viernes, 5 de febrero de 2016

febrero 05, 2016
DURHAM, New Hampshire, 5 de febrero.- En una esquina, Hillary Clinton. Collar y pendientes de perlas, vestido de chaqueta azul y el pelo impecablemente peinado. En el otro lado, Bernie Sanders, con un traje que le queda mal, más peinado que en otras ocasiones, un bloc de notas y un bolígrafo a mano, porque todavía hay gente que los usa para escribir.

Anoche fue el primer debate cara a cara entre los dos candidatos y Hillary salió mordiendo. Bernie ya no es el abuelete simpático que supone una tierna anécdota en la carrera presidencial. Sanders se ha convertido en un rival formidable que ha recortado 30 puntos de distancia en ocho meses y que consiguió tantos votos que en algunos colegios en Iowa se tuvo que decidir la elección tirando al aire una moneda.

Así que Hillary arrancó con una tensión y una energía propia de un debate presidencial, intentando incluir en cada respuesta un ataque a Sanders. Una por aquí, otra por allá.

Los demócratas Hillary Clinton y Bernie Sanders protagonizan su debate más tenso. Clinton se ha reivindicado como la candidata "más fuerte" de cara a la elección general, frente a las pocas opciones que le presupone a su rival, el senador Bernie Sanders. Bernie Sanders y Hillary Clinton durante el debate. (JUSTIN SULLIVANGTY_AR_PSN)

Sanders, implacable contra la corrupción

Sanders por su parte, no decía nada nuevo. Su discurso no varía. Es un martillo que machaca sin pausa, hasta que inscribe su mensaje en la piedra que es la mente de los electores: El sistema electoral está corrupto. Wall Street controla Washington. Salud gratuita para todos. Así una vez y otra y otra.

Pero este debate no iba a ser como los demás. Ahora hay mucho en juego. El martes se vota en New Hampshire y el 1 de marzo es el Super Martes, día en el que se celebran primarias demócratas en 23 estados. La campaña de verdad ha empezado para Sanders.

Cuando habló de la corrupción del sistema electoral, no se abstuvo de señalar que él es el único candidato que no tiene un Super PAC. "Mi campaña ha recibido el apoyo de más de tres millones y medio de particulares". Después recordó a los que le escuchaban que Hillary es la candidata del establishment, mientras que él hace una campaña de la gente para la gente.

Dicen los admiradores de Hillary que siempre ofrece lo mejor de sí misma cuando está bajo presión. Ayer por la noche lo estuvo. Entre las preguntas de los moderadores y las menciones de Sanders a su relación con Wall Street, Hillary optó por mostrarse indignada. Como con los políticos es imposible saber cuando son sinceros y cuando están fingiendo, en un gesto poco habitual se giró hacia a Sanders y le dijo que se había cansado de las insinuaciones. "Enough is enough" lo que viene a ser un basta ya. "Si tiene algo que decir, dígalo".

Sanders miró a la cámara y repasó, una vez más, porque no se cansa de hacerlo, la influencia de la industria farmaceútica -"pagamos los precios más altos por medicinas del mundo"- la de las instituciones financieras, "llegan a acuerdos con el gobierno para pagar billones de dólares en multas y sin embargo ni un solo ejecutivo ha ido a la cárcel", y la de las corporaciones petrolíferas- "ningún republicano se atreve a discutir sobre calentamiento global" - en la política de un país que desde su punto de vista sufre de una larga lista de problemas igual o más serios.

Clinton no es lo suficientemente dura con Wall Street

Esta fue la peor parte del debate para Hillary. Pero también era de esperar. La percepción entre la mayoría de los votantes demócratas es que no será lo suficientemente dura con Wall Street. No será porque no lo intentó. Cuando llegó el turno de hablar sobre las medidas que cualquiera de ellos estaría dispuesto a tomar para proteger la economía del país, Hillary intentó mostrarse más radical aún que Sanders. Por cada propuesta de este, ella añadía; "No es suficiente, yo propongo hacer aún más".

