martes, 31 de mayo de 2016

mayo 31, 2016
Mtro. Omar Ocampo, Fundador del Observatorio de la Facultad de Derecho de la UADY.

Un año atrás el rector de la UADY llamó a sus oficinas a los tres candidatos más fuertes a la dirección de la Facultad de Derecho de la UADY. A cada uno le dijo que no iba a ser electo. Pero que no se preocupara, ya que se le protegería y no se le tocaría, que tendrían un lugar honorable en la siguiente administración. Asimismo, que aquellos partidarios que le apoyaron continuarían colaborando con la institución y que por favor apoyaran a Carlos Macedonio. Su ungido, polichinela y delfín. Todo esto dos horas antes de la reunión del Consejo Académico de la UADY.

La toma de protesta de Carlos Macedonio, el pasado 2 de julio (foto: José Repetto)

Sin embargo, nada de esto sucedió. Todos los que orquestaron estas argucias dejaron ver traumas, carencias, falencias, pero sobre todo falta de oficio y desconocimiento de la conducción de una escuela. 

No hay nada peor que un tonto con iniciativa. Y una vez en la silla de mando, iniciaron las venganzas contra los académicos, los administrativos y manuales. Prefirieron cortarse un brazo, una pierna, eliminar el cerebro, cerrar los ojos ante toda ola de críticas, de errores y resultados de sus errores. Todo esto sin pensar en la calidad a ofrecer a sus alumnos. Cualquier atisbo previo de calidad se acabó.

Los académicos han sufrido lo indecible ante los maltratos de la cúpula directiva. Los han maniatado, aprisionado, a tal punto que una reunión de más de dos de cinco segundos es visto como un complot, un pensamiento disidente, como una traición y una chispa de independencia, como una falta de lealtad ante la mano que les da de comer.

Ante esto vinieron las renuncias, de los propios abogados que ellos habían contratado. Los de su pequeño y obtuso club. Y entonces comenzaron las llamadas por teléfono, para ofrecer horas de clase. Ridículo fue el ver al abogado general ofrecer en su oficina horas a sus allegados desde clases de amparo en licenciatura hasta materias en el posgrado. Aún más ridículo fue el ver a su coordinadora de posgrado pedirle a cualquiera aun sin el grado de maestría que les revisara tesis, más de un examen se vio envuelto en el escándalo ya que los revisores no tenían cédula o título aún. Las titulaciones exprés se volvieron la moda. El indicador era lo primero que había que llenar. Nadie puede reprobar.

De hecho, estas revisiones se llevan hasta Campeche a donde se envían algunas de estas tesis a que sean revisadas. Explotando a quien se deje y o a quien meramente sea controlable y afín a pasar a todos.

Salvo contadas ocasiones, alguien con un poco de calidad les detuvo el examen y les llamó la atención y se negó a firmar esas actas ya que las tesis estaban a la mitad, y no tenían ni pies ni cabeza. Ridículo fue el ver al secretario administrativo tratando de convencer al doctor de que firme pues el acta ya estaba redactada en el libro.

Para paliar los errores, comenzaron cual teatro romano o episodio de la carabina de ambrosio, a organizar eventos ridículos y sin sentido, como premios falsos a los mejores maestros y mejores investigadores, en los que resultaba electo siempre Carlos Macedonio y su camarilla. Firmas de convenios con colegios autonombrados desconocidos, sin reconocimientos oficiales, con instituciones que nadie conoce o con escuelas con menor nivel que la UADY como la Universidad de Tlaxcala para que doctoren en forma expresa a su personal.

Organizaron una lavada de cara a Carlos Macedonio, ocultando durante largas temporadas de los reflectores pues estaba muy verde, tomando el abogado general de la UADY el comando de la facultad, moviendo maestros, pidiéndole a sus subordinadas chambonas que se hagan cargo de las clases de amparo, o de un “pseudo” centro de estudios de derechos humanos tan anodino como insustancial. Enviando la caballería pesada a la intervención. En serio Williams ¿Cómo permites que otros “manejen” tus escuelas?

Cuando se le consideró que debió aprender su lección, comenzaron a plantarlo en los eventos “grandes” como orador, a leer frases cortas, rebuscadas, que practicaba en el encierro de meses. Pegado al regazo, agarrado de la mano, sosteniendo sus lentecitos con su mano temblando. Obligando Williams al besamano. Buscando el mejor ángulo fotográfico que sigue sin aparecer. Más de uno ha comentado en pasillos al escucharlo que extrañaban al habitante del campanario de la biblioteca de ciencias sociales. Al menos divertía.

Ante la ola de críticas que se desataron, el abogado general reunió en su oficina un sábado del mes de abril a las 6 de la tarde a su camarilla para tratar “el asunto” de la Facultad de Derecho, y tratar de acabar con la disidencia. Las ideas que se escucharon fueron tétricas, sombrías, entre las que mencionaban más jubilaciones, marcaje personal a los abogados con pensamiento independiente. Apretar las tuercas a todos los académicos, administrativos y manuales, no permitiendo que se reúnan, ocultando información como el estudio de ambiente laboral del mes de noviembre que lograron los administrativos y manuales y del que aún no tienen copia. Diciendo el abogado general que el contendría la información a Williams. Se habló de todo menos de buscar calidad académica. Obvio, al olmo no se le pide peras.

Los nombres del Mtro. Absalón Álvarez de la Universidad Anáhuac, Raúl Pino Navarrete de la Universidad Marista, en escuelas ya consolidadas de derecho, o de la una escuela emergente como la UNISUR Yucatán, como son los del Mtro. Alberto Carrillo de la licenciatura en derecho o del Mtro. Juan Daniel Hernández en su dirección de posgrados, pasarán a la historia por haber llevado bajo su dirección a sus escuelas a consolidarse como referentes regionales por encima de la UADY. A pasos agigantados han logrado superar distancias y que la Facultad de Derecho sea la opción 5 entre las universidades en la Península a la hora de cursar un posgrado en Yucatán actualmente.

En un año, el nombre de Carlos Macedonio quedará en la historia como el de la persona que sepultó a la Facultad de Derecho en la ignominia, el demérito y el escarnio público más grande en sus casi 190 años de historia.

La historia continúa su marcha inexorable. En Yucatán, hay más de 40 escuelas e instituciones que ofrecen cursos o posgrados de derecho. Total, la encomienda se habrá cumplido. Carlos Macedonio seguirá intentando, su académica seguirá simulando con sus habilidades aprendidas en Sears, y el administrativo seguirá creyendo que les controla.

Se acabó la luz, murió la ciencia del derecho, pero no se ocultará la verdad.