sábado, 29 de octubre de 2016

octubre 29, 2016
SAO PAULO, Brasil, 29 de octubre de 2016.- Armando Bezerra de Andrade era un adolescente común de 16 años. Era conocido en el barrio y rebelde como casi todos. Comenzó a beber a escondidas sus primeros tragos de alcohol hasta ser descubierto por su padre y su madrastra. Sus amigos lamentaron cuando de repente se fue a vivir al norte sin despedirse, y es por eso que ahora no salen de su asombro al enterarse que «Armandiño», como lo llamaban, puede haber estado encadenado a una cama en un sótano durante 20 años, escuálido, comiendo mal, sin contacto humano y viviendo entre sus propios excrementos.

Armando, ahora con 36 años, fue encontrado en esas condiciones precarias por un equipo de la policía de Guarulhos, muy cerca al aeropuerto internacional de San Pablo, que entró por error a su casa, en una operación en la que buscaban un bando de secuestradores y narcotraficantes.

Al verlo, los policías pensaron que Armando era uno de los secuestrados que buscaban, pero al observar su estado, con las piernas atrofiadas por la falta de ejercicio y un nivel de trauma tal que no le permitía hablar, se dieron cuenta de que estaban frente a otro crimen aterrador.


«Nos contaron que había ido al nordeste a vivir con su madre. Después nos contaron que iba a casarse. Siempre nos decían algo distinto. Nunca se nos pasó por la cabeza que podía estar encerrado en un sótano», relató indignado el mecánico Everton Paixão, vecino y uno de sus amigos de adolescencia, en entrevista a Globo News, el único canal que tuvo acceso a la casa y a Armando horas después de su liberación. Según los vecinos que vieron la operación policial, Armando estaba desgreñado, con una barba y uñas enormes.

Las imágenes de la habitación son repugnantes y el reportero de Globo describe el olor insoportable de excrementos, en la habitación que no tenía ventilación ni entrada de luz.

El comisario que investiga el caso, Celso Marchiori, explicó al canal que, por las malas condiciones del local, le parece imposible que un ser humano pueda sobrevivir 20 años allí. «Es un local insalubre, no podría sobrevivir. No tenía luz. Es imposible”, declaró el policía que prefiere investigar antes de decretar la prisión del padre y la madrastra.

Ha perdido el habla

En las imágenes de Armando, difundidas por Globo, desde la cama del hospital municipal en que está pasando por exámenes médicos y psiquiátricos, se ve la gravedad de los traumas que sufre. Armando no consigue decir una palabra y solo mueve la cabeza afirmativamente. “Si le preguntan si es hombre, afirma con la cabeza. Si le preguntan si es mujer, hace lo mismo”, relató el comisario Marchiori.

Con total desparpajo, el padre de Armando, Amancio Bezerra, se presentó a la policía y dio una entrevista a la televisión en la que dijo que su hijo había llegado una semana antes en pésimas condiciones, drogado, pidiendo comida y que lo encerrasen en esa habitación.

Cuando la policía encontró al hombre encarcelado, Amancio, su mujer y el otro hijo de ambos no estaban en la casa, y cuando supieron de la liberación de Armando, mandaron un camión de mudanza, pero no aparecieron más. En el muro de la casa, pintadas piden justicia para Armando.

El comisario Marchiori informó que Amancio no puede ser encarcelado porque se presentó a declarar voluntariamente y ha informado de su nuevo domicilio, que está siendo vigilado para evitar linchamientos.

El investigador declaró que Armando pasará por exámenes para determinar si era usuario de drogas y verificar las demás informaciones dadas por su padre. «No deja de ser un crimen mantener a alguien secuestrado aunque sólo sea una semana, pero vamos a recoger las pruebas técnicas y los testimonios necesarios», declaró el comisario del caso, que debe escuchar a 15 personas que pueden aportar más datos a la causa. (ABC España / El Tiempo)