martes, 2 de agosto de 2016

agosto 02, 2016
Carlos Loret de Mola Álvarez / Historias de reportero


Una torpeza no se cubre con otra. No puedes presentar tu declaración patrimonial con espacios en blanco si te acusan de robarte dinero. No puedes decir que no se oyó nada en la cárcel si cuando se escapó el capo quedaron grabados los taladros en el túnel. No puedes dinamitar la presa que construiste en tu rancho para aparentar que no cometiste el abuso. Sobran ejemplos de que una torpeza no se cubre con otra.

Pero parece que los jefes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) no han aprendido esa lección.

Desde hace varias semanas se enfrascaron en una disputa con el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política Social (Coneval), cuyo director, Gonzalo Hernández Licona, denunció que el Inegi, en cuyas estadísticas basa sus cálculos sobre la pobreza en México, modificó sin avisarle la manera de encuestar a las familias más necesitadas del país, reflejó una singular (y ficticia) disminución de la pobreza y volvió incomparables las cifras de 2015 con las de años anteriores, con lo que hizo imposible saber si va mejor o peor la lucha contra la miseria.

El Inegi, a través de su presidente Julio Santaella, contestó que sí avisó al Coneval que las cifras de 2015 no serían comparables. Coneval rechazó tal afirmación. Ambas instituciones expresaron que a través de internet el público tendría acceso a los contratos y convenios que, según esto, respaldaban sus dichos (Coneval pagó más de 150 millones de pesos al Inegi por la encuesta). En ese supuesto ánimo de transparencia, el Inegi cometió una de esas torpezas de quien es culpable y al tratar de ocultarlo, termina exhibiéndose.

El 15 de julio en el portal de internet del Inegi estaba el Documento Operativo de Campo para el Modulo de Condiciones Socioeconómicas 2015 (encuesta base para medir la pobreza). En la página V de este documento había una nota de tres párrafos. Uno de ellos decía: “La encuesta se levanta regularmente desde 1992 bajo un mismo esquema metodológico y conceptual, lo que permite comparar sus resultados, y si bien se han ido introduciendo mejoras en los instrumentos de captación, éstas no impiden realizar el análisis de los cambios ocurridos en el tiempo”.

Confesión: el Inegi poniendo por escrito que su encuesta sí sería comparable con años anteriores, cosa que, a la postre, no fue así.

Pero eso no es lo peor. Lo más patético es lo que vino después:

Seguramente alguien en el Inegi se dio cuenta de que en el documento publicado aceptaban su culpa, porque dos semanas después, al intentar descargar ese mismito documento en el portal del Inegi, ¡mochó todo ese párrafo de la nota! (Copia de los documentos puede consultarse en www.carlosloret.com)

En el Inegi, simple y llana manipulación. La institución que debería ser cúspide del método científico y el rigor profesional, comportándose como góber corrupto, como alcalde saqueador.

SACIAMORBOS. ¿Pifia? ¿O alguna mano quiso maquillar las cifras? Hay más… pero mañana.