convencido de que será el día en que hallen una cura". EL MUNDO fue testigo del encuentro. "Cuando te diagnostican ELA, siempre caes. Y cada vez estoy peor, casi no puedo ni moverme. No quiero seguir viviendo así. Moralmente no puedo hacerlo", señalaba Arrabal. "Respeto tu opinión, pero creo que nos haces mucho daño a todos los que tenemos esperanzas. Si los que sufrimos una enfermedad grave tomásemos esa decisión, mal iríamos. Me da rabia escuchar tu argumento por todas las personas que han luchado hasta el final con esta enfermedad", le contestaba Rojas, que le afeaba su "negatividad". "Lo que soy es realista. En un mes o así estaré en el otro barrio. No hay ninguna cura, no hay nada. Me parecéis admirables todos los que queréis llegar hasta el final, pero yo no soy uno de ellos. Y como mi vida es mía, elijo cómo y cuándo quiero morir", zanjaba Arrabal. (El Mundo / El País)