domingo, 24 de enero de 2016

enero 24, 2016
Las plantas carnívoras, como la venus atrapamoscas (Dionaea muscipula), dependen de un suministro constante de insectos para sobrevivir en suelos pobres de nutrientes. Desde hace tiempo se conoce el mecanismo por el cual atrapan a sus víctimas en el interior de sus fauces: un simple resorte mecánico activa la trampa que se cierra sobre el insecto. Ahora, un equipo de investigadores ha decidido mirar más de cerca cómo deciden las plantas mantener su trampa cerrada y activar la secreción de ácidos y enzimas que digieren al insecto. Y la respuesta más corta es: saben contar.

Rainer Hedrich, de la Universidad Würzburg (Alemania), y su equipo –que están secuenciando su genoma para entender mejor su sistema sensorial– hicieron pensar a la planta carnívora que se le posaban insectos, y en su lugar se la sometió a estímulos mecanoeléctricos. Un roce en sus pelos sensitivos es suficiente para generar una respuesta y activar la trampa, pero no atrapa enseguida a su presa. En los siguientes contactos, la venus produce una hormona de contacto y en la superficie de la trampa se generan enzimas digestivas para absorber nutrientes, “una espiral mortal de captura y desintegración”, según Hedrich.  (Olycom)

"La planta carnívora Dionaea muscipula, también conocida como venus atrapamoscas, puede contar la frecuencia con que ha sido tocada por un insecto que visita sus órganos de captura y así atrapar y consumir a su presa", asegura Rainer Hedrich, de la Universidad de Wurzburgo, en Alemania. Para saber cómo registra la planta estos contactos, el equipo de investigadores registró su respuesta mientras aplicaban estímulos mecánico-eléctricos en sus trampas. El estudio, publicado en la revista Current Biology, indica que un solo toque en uno de los pelos produce una primera respuesta, una especie de "preparados para saltar" que evita las falsas alarmas. Solo tras el segundo toque se activa la trampa y las "fauces" de la planta se cierran sobre su presa.

Pero aquí no acaba todo. A medida que la víctima intenta escapar, sigue tocando pelos y mecanismos sensitivos que activan una cascada de señales. A partir del quinto toque, las glándulas de la venus atrapamoscas comienzan a producir enzimas digestivas y transportadoras para adquirir los nutrientes. Se pone en marcha lo que Hedrich califica como "espiral mortal de captura y desintegración" que termina en una nutritiva comida para la planta.

"El número de acciones potenciales informa [a la planta] del tamaño y contenido de la presa que se revuelve", explica el científico. "Esto permite a la venus atrapamoscas equilibrar el coste y el beneficio de la caza". Curiosamente, la planta presenta una mayor actividad de los transportadores que le permiten obtener sodio, aunque los científicos desconocen el motivo exacto. Hedrich y su equipo trabajan ahora en la secuenciación del genoma de la planta para obtener más pistas sobre los mecanismos químicos que activan el sistema sensorial de la planta devoradora de insectos. (vozpopuli.com / lagranepoca.com)