En un intento final, y a lo mejor desesperado, de librarse del sanbenito de su proximidad con Wall Street, Hillary alegó en su defensa que ahora hay campañas en su contra financiadas por las entidades financieras para que Sanders sea el candidato.

Pero tratándose de un debate entre los demócratas, el tema de Wall Street no se iba a dar por terminado. Las preguntas volvieron en la misma dirección y Sanders hizo la afirmación más rotunda en esta campaña. "Wall Street es la mayor fuerza política de este país". Después trajo a colación a dos personas, una muerta hace ya unos cuantos años; Theodore Roosevelt. "Si Roosevelt viviera, diría: 'break them up'" . Es decir, fraccionar las instituciones financieras en otras más pequeñas que no amenacen la economía. Después citó a otra persona, una que vive y colea, que apoya su plan y por la que todos los demócratas suspiran y aún confían en que forme parte del ticket con Sanders; Elizabeth Warren.

Coincidencias en política exterior

La pausa para los anuncios trajo un respiro a Hillary que, durante el siguiente segmento, se mostró más cómoda hablando de política exterior, un tema en el que había poco que debatir porque ambos están prácticamente de acuerdo. Clinton insinuó que Sanders sería partidario de normalizar las relaciones con Irán y este lo negó, para recordar poco después, por si no lo hubiera hecho ya suficientes veces, que él votó en contra de la invasión de Iraq, mientras que Hillary la apoyó.

Los moderadores pasaron después a preguntarle a Hillary por las conferencias que dio en Goldmand Sachs, y si estaría dispuesta a que se publicaran las transcripciones de esos discursos. "Tendría que mirarlo", dijo. Y ya que estamos con eso, pasemos al tema de los correos electrónicos. Clinton se mostró de nuevo indignada, y esta vez parecía genuino el enfado al afirmar que los republicanos no tienen nada que reprocharle en ese tema y que están convirtiendo retroactivamente en clasificado material que no lo era solamente para incriminarla.

Si Sanders es un problema para su campaña, el asunto de los e-mails es el otro. Si sale nominada, los republicanos van a hacer de este asunto el principal obstáculo para que alcance la Casa Blanca. Y es un arma muy peligrosa. Ella lo sabe. Los republicanos lo saben. Sus seguidores se lo temen.

Como ya sucediera anteriormente, los moderadores invitaron a Sanders a opinar sobre el asunto. Vamos, aprovecha que nosotros te la sujetamos. Y Sanders, como hiciera en el primer debate, declinó.

¿Quién es el mejor de los dos?

Después de dos horas de debate, en el que se habló de temas domésticos como el cuidado a los veteranos o la contaminación del agua de Flint, llegó el momento de los candidatos de responder a la pregunta: ¿Quién es el mejor candidato de los dos?.

Hillary dijo que ella. Sanders ofreció una opinión más estratégica. "Si la gente sale a votar de manera masiva, los demócratas suelen ganar las elecciones" dijo. "Nuestra campaña ha demostrado que puede crear esa participación".

Finalmente, y como solamente hay dos, los moderadores preguntaron a los candidatos si tenían pensado a quién iban a pedir que les acompañara en la candidatura. Hillary respondió que no había que adelantarse a la realidad, pero que si conseguía la nominación, la primera persona a la que llamaría sería a Sanders. Si esa afirmación era una insinuación, ofrecimiento o algo distinto queda en el aire, aunque a la misma pregunta, Sanders respondió que él tampoco quería adelantarse y evitó sugerir que haría lo mismo que Clinton.

Mientras los periodistas de la televisión estadounidense se preguntan unos a otros "¿quién ganó?", es probable que, en términos de audiencia, el ganador haya sido Bernie Madoff. Y es que los demócratas no han acertado con las fechas. Ayer, el día que Hillary y Sanders participaban en un Town Hall Meeting, el canal Fox estrenaba una serie sobre OJ Simpsons que batía récords de audiencia. A la misma hora del debate el canal ABC estrenaba una serie sobre el caso Madoff. Y es que la oferta televisiva es tentadora y al fin y al cabo estamos en febrero y nos quedan elecciones hasta noviembre.