miércoles, 19 de octubre de 2016

octubre 19, 2016
OTTAWA, Canadá, 19 de octubre.- Justin Trudeau se ha convertido en tan sólo 365 días en una referencia para muchos colectivos que ven en él a un verdadero progresista del mundo contemporáneo. El ecologismo, los derechos LGTB o los refugiados, señas de identidad del primer ministro canadiense.

Algunos lo califican como el político referente de la modernidad. Feminista convencido, huésped de los refugiados, liberal enemigo del proteccionismo y fiel cómplice de la bandera arcoiris, Justin Trudeau se ha convertido en tan sólo 365 días en una referencia para muchos colectivos que ven en él a un verdadero progresista del mundo contemporáneo. Quizás una de las respuestas más lúcidas de un político en la actualidad, la tuvo Trudeau nada más configurar su gabinete igualitario con 15 hombres y 15 mujeres, preguntado por qué presentaba un esquema paritario, él respondió: “Porque estamos en 2015”. Cuando presentó uno a uno a sus ministros, entre los que están un aborigen o una refugiada musulmana de origen afgano, Trudeu sentenció "mi gabinete se parece a Canadá".

Justin Trudeau el 24 de agosto en Ottawa.

Desde su elección como primer ministro de Canadá el 19 de octubre de 2015, este liberal de 44 años ha inyectado dosis de optimismo a sus compatriotas, intentando cicatrizar ciertas fracturas tras una década de políticas conservadoras en el país, dejando atrás el recuerdo de Stephen Harper, aquel primer ministro canadiense aliado bélico de George W. Bush, que avergonzó a Canadá al vetar la salida del país del Protocolo de Kioto, traicionando así la cultura ecopacifista de su pueblo. Trudeau dejó claro desde su primer día que llegaba dispuesto a revolucionar la política, pero de forma serena y sin caer en la demagogia de prometer lo que no puede cumplir, una forma de marcar distancias con otros modelos que se posicionaron con las mismas credenciales al llegar al poder como Barack Obama.

En diciembre del 2015, uno de sus primeros actos fue recibir en el aeropuerto a los primeros de los 31.000 refugiados sirios que Canadá recibiría, distribuyéndoles mantas y gorros. Ese mismo mes, durante la Conferencia del Clima de París (COP 21) Trudeau presentó a un Canadá más virtuoso, defendiendo el acuerdo sobre el clima, al mismo tiempo que desplegaba una intensa campaña para que su país sea un miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU.  En el plano interno, y en nombre de la defensa de los intereses de la clase media, el mandatario impulsó medidas fiscales para estimular una economía ralentizada, asumiendo el riesgo de que aumente el déficit fiscal.

Hijo del ex primer ministro Pierre Elliott Trudeau (1968-1979 y 1980-1984), una de las figuras políticas más importantes del siglo XX en Canadá, la imagen de Trudeau en varios desfiles del orgullo LGBT en junio lo ha catapultado a ser un símbolo internacional por la lucha de los derechos individuales de esta comunidad.

Las cifras de popularidad respaldan su gestión, cosa complicada para un político en estos tiempos. Un 65% de los canadienses sigue apoyando su gestión un año después. La luna de miel de Trudeau con los canadienses continua por el momento.(rfi.fr / Le Monde)