miércoles, 10 de febrero de 2016

febrero 10, 2016
MADRID / ROMA, 10 de febrero.- Una población de tiburones en recuperación, más gente en las playas y una temperatura del agua marina más cálida por la combinación del cambio climático y el fenómeno El Niño hicieron de 2015 un año récord en ataques de escualos a nivel mundial. En total se registraron 98 ataques no provocados, diez más que en el año 2000, que hasta ahora tenía el récord, y seis fueron mortales según el Archivo Internacional de Ataques de Tiburones (AIAT), una base de datos que gestiona la Universidad de Florida desde 1987.

El International Shark Attack File tiene cerca de 100 casos certificados. Según el investigador De Maddalena, las cifras no tiene en cuenta el aumento del número de bañistas.

George Burgess, director del Programa para la Investigación de los Tiburones de la Universidad de Florida, afirma que el incremento de los ataques no tiene que ver con una mayor agresividad de los escualos. Es inevitable un aumento cuando todos los factores que inciden en las probabilidades de un ataque están en alza, indica Burgess en una entrevista telefónica con Efe desde Gainesville (norte del estado), donde tiene su sede el Museo de Historia Natural de Florida y el programa que él dirige.

"Quien compra cien billetes de lotería tiene más probabilidades de ganar el premio que el que compra uno solo", señala.

De los 98 ataques contabilizados el año pasado, 59 sucedieron en Estados Unidos y 30 de ellos en Florida, 18 en Australia, 8 en Sudáfrica, 4 en la isla de la Reunión (Francia), dos en Ecuador y dos en las Islas Canarias (España). También hubo casos en Egipto y Nueva Caledonia, según el informe de AIAT correspondiente a 2015, que fue difundido este lunes.

El Niño y las aguas cálidas

"El Niño es un factor importante", subraya Burgess, quien destaca que a los tiburones, al igual que los seres humanos, no les gusta el agua fría. El aumento de la temperatura del mar como consecuencia del calentamiento global se ha reforzado con el fenómeno periódico meteorológico conocido como El Niño y consecuentemente el hábitat de los tiburones se amplía. En el hemisferio septentrional se aventuran más al norte de lo que solían hacerlo, explica.

Al mismo tiempo cada vez son más las personas que se bañan en el mar. También lo hacen por el calentamiento global en zonas antes no poco aptas por ser muy frías y en épocas hasta ahora inusuales, pues ahora "la primavera se convierte en verano muy pronto y el verano se alarga hasta bien entrado el otoño", destaca.

Aunque AIAT señala en el informe que los tiburones matan muchas menos personas al año que las arañas, los perros o la electricidad, Burgess advierte de que no por ello hay que pensar que no son peligrosos. "Son grandes depredadores a los que debemos tratar con respeto", dice este especialista.

Por eso el informe recomienda no bañarse en el mar al amanecer, al atardecer o por la noche, no nadar donde hay gente pescando ni donde hay aves alimentándose y no meterse en el agua con joyas ni accesorios brillantes.

¿Qué hacer si te topas con un tiburón?

Si el encuentro con el tiburón se produce, el consejo es golpearle en la nariz y apuntarle a los ojos y la mandíbula para que se asuste. "No somos animales acuáticos, somos visitantes en un mundo que no es el nuestro", señala Burgess, quien opina que hay actividades, como el buceo, en las que los turistas no guardan las debidas distancias y se arriesgan.

En Florida hay unas 60 especies de tiburones, si se cuentan los pequeños que habitan en aguas profundas y raras veces son vistos. Las más comunes son unas doce y de ellas las más agresivas son el tiburón toro y el tiburón tigre. Nunca ha habido un ataque de tiburón blanco en aguas de Florida, pese a su mala fama, dice.

El informe de 2015 revela que de los seis casos mortales, el doble que en 2014, dos ocurrieron en la isla de Reunión (Océano Índico), que suma siete muertes desde 2011. Los otros se produjeron en Australia, Egipto, Nueva Caledonia y EEUU. En 2015 se registró un ataque en Nueva York, lo que a juicio de Burgess prueba la incidencia del calentamiento de las aguas en el aumento de los ataques. (El Confidencial / Repubblica)