lunes, 14 de marzo de 2016

marzo 14, 2016
MÉRIDA, Yucatán, 14 de marzo.- Ayer domingo por la tarde se llevó a cabo la presentación del libro La alternativa. Perspectiva de posibilidades y cambio, publicación póstuma de la correspondencia entre Luis Villoro Toranzo y el Subcomandante Marcos.

Jorge F. Hernández, Juan Villoro Ruiz y Karla López (foto: José Repetto)

Durante el evento, celebrado en el marco de la FILEY, Jorge F. Hernández recordó la hospitalidad de Luis Villoro y cómo un maestro de historia le dijo que su labor era buscar hechos, y que si le interesaban las verdades fuera al aula de Filosofía, área de Villoro.

Describió el prólogo de la obra, a cargo de Luis Hernández Navarro, como "cariñoso" e "inteligente".

Ya que pasó el tiempo, destacó, ya va siendo hora de que leamos las cartas de Marcos, las cuales describió como extensas en contraste con las de su interlocutor.

La obra, aseguró, dejará con la boca abierta a quienes tienen una opinión infundada sobre Marcos, a quien describió como culto e inteligente.

Tal como hiciera en la inauguración de la FILEY, Hernández señaló que México es muchísimo más de lo que los "pinches políticos" creen que es.

El escritor consideró necesario que las nuevas generaciones lean y entiendan que somos hijos, o hijos putativos, de una estirpe asombrosa que siempre habló con honor y amor por México.

Juan Villoro, hijo de Luis Villoro, indicó que el libro, editado por el Fondo de Cultura Económica, está compuesto por apuntes que le tocó revisar tras el fallecimiento de su padre, acaecido en 2014.

"Mi padre no podía hacer nada que no estuviera vinculado con un componente filosófico, con un componente de participación de la realidad", dijo, describiéndolo como una persona con una congruencia extraordinaria y una moral a prueba de fuego.

Recordó que cuando era niño no tenía claro a qué se dedicaba su papá, quien le dijo que su trabajo, como filósofo, era buscar el sentido de la vida y bromeó cómo, al decir esto a sus compañeros de escuela, sonaba como si fuera un vago.

A todo le veía un sentido filosófico, dijo Villoro, dando como ejemplo cómo guardaba sus ahorros en El Capital de Karl Marx y sus discusiones de "gastrosofía" con Heberto Castillo sobre qué tipo de tacos debe comer el hombre nuevo. Tras abrir una taquería "muy revolucionaria", recordó, se dieron cuenta que en esa área "el pueblo mexicano es muy reaccionario".

Mencionó también que Luis Villoro fue hijo de un español y una potosina y regresó a México durante la Segunda Guerra Mundial. Al ver que la familia materna hacía mezcal y las condiciones en las que vivían sus peones, comprendió que México era el país de la ignominia y que él pertenecía al rango de los opresores.

Villoro se interesó en los pueblos originarios y en el levantamiento zapatista.

Su padre no dejó una voluntad expresa sobre qué hacer con sus cenizas, dejando esta decisión en manos de la familia. Finalmente, éstas fueron depositadas bajo un árbol en la comunidad zapatista de Oventic. (José Repetto)