miércoles, 4 de enero de 2017

enero 04, 2017
NAIPYIDO, Birmania, 4 de enero de 2017.- La imagen de un niño muerto, de solo un año y cuatro meses, perteneciente a la etnia rohingya, la minoría musulmana de Birmania, se difundió ampliamente por Internet y desnudó la tragedia de esa gente, según publicó el sitio web de ANSA latina.

La imagen recuerda a la del niño sirio Aylan Kurdi, que se ahogó en el mar durante una travesía hacia Grecia, cuyo cuerpo fue arrastrado por las olas hacia una playa turca y que devino en símbolo del drama de la inmigración.

El pequeño de etnia rohingya se llama Mohammed Shohayet, según reportó la cadena estadounidense CNN.


Su familia, que vivía en el turbulento estado birmano de Rakhine, intentó huir a Bangladesh y en el camino encontró la muerte, al igual que su madre, hermano de tres años y un tío, que también se ahogaron en el río que marca el límite entre ambos países.

Birmania se encuentra bajo una situación de violencia interna y una comisión creada por el Gobierno negó hoy que las fuerzas gubernamentales hayan cometido abusos contra miembros de la minoría musulmana rohingya, como denunciaron activistas en favor de los derechos humanos.

Esos abusos, pese a la negación, también puede observarse en un reciente video grabado por soldados birmanos.

En un informe, publicado en el diario oficialista Global New Light of Myanmar, la comisión oficial asegura que "no ha encontrado suficientes evidencias" sobre las denuncias de violaciones, saqueos y ejecuciones sumarias.

Las autoridades negaron las acusaciones y sostienen que la actuación de las fuerzas de seguridad fue de acuerdo con la ley, una afirmación que también sostiene la comisión encabezada por un antiguo miembro de la junta militar que rigió el país durante casi medio siglo.

Al menos 30 mil civiles, la mayoría de esta minoría musulmana, han sido desplazados por la violencia en la zona, cerrada por el Ejército birmano al acceso de ayuda humanitaria, de la que dependían unas 150 mil personas, y observadores independientes.

Human Rights Watch acusó al Ejército de la quema de mil 500 casas desde el inicio de la campaña militar y exigió la apertura de la zona a la ayuda humanitaria, lo que también han reclamado la ONU y 14 misiones diplomáticas en el país.

Más de un millón de rohingya viven en Rakhine, donde sufren una creciente discriminación desde el brote de violencia sectaria en 2012.

Esas acciones causaron al menos 160 muertos y dejó a unos 120 mil de ellos confinados en 67 campos de desplazados internos.

Las autoridades birmanas no reconocen la ciudadanía a los rohingya, sino que les considera inmigrantes bengalíes, y les impone múltiples restricciones, incluida la privación de movimientos.

De esta tragedia huía la familia del niño muerto en el fango. (ANSA / Sipse)