viernes, 1 de abril de 2016

abril 01, 2016
LUSAKA, Zambia, 1 de abril.- A principios del mes pasado, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobaba una resolución con el objetivo de mostrar más firmeza con los casos de violación cometidos por parte de los soldados de las misiones de paz.

Ayer se reafirmaba en su determinación de luchar contra los abusos que tan impunemente se comenten en la República Centroafricana, el peor lastre y vergüenza para las Naciones Unidas en el continente africano.

La primera medida para enmendar sus horrores es que se tomarán muestras de ADN de los soldados antes de su despliegue para facilitar las pruebas de paternidad si se recibe alguna denuncia.

La segunda va destinada a limpiar la imagen de Naciones Unidas y cimentar sus valores sobre lo que realmente es su cometido: ayudar a la población local durante y después de un conflicto. 

En un puente del pueblo de Bambari, soldados franceses avanzan hacia una mujer y una niña. (AP)

"Vamos a discutir con los estados miembros la posibilidad de hacer un consejo de guerra que se realizará in situ, en los países donde se cometieron los actos", dijo ayer en Bangui, capital de la República Centroafricana, Herve Ladsous, el jefe de operaciones de mantenimiento de la paz de la ONU.

El propósito es, según dijo Ladsous, "mostrar a las víctimas que nos preocupamos por su destino, además, esta medida tendrá una visibilidad mucho mayor que la que podría tener tomar decisiones en condiciones no muy transparentes".

Pero lo que probablemente sea el detalle más escabroso y horrible de todas las denuncias que se han recibido, es que varios soldados de las Naciones Unidas y tropas de paz no pertenecientes a la Misión de la ONU en República Centroafricana (Minusca) obligasen a cuatro niñas a tener sexo con un perro, según ha relatado la organización estadounidense AIDS-Free World.

Según la ONG, las tropas francesas ataron, desvistieron y obligaron a las chicas a tener sexo con el animal en el año 2014. A cambio, les dieron nueve dólares a cada una. Posteriormente, una menor murió tras haber contraído una enfermedad desconocida. La ONG explicó que las tres supervivientes entrevistadas pidieron tratamiento médico básico tras dar su relato, ya que en la zona la asistencia sanitaria es prácticamente inexistente.

Sexo por un paquete de galletas

En total, 98 niñas fueron víctimas de violaciones por parte de soldados de la ONU en el país, la mayor parte en áreas remotas. La última de ellas, de 16 años, el pasado lunes por parte de un soldado congoleño, según denunció su madre.

Tanto el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, como el alto comisionado de los Derechos Humanos, Zeid Ra'ad Al Hussein, han puesto el grito en el cielo tachando de "repugnantes" estas últimas acusaciones.

Sin embargo, un portavoz de la ONU en Nueva York, Stephane Dujarric, recriminó que los hechos "no han sido confirmados".

En un comunicado, AIDS-Free World informó de que las chicas fueron violadas por soldados de Francia y de Gabón "han tenido que irse de la zona debido a la estigmatización por parte de la comunidad".

Desde que los primeros casos de violaciones salieran a la luz, más de 100 mujeres han declarado haber sido víctimas de abusos sexuales entre 2013 y 2014. La gran mayoría de ellas menores de edad, algunas incluso por debajo de los 10 años.

A finales de enero un nuevo relato de una niña de siete años y su hermano de nueve en el que afirmaban haber sido obligados a tener sexo con miembros de un contingente de la Unión Europea (EUFOR) a cambio de un paquete de galletas.

Ellos fueron el tercer contingente en recibir denuncias de violación. Primero fueron los soldados franceses integrados en la Operación Sangaris, que actualmente están siendo juzgados por un tribunal galo, después llegaron las denuncias sobre los miembros de la Minusca. Hace tres días Francia informó de que sus 2,500 soldados abandonarán el país próximamente, ya que la presencia de la ONU en el país es notable (10,000 soldados y 2,000 policías).

Por el momento, organizaciones de mujeres en el país continúan denunciando el horroroso paso de la Minusca en la República Centroafricana. Las 98 víctimas puede que sean tan sólo la punta del iceberg de la vergüenza. (Carolina Valdehítta / El Mundo / Ver también La Vanguardia)