martes, 22 de marzo de 2016

marzo 22, 2016
¿Por qué nadie en Washington quiere a Ted Cruz? se pregunta Juliana Jiménez (@photobomba) en Univision:

A estas alturas de la primarias del partido Republicano, el senador y precandidato Ted Cruz parece ser la última barrera contra un Donald Trump nominado presidencial.

El otro precandidato republicano en la carrera, el gobernador de Ohio, John Kasich, tiene tan pocos votos y tan pocos delegados, que no es realmente una opción

Kasich tiene tan solo 143 delegados frente a los 678 de Trump y los 423 de Ted Cruz, y solo ha ganado en Ohio, el estado donde es gobernador.

Eso dejaría a Cruz como la única opción viable para derrotar la candidatura de Trump, como muchos dentro y fuera del partido quieren hacerlo.

El excandidato presidencial Mitt Romney, por ejemplo, urgió a los republicanos la semana pasada a votar por Cruz este martes en las elecciones en Arizona, Utah y Idaho, sugiriendo que un voto por Kasich es un voto por Trump, como también lo ha hecho la antes precandidata republicana Carly Fiorina.

Ver por ejemplo en politico.com Cruz courts AIPAC, swiping Trump in process. (Foto AFP)

Y la semana pasada un grupo de conservadores se reunieron a puerta cerrada para planear cómo detener la vertiginosa ascensión del empresario de Nueva York, lo que The New York Times llama “el equivalente político de un frente guerrillero”.

La idea sería que todos los votantes republicanos que querían votar por los que ya salieron de la contienda—Marco Rubio, Ben Carson, Chris Christie, Jeb Bush y el resto—voten por Ted Cruz, no tanto porque pueda ganarle en delegados a Trump, sino para que no alcance los 1,237 necesarios para ganar.

Cuestión de simpatías

Pero eso presenta una serie de problemas, el más grave es la profunda y casi unánime antipatía que le tienen quienes lo conocen y han trabajado con él en Washington.

Como lo puso el senador de Carolina del Sur, Lindsey Graham, en enero (mucho antes de darle su apoyo, a regañadientes, la semana pasada): “Es como escoger entre que te envenenen o te disparen—¿qué más da?”

“Ted Cruz no es alguien que tenga muchos amigos en Washington, eso no es ningún secreto. Desde que llegó ha tratado de desequilibrar el status quo”, le dijo Israel Ortega, analista republicano y escritor de Opportunity Lives, a Univision Noticias.

“No ha creado las alianzas, los nexos, con el partido, de manera que ahora que lo necesita no puede hacerlo”, afirmó Ortega.

Hasta ahora solo dos personas en Washington lo apoyan: Mike Lee, senador republicano de Utah, y Lindsey Graham, quien había dicho antes, en la misma ocasión en que lo comparó con el veneno, que “si alguien asesinara a Ted Cruz en los recintos del Senado, y el juicio fuera allí mismo en el Senado, nadie sería condenado”.

La lista sigue, dejando en evidencia una antipatía tan profunda como arraigada. En marzo 2013, el excandidato presidencial y senador republicano de Arizona, John McCain, lo llamó “chiflado”, y en mayo de ese año, Harry Reid, senador demócrata de Nevada y líder de la minoría en el Senado, lo llamó un “bully de patio de recreo” (aunque más recientemente dijo que sentía “algún grado de respeto por él”).

Mike Huckabee dijo que Cruz ha cambiado tantas veces de opinión que no sabe si se puede confiar en él, acusándolo de hacer política “sucia”.

Cruz también ha tenido problemas constantemente con el republicano John Boehner, antes presidente de la Cámara de Representantes, quien en agosto 2015 lo llamó “imbécil” (jackass), “falso profeta”, y la semana pasada lo llamó “Lucifer”.

Uno de los momentos que más enemigos le ganó fue cuando, en septiembre de 2013, lideró una parálisis del gobierno federal que duró 15 días, para tratar de anular el Obamacare, la Ley de Cuidados de la Salud Asequibles, o Affordable Care Act.

En esa ocasión, más de 800,000 empleados del gobierno fueron despedidos temporalmente (furloughed). Los parques nacionales, los museos, la Agencia Federal de Manejo de Emergencias, o FEMA, y la Administración de Comida y Drogas, o FDA, entre muchos otros, cerraron. En pocas palabras, una pequeña catastrofe gubernamental que no le ayudó a Cruz con su popularidad.

El cartel de Washington

¿Por qué hizo todo esto Cruz? ¿Para qué ganarse tantos enemigos? ¿Por qué bloquear legislación tras legislación, criticar a sus colegas republicanos, a quienes llama “el cartel de Washington”?

“Él, en representación de sus electores, hizo muchas de las cosas que hizo en Washington”, le dijo Lincoln Díaz-Balart, analista republicano a Univision Noticias.

Cruz llegó al Senado gracias al apoyo del llamado Tea Party y de los mas conservadores del partido republicano, quienes pedían menos impuestos, menos regulación, menos intervención del gobierno.

El derrotó al establishment en Texas dándose a conocer como un outsider, alguien que no pertenece a los círculos de poder del gobierno, explicó Díaz-Balart.

“No era conveniente en ese entonces hacer consensos con Mitch McConnell [senador republicano de Kentucky y líder de la Mayoría en el Senado], o con Paul Ryan [presidente de la Cámara de Representantes], los más moderados”, ahondó Ortega.

Un incidente con McConnell en particular dejó a muchos senadores profundamente disgustados con Cruz.

El año pasado Cruz acusó a McConnell de "decir mentiras" en un intenso discurso en el recinto del Senado. Senadores de Utah, Texas, Dakota del Sur, y Kansas, entre otros, le dijeron a CNN la semana pasada que para recibir su apoyo, el senador Cruz tendría que pedirle perdón a McConnell primero y tratar de hacer enmiendas con sus colegas.

Ortega y Gasset

Pero puede que ahora a muchos de sus detractores no les quede otra opción y tengan que apoyar al senador sea como sea, si su desagrado por Cruz no es mayor que su recelo por Trump.

“’El hombre es el hombre más sus circunstancias.’ Y las circunstancias son que quedan dos precandidatos con expediente público que gozan de respeto, que son Cruz y Kasich”, dijo Díaz-Balart, citando la frase del filosofo español José Ortega y Gasset (1833-1955).

Claro que para ganarse el apoyo de sus colegas Cruz no puede depender solamente del temor a una presidencia Trump, también tendría que poner de su parte.

“Es posible que ahora Ted Cruz se modere un poco, que trate de crear alianzas con los moderados", dijo Ortega. "Obviamente tiene mucho trabajo por delante—el que no ha hecho en todos estos años”.