martes, 2 de febrero de 2016

febrero 02, 2016
Carlos Loret de Mola Álvarez / Historias de reportero

El gobierno mexicano quería llevar al argentino Jorge Bergoglio a los mejores y más relucientes lugares del país, aquellos en los que se muestra una nación moderna, creciente, en paz. Pero el Papa no escogió la ruta turística que le ofrecieron a través del subsecretario de Asuntos Religiosos de Gobernación, Humberto Roque Villanueva.

En contraste, el pontífice de espíritu revolucionario se inclinó por San Cristóbal de las Casas, cuna de la rebeldía indígena del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y del más reciente ícono de una Iglesia mexicana que se mete en política y hasta donde le da la gana: la diócesis del obispo Samuel Ruiz, q.e.p.d.; Ciudad Juárez, en donde convergen tres crisis que han azotado la imagen mundial de México: la migración, los feminicidios y el crimen organizado; Ecatepec, que ha tenido sus propios dramas de violencia contra las mujeres y de todos los males que acompañan a la pobreza urbana; y Morelia, capital de un estado devastado por la violencia, un estado que está cerca del corazón del Papa, tanto que le nombró cardenal (Alberto Suárez Inda) y ha hablado de sus problemas en varias declaraciones.


En Michoacán, curiosamente, ya no es el crimen organizado la principal preocupación de quienes están, desde los gobiernos federal y estatal, armando la visita del Papa. Sí lo es el conflicto con los maestros de la CNTE y los estudiantes normalistas.

Desde que llegó a la gubernatura del estado en octubre de 2015, el perredista Silvano Aureoles ha chocado con estos dos grupos que se manejan casi como espejo. Ellos, a modo de presión, hacen lo de siempre: toman camiones, autobuses, cierran autopistas, calles, roban mercancía. Él apenas respondió el pasado 7 de diciembre, al ordenar la detención de 52 jóvenes normalistas que, con explosivos en su poder, mantenían tomada la caseta de Zirahuén en la autopista Siglo 21.

Esa, inusualmente, dura decisión del gobernador tuvo una razón de más peso que el habitual hartazgo de la ciudadanía y los recurrentes llamados de grupos empresariales para poner orden: le hicieron notar que si no “reventaba” de una vez por todas el conflicto con normalistas y maestros, le podría estallar durante la visita del Papa en febrero.

Ya con los jóvenes detenidos, desde Los Pinos, vino la segunda parte de la estrategia: la tregua papal.

Primero, llegaron un par de gestos con bandera blanca: a finales de diciembre fueron liberadas las 22 mujeres normalistas y un mes después los 30 hombres restantes.

Y segundo, según fuentes muy informadas, a la SEP llegó la orden de congelar por ahora las medidas de ordenamiento de la nómina magisterial y demás políticas públicas que buscan limpiar la educación, y que en el camino raspan a la CNTE.

Así que, como en recta final de misa, se están dando la paz. A ver qué pasa cuando se vaya el Papa.

SACIAMORBOS. En todos los estados de la agenda hay personajes con enormes riquezas. Intentan utilizarlas como boleto para, al menos, lograr la foto con el visitante.