lunes, 14 de marzo de 2016

marzo 14, 2016
BARCELONA, España, 14 de marzo.- Los tiranosáuridos dominaron el mundo hace entre 80 y 66 millones de años. El tamaño colosal y la agudeza de sus sentidos fueron clave en el éxito de estos predadores grandes e inteligentes, que campaban a sus anchas por lo que hoy es Asia y América del Norte. Hasta ahora los científicos no podían explicar la evolución de su envergadura porque había “una frustrante brecha de 20 millones de años en el registro fósil”, cuenta hoy un equipo de investigación liderado por la Universidad de Edimburgo (Escocia) en la revista especializada Proceedings of the National Academy of Sciences.

Representación artística de Todd Marshall.

El trabajo describe una nueva especie de tiranosáurido que llena este vacío cronológico. Los restos fósiles de Timurlengia euotica sugieren que la transición y el cambio de tamaño de esta familia ocurrieron “repentinamente” en tan solo 20 millones de años hacia el final del Cretáceo superior, recoge la nota de prensa. Albert Garcia, investigador experto en dinosaurios del Institut Català de Paleontologia, certifica que del hallazgo se desprende que “las grandes dimensiones que más tarde alcanzó el T. rex se produjeron en un lapso de tiempo muy pequeño”.

La historia de los tiranosauroideos empieza con pequeños carnívoros. Hasta ahora los registros fósiles que se habían encontrado pertenecían a estas especies del período jurásico, hace unos 170 millones de años. El nuevo fósil, posterior en el tiempo geológico y anterior a los grandes tiranosáuridos como el T. Rex, tenía el tamaño de un caballo según la nota de prensa. “En un período de tiempo de 80 millones de años estos dinosaurios solo crecieron entre uno y dos metros”, comenta Garcia. En cambio, los siguientes protagonistas de la evolución crecieron de forma brusca “y solo fueron necesarios 20 millones de años para llegar a los 13 metros y siete toneladas del T. rex”, aclara Garcia.

Además la investigación añade que antes de asumir su envergadura colosal ya habrían desarrollado habilidades cognitivas y la agudeza de sus sentidos, incluida la capacidad de escuchar sonidos de baja frecuencia. Estos cambios coincidieron con la desaparición de otros grandes carnívoros hace unos 85 millones de años. “Los tiranosáuridos aprovecharon para reclamar el trono y su hegemonía”, comenta Garcia sobre cómo esta familia de dinosaurios consiguió posicionarse en la cima de la cadena alimentaria y mantener la buena oída, buena vista y buen olfato.

Los autores de la investigación, liderada por Steve Brusatte de la Universidad de Edimburgo, reconstruyeron el cerebro del ejemplar con técnicas de tomografía computarizada. Los resultados mostraron que el cráneo era más pequeño que el de un T. rex pero la especie ya tenía un cerebro y unos sentidos muy desarrollados. “Los antepasados del T. rex debían ser muy parecidos a Timurlengia euotica, un cazador del tamaño de un caballo con un cerebro grande y un oído agudo”, comenta en la nota de prensa Hans Sues, coautor del estudio y responsable del departamento de Paleobiología del Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsonian (EE UU), sobre un ejemplar que pesaba más de 270 quilos y no fue un antecesor directo del T. rex.

Los restos del Timurlengia euotica, encontrados en el actual territorio de la República de Uzbekistán entre 1997 y 2006, pertenecerían a una especie hasta ahora desconocida que vivió hace 90 millones de años. “El Timurlengia euotica era un cazador ágil con los dientes delgados como cuchillas para cortar carne”, describe sobre una especie que posiblemente se alimentara de grandes herbívoros. (Nuria Jar / La Vanguardia)