ALBANY, Bahamas, 2 de diciembre.- Tiger Woods asegura que la última vez que golpeó una bola de golf fue hace dos meses. Concretamente, un chip a zurdas en el jardín de su casa. No juega un torneo desde agosto y, de momento, es incapaz de adelantar una posible fecha de regreso. "I think everything beyond this, will be gravy", dijo.
El jugador californiano, número 400 del ranking mundial esta semana y bajando, anda preocupado y frustrado con la recuperación de su lesión en la espalda. Le pilló por sorpresa. “No me lo esperaba. Acudí al médico pensando que era un problema en la cadera y me dijeron que no, que era la espalda y que el problema estaba localizado en el mismo punto que la primera vez”, explica.
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Woods ha atendido este martes a los medios de comunicación durante la presentación del Hero World Challenge, su torneo que arrancará este jueves. Ha aprovechado la ocasión para sincerarse y transmitir su preocupación. “Más allá de lo que pase, estoy muy feliz con la carrera que he tenido. Aún no he empezado la recuperación y no sé cuándo podré volver. De momento, lo único que hago ahora mismo es andar, andar y andar. Vivo con la esperanza de que las cosas mejoren, pero realmente en este instante no veo la luz al final del túnel”, señaló.
Tiger volvió a recurrir a sus hijos para explicar la auténtica dimensión de sus problemas. “No puedo jugar al fútbol con mis hijos y hasta que eso no suceda, ni me planteo volver a jugar al golf. De momento, paso una gran parte del tiempo jugando a la consola, donde, por cierto, cada vez lo hago mejor”, afirmó. Woods asegura que la tercera cirugía en la espalda le ha llegado en el peor momento. “Creo que el mejor torneo de la temporada fue el Wyndham”, exactamente el último que jugó, donde acabó décimo. En cuanto a su elección como vicecapitán de la Ryder Cup, Tiger asegura que intentará “aportar mi experiencia y que sirva de ayuda al equipo”. (elconfidencial.com / Washington Post)
