viernes, 27 de enero de 2017

enero 27, 2017
NUEVA DELHI, 27 de enero de 2017.- Una enorme cobra surgió de la cesta de mimbre cuando Buti Nath comenzó a tocar su flauta. El hombre, de 65 años, pertenece a una antigua tribu de encantadores de serpientes, Saperas, que prosperó durante siglos gracias a su habilidad para cazar algunos de los ejemplares más peligrosos de la especie y luego hacerlos bailar frente a una multitud de curiosos.

"Nuestra familia ha hecho este trabajo por más de siete generaciones", dijo Buti, nacido en el pueblo de Dera Jogi en el estado de Uttar Pradesh, India. 


Los encantadores de serpientes siempre han gozado de una posición especial entre los hindúes, ya que se consideran seguidores del dios Shiva y de los principales proveedores de medicamentos en caso de mordeduras de serpientes.

En los últimos años, sin embargo, los habitantes de la localidad de Dera Jogi se han enfrentado a muchas dificultades. La creciente preocupación por la preservación de la vida silvestre del país dio lugar en 1991 a un decreto de prohibición de sus prácticas.

















Los pocos encantadores restantes tampoco ganan lo suficiente para alimentarse a sí mismos y a sus familias: un Sarapas gana alrededor de 200 rupias por día, o tres dólares estadounidenses. Muchos jóvenes se ven obligados a abandonar el pueblo y las antiguas prácticas de sus antepasados ​​para ir a la gran ciudad para conducir rickshaws o buscar un trabajo en el sector de la construcción. (Alessandra Del Zotto / La Repubblica)