domingo, 11 de diciembre de 2016

diciembre 11, 2016
TÚNEZ, 11 de diciembre de 2016.- Al menos 25 personas fallecieron y otras 49 resultaron heridas de diversa gravedad el domingo por la mañana a causa de la explosión de una bomba de gran potencia en una iglesia de El Cairo, según ha informado la televisión pública egipcia. El artefacto estalló en la sección dedicada a las mujeres de la iglesia de San Pedro y San Pablo, adyacente a la catedral de San Marcos, sede del patriarca de la Iglesia Ortodoxa Copta, la principal confesión cristiana del país. Este es el ataque más violento padecido durante las últimas años por la minoría cristiana copta, que representa aproximadamente un 10% de la población egipcia, y se añade al continuo degoteo de atentados perpetrados por la insurgencia islamista desde verano de 2013.

Fuentes de la Iglesia Ortodoxa Copta, que profesa alrededor del 8% de la población egipcia, han precisado que la detonación se ha registrado en la iglesia de San Pedro y San Pablo, contigua a la catedral, ubicada en el barrio cairota de Abaseya.

La bomba detonó aproximadamente a las 10.00 (9.00 hora de la península Ibérica), cuando el templo se hallaba lleno de fieles, pues se estaba celebrando la tradicional misa dominical. Algunas informaciones apuntan a que una mujer habría depositado el artefacto en el templo poco antes de la deflagración. De acuerdo con los medios locales, el explosivo, que reventó los cristales de la iglesia e incluso provocó desperfectos en su techo, estaba compuesto por 12 kilos de TNT. La policía enseguida acordonó la zona, que se llenó de ambulancias. De momento, ningún grupo ha reivindicado la acción.

"Tan pronto como el cura nos instó a preparar la plegaria, sucedió la explosión ... El polvo cubrió la sala y buscaba la puerta, pero no podía ver nada ... Al final, pude salir en mitad de gritos, había mucho gente tirada en el suelo ", explicó a Reuters Emad Shukri, un fiel que se hallaba en el recinto. Tanto los representantes de la Iglesia Copta como de la Universidad del Azhar, la institución religiosa musulmana más importante del país, condenaron enérgicamente este ataque sectario. Por su parte, la presidencia del país declaro a través de un comunicado tres días de duelo por un acto que calificó de "terrorismo".
Las imágenes difundidas por la prensa local muestran los destrozos ocasionados en el interior del templo y la sangre desperdigada por el suelo del inmueble, incluido en un complejo religioso que suele estar fuertemente protegido por ejército y policía. Los heridos han sido trasladados a dos hospitales cercanos.

El primer ministro egipcio, Sherif Ismail, ha reaccionado con un comunicado: "Los musulmanes y los cristianos de la nación se solidarizan contra este terrorismo negro".

El imán de Al Azhar, la más alta institución del islam sunita en Egipto, también ha condenado el ataque terrorista que se ha registrado esta mañana en la catedral" y ha denunciado un terrorismo "infame" dirigido contra "almas inocentes".

Varios centenares de egipcios, en su mayoría cristianos, se han manifestado frente a la catedral para protestar y exigir responsabilidades por estas muertes. Entre gritos de "Si la sangre de los egipcios es barata, que se vaya el presidente" o "Con el alma y la sangre protegeremos nuestras iglesias", los participantes pidieron la dimisión del jefe de Estado, Abdelfatah al Sisi, y del ministro de Interior, Magdy Abdelgafar.

El atentado sucede tan solo dos días después de que otro ataque con bomba provocara la muerte de seis policías que estaban apostados en un puesto de control en una avenida que conduce a las Pirámides de Guiza, al oeste de El Cairo. La acción fue reivindicada por un oscuro grupo llamado Movimiento de los Brazos de Egipto-Hasm (“Determinación”). Durante los últimos meses, esta banda terrorista ha realizado diversos atentados, siempre dirigidos contra agentes de las fuerzas de seguridad o altos cargos del Estado, como el ex muftí Alí Gomaa.

Desde el golpe de Estado de 2013, en el que fue derrocado el presidente islamista Mohamed Morsi, Egipto sufre de forma continuada los golpes de una variopinta insurgencia de inspiración islamista que ha provocado cientos de víctimas mortales. Sin duda, el grupo más mortífero es Wilaya Sina (provincia del Sinaí), que abandonó su antiguo nombre, Ansar Bait al Maqdis, cuando pasó a integrarse al autodenominado Estado Islámico, en 2014. Si bien Wilaya Sina ha realizado algún atentado en El Cairo, su feudo y principal escenario de actuación es la península del Sinaí.

Junto a este grupo, existe una nebulosa de pequeñas organizaciones que actúan de forma discontinua, y que suelen reivindicar ataques sobre todo en la zona metropolitana de El Cairo. Entre ellas, figura el Movimiento de los Brazos de Egipto-Hasm. Según las autoridades, estos grupos están controlados por los Hermanos Musulmanes, el movimiento del ex presidente Morsi, algo que esta organización siempre ha negado. Habitualmente, el blanco de los ataques terroristas son las fuerzas de seguridad, si bien el atentado más brutal hasta la fecha fue el derribo de un avión de pasajeros ruso en la provincia del Sinaí, que provocó la muerte de 225 personas, la mayoría turistas.

El atentado en la iglesia de San Pedro es el más grave acto de violencia padecido por la comunidad cristiana copta desde hace décadas. Un ataque parecido tuvo lugar en enero del 2011, pocos días antes del estallido de la Revolución que puso fin a las tres décadas de gobierno del dictador Hosni Mubarak. Aunque nunca remitieron, las tensiones sectarias se dispararon después del golpe de 2013, pues la comunidad copta fue señalada como cabeza de turco por los seguidores de los Hermanos Musulmanes. El patriarca copto, Tawadros II, se significó en su apoyo a la asonada y llegó a flanquear al actual presidente, Abdelfatá al Sisi, entonces ministro de Defensa, mientras leía el comunicado de destitución de Morsi.

A mediados de agosto del 2013, horas después del brutal desalojo del campamento de protesta islamista de Rabá al Audawia, en el que fallecieron cerca de 1.000 simpatizantes de Morsi, en los feudos islamistas del sur se desató una venganza que se saldó con la destrucción de unas 40 iglesias y diversas propiedades de cristianos. (Ricard González / El País/El Mundo / La Repubblica)