martes, 26 de enero de 2016

enero 26, 2016
MADRID, España, 26 de enero.- Titula El País: "Roma cubre sus estatuas desnudas para no perturbar a la delegación iraní".

Ni vino en la mesa ni estatuas desnudas. El Gobierno de Italia ha hecho todo lo posible por que nada turbase la visita a Roma del presidente iraní, Hasan Rohani, y de su multitudinario séquito —seis ministros y un centenar de empresarios rodeados de un imponente despliegue de seguridad—, sobre todo teniendo en cuenta los 17,000 millones de euros en contratos que firmaron el lunes por la noche. La cita principal de este martes fue, en cambio, más espiritual. El mandatario iraní visitó en el Vaticano al papa Francisco, con quien —según el comunicado oficial— conversó durante 40 minutos de la lucha contra el terrorismo y el tráfico de armas. Tras el protocolario intercambio de regalos, Rohani pidió a Jorge Mario Bergoglio que rezara por él.

París bien vale una misa. Enlace a galería del Corriere della Sera con las estatuas cubiertas.

Pero el dato polémico de la visita se produjo el lunes por la tarde, cuando los asistentes al encuentro de Rohani con el primer ministro italiano, Matteo Renzi, se percataron de que muchas de las esculturas de los Museos Capitolinos habían sido escondidas tras cajones de madera blanca para evitar que los desnudos molestaran a la delegación iraní.

Ni el Ayuntamiento de la ciudad ni la jefatura del Gobierno quiso desvelar de quién partió la iniciativa, pero, según sostiene el diario Il Messaggero, fue la propia delegación iraní la que, días antes de la llegada del presidente Rohani, pidió que se cubriesen las Venus desnudas y otras estatuas “por respeto a su cultura”. De ahí que, durante la firma de los acuerdos comerciales entre empresarios iraníes e italianos, una de las joyas arquitectónicas más imponentes de Roma —la plaza del Campidoglio fue remodelada según un diseño de Miguel Ángel— terminara convertida en un vulgar almacén.

Vino y derechos humanos

Ya había trascendido que ni en la recepción ofrecida por el presidente de la República, Sergio Mattarella, ni en la cena oficial con Matteo Renzi se sirvió vino ni ninguna bebida alcohólica. Aunque algunos políticos de la Liga Norte protestaron este martes alegando que eso de cubrir las estatuas es “cosa de locos”, no parece que el Gobierno italiano estuviese dispuesto a poner en peligro la firma de unos acuerdos que ayudarán a remendar la maltrecha economía italiana. De hecho, tampoco se tocó ni de pasada el espinoso asunto de los derechos humanos ni de la abolición de la pena de muerte, más allá de una desangelada —y muy bien vigilada— concentración de protesta frente al Panteón.

La visita de Rohani a Italia —la primera a Europa de un presidente iraní en 16 años— se cerrará al miércoles por la mañana con una visita al Coliseo, donde no hay peligro de toparse con ningún Marco Aurelio montado a caballo ni ninguna Venus desnuda. Después, viaja a París.