viernes, 18 de noviembre de 2016

noviembre 18, 2016
Pedro Echeverría V.                   

La próxima revolución tiene que ser una rebelión mundial

1. La Revolución Mexicana 1910-17 sólo buscaba derrocar la dictadura de Porfirio Díaz (1876-1911), que sí logró, e instalar un país moderno capitalista: expropiación petrolera, nacionalización eléctrica, creación del IMSS, instalación de tierras ejidales, nacionalización de FFCC, educación nacionalista, que también necesitaba el capitalismo para su desarrollo; que también consiguió. Pero como todas las revoluciones encabezadas por una minoría –para consolidar su poder- al ratito volteó sus armas contra quienes los acompañaron pero que exigían mayores avances, mayor justicia, contra los magonistas, los zapatistas y los villistas. Aunque el capitalismo había penetrado desde mediados del siglo XIX, la revolución mexicana lo llevó a su consolidación total.


2. No puede haber revoluciones o profundas transformaciones encerradas en uno o dos países porque el imperio yanqui y mundial las entierran cuando quieran con una simple señal a los grandes empresarios de cada país. Las dejan vivir en medio de dificultades que el mismo imperio les crea, las llena de calumnias y desprestigio, y una vez que el imperio tiene el plan para destruirlas lo hacen con suma facilidad, con “las manos en la cintura” Es lo que cualquier lector puede demostrar con los ejemplos de las Revoluciones francesa de 1789, de Rusia, China en 1917, del bloque europeo de 1943-45, de Cuba en 1959, Nicaragua 1989 y de los países de la primera década del siglo XXI (Venezuela, Bolivia, Ecuador).

3. Hablar de la Revolución Mexicana 1919-17 y sus reformas, que llegan hasta 1940 con el Cardenismo, es un simple pasa tiempo. Sólo sirvió esa maldita revolución para consolidar a un poderoso gobierno PRI/PAN, a grandes empresarios (Slim, Azcárraga, etcétera), a medios de información que idiotizan  y a un 95 de la población pobre y miserable que sólo sirve para manipular, explotar, asesinar y engañar con elecciones. Necesitamos -para liberarnos en serio- una revolución mundial, revueltas nacionales de los trabajadores que impidan el surgimiento de una nueva burocracia política que nombre del pueblo quiera volverse a montar sobre los trabajadores. Si la rebeldía mundial no es capaz de acabar con sus opresores, hay que fortalecerla. (18/XI/16)

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