viernes, 15 de abril de 2016

abril 15, 2016
Julio Algañaraz / Clarín

VATICANO.- El presidente de Bolivia estuvo cinco minutos más que su colega, el  argentino Mauricio Macri, en la audiencia de 27 minutos con el Papa Francisco en la biblioteca pontificia del Vaticano, en la que Evo Morales le llevó la carga contra los obispos de su país, que hace unos días alertaron en una carta pastoral del “avance del narcotráfico y su penetración en las estructuras del Estado boliviano”. Morales recomendó a Jorge Bergoglio que bebiera coca. “Yo la tomo y me hace muy bien, se la recomiendo así aguanta toda la vida”, le dijo delante de los periodistas que cubrieron su visita.

El presidente había exigido en La Paz a la conferencia episcopal boliviana que diera los nombres de los funcionarios públicos comprometidos con el tráfico de drogas. La crisis se produjo justo cuando Evo Morales se disponia a viajar a Roma para participar en el Vaticano de un seminario sobre la encíclica del trabajo del San Juan Pablo II.

El título original de J. Algañaraz es "Disparatado encuentro de Evo Morales con el papa Francisco", pero es que Evo es such a childish guy. (ansa) Enlace a álbum en Facebook.

Morales respondió con dureza y reivindicó el cultivo de la coca, que está muy extendido en Bolivia y que es respaldado por las vastas comunidades indígenas.

Morales vestía un traje típico indígena, realmente elegante, y se presentó con entusiasmo ante Papa Francisco, que lo esperaba en la Sala del Tronito, que está inmediatamente antes de la Biblioteca Pontificia.

“¡Hermano Papa, qué alegría verlo!”, le dijo Evo a Bergoglio a todo volumen. El pontífice argentino le respondió en voz baja y la gente de prensa no entendió lo que decía. Otra vez, el presidente Morales le repitió en voz alta: “¡Hermano Papa, qué alegría verlo!” cuando ambos se sentaron en la larga mesa de la Biblioteca, que es el escenario habitual de los encuentros con los jefes de Estado y de gobierno del Papa en el Vaticano.

Jorge Bergoglio no respondió mientras los funcionarios del protocolo y la seguridad arreaban afuera a periodistas y fotógrafos.

Un comunicado de la Santa Sede explicó con lenguaje elíptico lo que ambos hablaron a solas. La crisis entre el gobierno y los obispos bolivianos fue referida en una frase genérica: “Se habló de las relaciones entre la Iglesia y el Estado”. Según el Vaticano también se incluyó “la larga tradición cristiana de Bolivia y la contribución decisiva de la Iglesia a la vida de la nación”. En esto seguramente la voz cantante la llevó Francisco, que defendió a los obispos como era prácticamente obligatorio.

Pero Evo tenía su carta en la manga. Mejor dicho las cartas eran dos y Evo las entregó al pontífice cuando llegó el momento, otra vez público, del intercambio de regalos. El primer mensaje lo firmaban los líderes de la Central Obrera Boliviana, la COB, y la otra carta la Coordinadora Nacional por el Cambio, los movimientos sociales. Ambos respaldaban las fuertes criticas a los obispos por acusar a gente del gobierno de tráfico de drogas. También defendieron la cultivación de coca y respondieron a los “grupos relacionados con la Iglesia católica” que atacan a los movimientos sociales.

El presidente Morales abrió una caja y sacó un busto de madera del líder indígena aymara Tupac Katari, descuartizado en 1781 por los conquistadores españoles. Evo explicó la historia al Papa, que no dijo una palabra. Francisco le obsequió un medallón con la imagen de San Martín de Tours, patrono de Buenos Aires, y regaló al mandatario boliviano dos libros. Uno con la exhortación apostólica “La alegría del amor” y el otro con el texto de una entrevista al Papa titulado “El nombre de Dios es misericordia”.

Evo a su vez le obsequió tres libros sobre las propiedades medicinales de la coca.