lunes, 13 de febrero de 2017

febrero 13, 2017
CAMBRIDGE, Massachussetts, 13 de febrero de 2017.- Vivir más años, evitar que aparezcan algunas enfermedades, incluso cambiar el color de los ojos… Existe más de una buena razón para que muchos quieran toquetear su ADN y así poder disfrutar de una mejor salud (o un aspecto distinto). Es lo que hace posible la llamada ingeniería genética, cuya función es modificar el ácido desoxirribonucleico de los seres vivos. Y algunos han decidido que no pueden esperar para mejorar el suyo propio. Así, ¿qué mejor que actuar como sus propias cobayas humanas?

El investigador en microbiología Brian Hanley, de 60 años, ha decidido arriesgarse. De hecho, un médico le ha inyectado ya copias de un gen en un muslo. Y no uno cualquiera, ya que el objetivo que persigue Hanley introduciendo en su cuerpo material genético no es otro que lograr producir una hormona que alargue su esperanza de vida y haga su cuerpo más fuerte y resistente.


Estos genes modificados habían sido diseñadas previamente por el propio Hanley, que pidió a una compañía que los generara. En la consulta, el médico se los inyectó mediante un par de electrodos especiales conectados a su pierna. Una vez dentro del cuerpo, a las células del músculo no les quedó otra que absorber el nuevo ADN.

Todo comenzó cuando Hanley buscaba inversores para uno de sus proyectos, similar al que él mismo ha terminado experimentando en primera persona: inyecciones de ADN que ayudaran a mejorar la resistencia en pacientes con sida.

Para demostrar el potencial de su idea, decidió que él debía ser el primero en probarlo. “Quería hacerlo para mí mismo y quería avanzar”, razona el propio Hanley en una entrevista.

En total, han sido dos inyecciones, una pequeña dosis recibida en 2015 y otra mayor el pasado verano.

Al no lograr esos inversores que buscaba, decidió tirar de ahorros para conseguir por sí mismo las inyecciones: pidió sus propios exámenes de sangre, obtuvo el visto bueno de un comité ético y buscó al médico que lo ayudaría, un cirujano plástico. Ahora, tras estas dos sesiones, investigadores de la Universidad de Harvard están estudiando su sangre. El experto en genética George Church, que comanda el laboratorio donde se están llevando a cabo los análisis, ha explicado que el de Hanley no es el primer caso y que, de hecho, conoce otros casos de terapias genéticas de personas que se han hecho los cambios por sí solas.

Los que buscan cambiar sus genes

De momento, estas terapias genéticas generan opiniones contrapuestas en la comunidad médica y, en algunos casos, carecen de control, por lo que no se sabe a ciencia cierta cuántas personas pueden estar recurriendo a ellas. Suelen ser bastante comunes en aquellas personas que intentan frenar el envejecimiento. Para ello, se inyectan hormonas de crecimiento o consumen megavitaminas. Precisamente Church ha afirmado que un estudiante de su laboratorio podría preparar próximamente un tratamiento genético para experimentar con animales.

Además, en 2015 se conoció el ejemplo de Elizabeth Parrish, CEO de una ‘startup’ de biotecnología llamada BioViva, que desarrolla proyectos contra el envejecimiento de la piel o la ateroesclerosis. Parrish afirmó que se había sometido a una terapia de genes como parte de sus propuestas para desarrollar tratamientos contra el alzhéimer y la pérdida de masa muscular, asociados al envejecimiento, al que calificaba de “enfermedad”. Según su testimonio, le inyectaron el gen folistatina, que (en experimentos con animales) incrementa la masa muscular bloqueando la miostatina, un inhibidor del crecimiento de ese tejido.

En España, la investigadora y directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas María Blasco ha desarrollado terapias con telómeros (unas bioestructuras que protegen el material genético) para frenar el envejecimiento celular. En concreto, ya ha demostrado en ratones que puede alargar su vida y retrasar la aparición de enfermedades. “Nuestro reto es frenar el envejecimiento, hacer ratones que sean jóvenes durante más tiempo y que tengan menos enfermedades. Eso es diferente de la inmortalidad”, ha dicho.

Terapias baratas y populares

Por su parte, Brian Hanley quiere que en el futuro las terapias genéticas se popularicen hasta tal punto que cualquiera pueda acceder a ellas de forma barata y sencilla. Hasta el momento, hay investigaciones referentes a enfermedades como la hemofilia (que solo sufren los varones pero que es transmitida por las madres). Sin embargo, acceder a estos tratamientos solo está reservado a pacientes con una buena cuenta corriente. Por comparar, una de estas inyecciones debería ser tan sencilla y accesible como una simple operación estética de retoque. O más aún, .

Hanley quiere convertir en una tendencia estas terapias desde su propia empresa, Butterfly Science, con sede en California y desde la que ya busca el desarrollo de esas inyecciones para combatir las enfermedades y el mismo paso del tiempo. Si los experimentos del estadounidense surten efecto, el objetivo es que en el futuro cualquiera reciba estas inyecciones para mejorar su estado, sobre todo si es una persona enferma. La única forma de averiguarlo era con la propia experimentación. Y Hanley no ha querido esperar para ser el primero en alargar su propia vida (o, al menos, intentarlo).(Cooking Ideas)