lunes, 25 de enero de 2016

enero 25, 2016
VATICANO, 25 de enero.- México no es un país para sacerdotes ni para agentes pastorales, si es cierto (como explican los datos del informe del Centro católico multimedia, Ccm, del gran país latinoamericano) que de 1990 a 2015 han perdido la vida 50 personas relacionadas de alguna manera con la vida de la Iglesia. Han perdido la vida 38 sacerdotes, un cardenal, un diácono, cuatro religiosos, cinco sacristanes y una periodista católica. Según lo que explica la investigación sobre la situación de muerte y agresión que ha afectado a exponentes de la Iglesia católica en diferentes regiones del país, el 44% de estos homicidios se verificó también con secuestros y torturas, el 35% de los casos fueron ataques contra parroquias, el 15% se verificó en la calle y para el 6% de ellos se desconocen las dinámicas. El papel del crimen organizado en muchos de estos trágicos casos es determinante, en otras ocasiones tuvieron que ver simplemente criminales comunes.

Una guerra que continúa

adres Israel Garrido, Francisco Javier Gutiérrez Ríos y Erasto Pliego de Jesús.

No se puede olvidar el enorme peso que han tenido los cárteles de la droga en la historia reciente de México, con sus métodos de violencia y represión sangrienta en contra de las voces críticas y de todos los que se baten de la parte de los más pobres e indefensos. Por otra parte, también hay que considerar que de 2007 a 2012, los años de la llamada «guerra contra el narco» combatida por el gobierno del país, ha habido, solamente relacionados con este fenómeno, más de 80 mil víctimas, muchas de los cuales perecieron durante los enfrentamientos entre los diferentes grupos criminales. Muchos civiles fueron asesinados para aterrorizar a la población. La cadena de muerte continúa en la actualidad, aunque en medida un poco más contenida, pero con la misma crueldad, así como el conflicto para tratar de contener el fenómeno.

En 2015 fueron asesinados 3 sacerdotes en México: eran el padre Israel Garrido, párroco de la iglesia de San Benito en el Estado de México; al padre Garrido le dispararon en la calle. También fallecieron el padre Francisco Javier Gutiérrez Díaz y don Erasto Pliego de Jesús; ambos fueron secuestrados en las parroquias de las que eran párrocos y pocos días después fueron asesinados. El primero pertenecía a la arquidiócesis de Morelia, en el estado de Michoacán; el segundo era el párroco de Cuyoaco, de la arquidiócesis de Puebla. Otros dos sacerdotes fueron secuestrados y no se sabe nada todavía sobre ellos, por lo que se teme lo peor.

América Latina, la región más peligrosa

Pero los datos mexicanos no son un hecho aislado y debe ser considerado en el marco regional de América Latina. Según la agencia de prensa Fides, de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, en 2015 fueron asesinados en todo el mundo 22 agentes pastorales, la mayor parte en América: un récord negativo que se confirma por séptimo año consecutivo.

Y faltaba en la lista de la Fides uno de los sacerdotes mexicanos, el padre Garrido, que falleció en el hospital a finales de diciembre después de haber sido herido durante una balacera a principios de noviembre. En total, pues, fueron asesinados en América durante el año pasado 8 sacerdotes y una religiosa. Desde el punto de vista estadístico, México es el país más peligroso para los sacerdotes (sobre todo durante la última década, debido a la violencia interna del país); México a menudo es superado en las listas de las víctimas de cada año por Colombia, otra gran nación latinoamericana en la que el precio de sangre que ha pagado la Iglesia a la delincuencia común o a los diferentes grupos armados (desde los narcos hasta las guerrillas paramilitares) es particularmente elevado. Como se puede observar, en donde se extiende el tráfico de drogas, armas y personas, donde se extiende el crimen organizado en sus diferentes formas, la vida de los sacerdotes, de las religiosas, de los laicos creyentes y comprometidos corre mayores riesgos. La pobreza y la delincuencia común también son otras causas importantes de los asesinatos de exponentes de la Iglesia.

Una historia de mártires, desde Guatemala hasta Perú, pasando por El Salvador

Las condiciones de vida para los sacerdotes y agentes pastorales en México se han vuelto extremadamente difíciles, sobre todo para los que viven en contacto directo con la población y con sus problemas cotidianos. El panorama de conjunto está caracterizado por el vínculo entre los fenómenos criminales modernos y las consecuencias que tienen en la libertad religiosa, por el odio que llega hasta la muerte (pero también hay muchísimas agresiones y algunos casos de desapariciones) en contra de sacerdotes o laicos comprometidos o simplemente dedicados a su misión. En este contexto tuvo lugar la beatificación que impulsó el Papa de monseñor Óscar Arnulfo Romero, mártir en El Salvador que fue asesinado a principios de los años 80, en muy otro contexto, marcado por el enfrentamiento político, militar y social; sin embargo, su beatificación demuestra la fuerte atención de la Santa Sede por el tributo de sangre que han debido pagar las iglesias latinoamericanas.

Y también en esta óptica hay que tomar en cuenta la apertura de la causa de beatificación del obispo argentino Enrique Angelelli, asesinado durante los años de la dictadura militar, y la beatificación de los tres religiosos asesinados en Perú por los guerrilleros de Sendero Luminoso: los dos frailes menores conventuales polacos Miguel Tomaszek y Zbigniew Strzałkowski, y el sacerdote italiano Alessandro Dordi. La de los mártires cristianos latinoamericanos es una historia trágica, compuesta por muchas pequeñas historias y que involucra a todos los que han pagado con la vida la defensa de la Amazonia (frente a especulaciones y la salvaje deforestación), a todos los que han luchado por la paz en Colombia o, como el obispo de Guatemala Juan Gerardi, a todos los que han trabajado por la reconciliación y la verdad después de décadas de masacres. (Francesco Peloso / vatican insider / lastampa.it)