jueves, 28 de enero de 2016

enero 28, 2016
ROMA, Italia, 28 de enero.- "Quiero un informe escrito en la mañana." Cuando la ridiculez de las estatuas cubiertas de los Museos Capitolinos manifestó todo su poder mediático internacional, Matteo Renzi se ha disparado y parece, por la reacción, que algunas cabezas caerán de inmediato.

En el Palazzo Chigi dan la impresión de que ya han identificado al culpable. La investigación interna tiene, de hecho, un solo sospechoso y es mujer: se llama Ilva Sapora, es la jefa del ceremonial. A ella se dirigió el secretario general de la Presidencia, Paolo Aquilanti, para tener una descripción detallada de los "métodos de organización" de la visita del presidente de Irán, Hassan Rouhani, incluyendo el pasaje de los Museos Capitolinos, donde esculturas clásicas con partes del cuerpo desnudas fueron "empaquetadas" para ocultarlas a los ojos de los huéspedes. "Quiero una respuesta dentro de 24 horas", fue la orden de Renzi.

Dos de las estatuas en exposición normal y abajo, tapadas durante la visita de Rouhani. Hasta el momento no se ha difundido cuántas estatuas fueron ocultadas.

El informe de Ilva Sapora estará en la mesa de Aquilanti esta mañana. ¿La funcionaria meterá en el juego incluso al primer ministro o a algún colaborador? ¿Sabían que era una orden para el ceremonial a fin de no perturbar la fe del líder de Teherán? Por la tarde se sabrá la "sentencia" de Aquilanti o del primer ministro.

¿Cómo se defenderá la jefa de ceremonias? Ayer Sapora no contestó al teléfono. Con mucha cortesía, un asesor repitió sus palabras: "Prefiero guardar silencio por sensibilidad institucional y respeto a mi ética de trabajo." ¿Significa que no tiene nada que reprocharse a sí mismo? ¿Le pasará la bolita a otro funcionario? Dario Franceschini ha descartado su participación e incluso ha declarado la inocencia de Renzi. "No sabíamos nada". Pero algo empieza a filtrarse, una reconstrucción, si el Ministro de Cultura explicó las peticiones de los delegados de Rouhani: "El presidente iraní no tenía problemas en pasar por los corredores con estatuas desnudas, pero temía que una fotografía lo "inmortalizara" junto a las estatuas. Por eso pidió la cobertura". (Goffredo De Marchis / Repubblica)