domingo, 29 de mayo de 2016

mayo 29, 2016
GUSTAVO GOULART / O GLOBO

RIO DE JANEIRO, Brasil, 29 de mayo.- Se queja de la desaparición de su teléfono celular. Balancea las piernas rápidamente cuando se le contradice. Hace pucheros. En esos momentos, parece apenas una joven a la que se le haya robado el dispositivo. Sólo parece. La irritación es sólo un síntoma leve del dolor agudo. Tan fuerte que no lo puede asimilar. Su celular desapareció el mismo día que su sonrisa, tan común en las selfies que subía. Había 33, calcula, mientras yacía en la cama desnuda y drogada, los hombres se turnaban para violarla hasta que sangró. La violencia continúa - ahora, aunque la chica recibe mucho apoyo, pero también se enfrenta comentarios desagradables en las redes sociales:

-Me siento una basura. Parece que cuando las personas me miran ven basura, incluso con todo el apoyo que estoy recibiendo. El estigma es lo que más me duele. Es como si dijeran 'es su culpa. Fue ella la que estaba con vestido corto. Fue ella la que quiso ir allí'. Lo vi en Facebook. Yo quería que la gente supiera que no es culpa de la mujer. No hay manera de culpar a una víctima de robo, por ejemplo - afirmó la joven, seria. -En este momento en que estoy hablando, debe de haber una mujer que está siendo violada o asesinada en algún lugar.

Los siguientes días han sido difíciles para la adolescente de 16 años. Antier se bañó cinco veces. En la ducha, el agua en contacto con el cuerpo, recuerda el maltrato del que fue víctima. Y llora. Ha llorado poco, dice. Dejó caer las lágrimas mientras abrazaba a la abogada que ha seguido su caso. Y otra vez, cuando leyó un poema que una mujer desconocida, solidaria, le envió por Facebook.

De las horas de terror, recuerda la conversación de los hombres: "Sé que te gusta, que eres sucia, eres piraña". Mientras dos la sujetaban, para que no escapase, incluso drogada con algún tipo de "Boa Noite, Cinderela", otros dos la violaban, incluso con armas.


-Me sentía totalmente indefensa. Pensaba en salir de ahí. Pensaba que iba a morir. Pensé que me iban a ahorcar. Hasta armas usaron. Quiero la justicia de Dios para esas personas, dice.

Miedo a ser responsabilizada

Sobrevivir, entretanto, fue sólo el primer  paso. Después de la violación, vino el miedo a ser considerada responsable de lo sucedido. El apoyo para la joven, sin embargo, ha venido de todas las partes del mundo y del país, mediante las redes sociales. Ve que muchas mujeres que no conoce le muestran su apoyo y le repiten: la culpa nunca es de la víctima, sino del agresor.

-Quiero dar las gracias a esas personas porque no me lo esperaba. Pensé que iba a ser juzgada. Pensé que iba a ser apedreada. La mayoría de ellas (de las mujeres) dicen: "Estoy contigo", dice, esbozando por fin una sonrisa.

Agradeció el apoyo en las redes sociales: "Todas podemos un pasar por esto. No, no me duele el útero, sino el alma porque existen personas crueles impunes!! Gracias por el apoyo", escribió.

En muchos momentos, sus padres parecen más conscientes de la gravedad de lo sucedido que la jovencita misma. Su padre, de 70 años, llora fácilmente. Con la ayuda de muletas, pues tiene dificultades para moverse después de haber sufrido dos accidentes vasculares cerebrales. La niña temía por su salud cuando el video donde los violadores se burlan de ella llegó al conocimiento de la familia. La primera en enterarse fue la abuela de la niña.

-Lo que hicieron con mi niña fue horrible. Nadie espera criar a una chica para un día le ocurra esto- declaró.

El día después de la violación, ella llegó a su casa, en un condominio de un barrio de clase media de la Zona Oeste de Río (Jacarepaguá), con ropa de hombre, de un amigo que la ayudó, todavía drogada, a salir de la favela donde ocurrió el crimen. De vuelta a casa, se metió a la regadera y limpió la sangre que todavía le salía. Y luego se fue a dormir. Decidió no contarle a nadie lo que había sufrido. Si no fuera por el video divulgado, el secreto estaría guardado hasta hoy.

- Cuando apareció en Internet (las imágenes), yo estaba en casa. Ahí, la abogada (Eloisa Samy Santiago) me llamó para ir a la estación de policía y al Instituto Médico Legal. Dijo que me estaba esperando ren su coche, abajo (del condominio). Me duché, me vestí y bajé. Si no fuera por ella, creo que yo no haría nada.

"Podría haber sido peor", dice la madre de la víctima

La madre, educadora due 46 años, dice que está "más o menos". Con mucho miedo, temed andar en la calle, con o sin su hija. Ella es abuela y una especie de madre del niño de tres años de edad que su hija dio a luz a los 13 años. Su padre, un residente de una comunidad en la Zona Norte y cuatro años mayor que la chica, no quiso registrar al pequeño. El joven era traficante de drogas y murió en una balacera. Ahora, la pedagoga consuela a su hija:

- Podría haber sido peor.

Las pocas salidas de la joven han sido para ir al hospital o a la estación de policía. Tuvo que declarar en la Delegacia de Repressão aos Crimes de Informática (DRCI), que investiga el caso. La chica entró en el dormitorio para cambiarse de ropa, volvió a la sala vestida con blusa y falda. Durante el almuerzo apresurado antes de que llegara el coche de la policía, entró en la sala de estar su hijo de 3 años de edad, todavía con sueño. La adolescente puso al pequeño en su regazo, le preguntó si quería algunos bocados de arroz con frijol. Él no respondió y se durmió en sus brazos.

Más tranquilo de lo habitual, según los padres de la niña, el pequeño intuye que algo afectó a la familia.

La familia piensa en irse de Río

Desde el delito, la ya difícil rutina de la casa cambió. Los periodistas no dejan de telefonear -mientras el reportero de O Globo estuvo en el lugar, hubo tres llamadas. Antier, un grupo de amigas fue a visitar a la chica. La casa, en un condominio con áreas comunes que debería ser un "hogar" para la familia, donde viven desde hace tres años, se ha convertido en los últimos días en una especie de escondite.

La joven, que ya no iba a la escuela pública en la que estudiaba al comienzo del año, ahora ni siquiera piensa en salir de casa por miedo. Además, no sabe cómo desea que sea su futuro. Quiere casarse, tener más hijos. Si depende de sus padres, el reinicio será largo. Ellos quieren salir de la ciudad y evitar que la joven tenga que recordar a cada momento lo que enfrentó. Todavía no se deciden a dónde ir. Por ahora, en las matemáticas del dolor, lo cierto es que treinta y tres hombres, incitados por el machismo, o la bestialidad, al ultrajar el cuerpo de una adolescente fueron capaces de destruir su vida y la de otras tres personas. (Traducción Libertad de Expresión Yucatán