sábado, 25 de febrero de 2017

febrero 25, 2017
PEKÍN, China, 25 de febrero de 2017.- La muerte de Kim Jong-nam, el hermanastro del dictador de Corea del Norte asesinado en Malasia la semana pasada, tenía un precio. Curiosamente, y a pesar de su importancia, su cabeza no valía mucho: solo 400 ringgits (90 dólares/85 euros). Según ha confesado este sábado una de las dos mujeres detenidas por este crimen, la indonesia Siti Aishah, de 25 años, ese es el dinero que unos desconocidos le pagaron por rociar a Kim Jong-nam con un líquido que ella pensaba que era aceite infantil para una broma en un programa de televisión. Sin embargo, no resultó ser ni una cosa ni otra, ya que en realidad se trataba del agente nervioso VX, una sustancia letal considerada un arma química capaz de matar en pocos minutos.

Manteniendo esa misma coartada desde su detención, Siti Aishah se entrevistó con un diplomático de la Embajada indonesia en Kuala Lumpur, Andreano Erwin, a quien contó su participación en el crimen de Kim Jong-nam, pero sin dar demasiados detalles. «Ha dicho que le pagaron… En general, que unos hombres le pidieron hacerlo y que ella no sabía qué ocurriría después», explicó al diario «New Straits Times» el diplomático, a quien Siti Aishah tampoco le dio nombres concretos, más allá de «James» o «Jang», y solo le dijo que «quizás eran japoneses o coreanos».

La joven, arrestada junto a un malasio de 26 años que es su novio, trabajaba como dependienta de ropa en la isla indonesia de Batam, contigua a Singapur, y está divorciada desde 2012 de un empresario con quien tuvo un hijo. Además de ellos, fue detenida otra joven con pasaporte vietnamita, Doan Thi Huong, que también se entrevistó con funcionarios de su embajada. Pero estos rehusaron hacer declaraciones.

Pyongyang, tras el crimen

Junto a un detenido natural de Corea del Norte, la Policía malasia busca a siete compatriotas suyos porque sospecha que tras el crimen se halla el régimen estalinista de Pyongyang. Entre ellos destacan el segundo secretario de la Embajada norcoreana en Kuala Lumpur y un empleado de sus aerolíneas estatales, Koryo, que pudieron valerse de su posición para colar en Malasia el mortífero agente nervioso VX.

Todos los indicios apuntan a que el joven dictador norcoreano, Kim Jong-un, ordenó liquidar a su hermanastro mayor, que en su día sonó como el sucesor del régimen pero cayó en desgracia en 2001. Desde entonces, Kim Jong-nam vivía un exilio dorado en Macao, donde se permitía el lujo de criticar la sucesión y a su hermanastro menor. (Pablo M. Díez / ABC)