viernes, 23 de diciembre de 2016

diciembre 23, 2016
CIUDAD DE MÉXICO, 23 de diciembre de 2016.- Varios portales informativos señalan que, en círculos eclesiásticos, se mencionan los nombres de cuatro posibles sucesores del Cardenal Norberto Rivera Carrera, quien en junio de 2017 deberá presentar su renuncia al arzobispado de México.

Los cuatro prelados en la lista, con base en un análisis de Rodolfo Soriano Núñez, especialista en la conformación de la jerarquía católica mexicana, son: Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla y recién nombrado cardenal; Jorge Carlos Patrón Wong, el más cercano al Papa Francisco y actual secretario para los Seminarios de la Congregación para el Clero; Ramón Castro Castro, obispo de Cuernavaca que impulsa una pastoral social comprometida, y Víctor Sánchez Espinoza, arzobispo de Puebla, a quien señala como el “delfín” de monseñor Rivera Carrera.

En junio de 2017, cuando cumple 75 años, el cardenal  Rivera Carrera deberá presentar su renuncia al Papa Francisco, de acuerdo con la norma que establece el Código de Derecho Canónico.


El analista, entrevistado por Proceso, agrega: “De estos cuatro prospectos, quien tiene más posibilidades de ocupar el arzobispado es monseñor Aguiar Retes. Lleva con mucho la delantera, en primer lugar porque ya es cardenal y además por su amplia experiencia en altos cargos eclesiásticos: fue dos veces presidente del episcopado mexicano y también ha ocupado puestos directivos en el Consejo Episcopal Latinoa­mericano (Celam), donde conoció a Jorge Mario Bergoglio desde antes que éste fuera Papa. Ambos llevan una relación cordial. Me aventuraría a decir que Aguiar Retes tiene 80% de probabilidades de suceder a Norberto Rivera”.

Sobre el segundo prospecto a la arquidiócesis, el yucateco Patrón Wong, dice Soriano: “Patrón ha tenido un ascenso vertiginoso en los últimos tres años. Tan pronto llegó Bergoglio al pontificado lo sacó de la diócesis de Papantla –donde apenas tenía un año como obispo titular– y se lo llevó al Vaticano. Allá lo nombró secretario para los Seminarios de la Congregación para el Clero y además consejero de la Pontificia Comisión para América Latina. Dos cargos importantísimos”.

–¿Por qué se habrá fijado el Papa en él?

–No lo tengo claro. Quizá detrás estuvo la mano del anterior nuncio, Christophe­ Pierre. Pero lo cierto es que en el tiempo que estuvo en Papantla, primero como obispo coadjutor, Patrón Wong se empeñó mucho en cambiar cosas y en promover la pastoral social. Fue muy activo en la organización de actividades académico-pastorales y no era indiferente a los problemas de la región. De todos los prospectos al arzobispado, él es el más cercano al Papa y, a sus 58 años, el más joven.

Otro prospecto al que Soriano le ve arrestos para ocupar la principal circunscripción eclesiástica del país es el actual obispo de Cuernavaca, sobre quien opina:

“El obispo Ramón Castro ha tenido mucha cercanía con las comunidades urbanas y rurales morelenses que están peleando por sus derechos y enfrentándose, incluso, con el gobernador Graco Ramírez.

“Castro es muy apreciado en la entidad precisamente por esta capacidad para vincularse con los movimientos sociales. Ha sabido trabajar en un difícil contexto de violencia, por lo que su pastoral va más allá de lo litúrgico.”

El cuarto candidato a ocupar el cargo es el actual arzobispo de Puebla, sobre quien Soriano Núñez comenta:

“Sánchez Espinoza tiene la ventaja de conocer bien la arquidiócesis de México, donde se desempeñó como obispo auxiliar de Norberto Rivera. Incluso actualmente hay un movimiento de algunos sacerdotes de la arquidiócesis que se manifiestan a su favor, lo cual es muy raro. Creo que Norberto está detrás y apoya su candidatura; es su ‘delfín’.”

–¿Cómo ha sido el quehacer pastoral de Sánchez Espinoza?

–Del estilo de Norberto; de aferrarse a ciertas tradiciones que dan énfasis a lo litúrgico y están obsesionadas con la moral sexual. Al igual que Norberto, Sánchez también acaba de confrontarse en Puebla con los grupos LGBTTTI que pugnan a favor del matrimonio gay. Tiene poca capacidad para imaginar nuevas maneras de relacionarse con la gente. (Jenaro Villamil / Proceso)