domingo, 20 de diciembre de 2015

diciembre 20, 2015
PEREIRA / BOGOTÁ / MADRID, 20 de diciembre.- "Héctor Albeidis Arboleda Buitrago es un criminal y tiene que pagar por lo que nos hizo a todas. Si hubiese sido otra persona, no admite hacer eso y menos por dinero". Jeny (los nombres de las víctimas han sido cambiados) no le perdona. Cada mañana, al despertarse, piensa en las cuatro criaturas que no le permitieron alumbrar. Y la persona que siempre creyó que era médico fue quien le dio la estocada final. "A veces me encierro sola a llorar. Ya serían hombres y mujeres hechos y derechos", dice clavando los ojos en el suelo de su minúscula casa.

Marlen también imagina cómo sería su hija. "Tendría 14 años. Había escogido para ella el nombre de Andrea", murmura con tristeza. Gracias a un cúmulo de casualidades, logró alcanzar el séptimo mes de embarazo en el campamento. Imposible que le obligaran a deshacerse de ella, se decía. Con el paso de los días se convenció de que permitirían que fuera al pueblo a dar a luz y luego podría dejar a la niña en manos de su familia.

Conocía perfectamente el reglamento de la guerrilla frente a los embarazos. Lo advirtió un comandante de manera enfática al poco de ingresar: "Acá se tienen que cuidar porque las que quedan en embarazo se ajustician o se mandan a abortar". Pero creía que esta vez harían una excepción.  "Se va hoy al pueblo", ordenó el comandante un día cualquiera. "Le van a hacer el aborto", agregó de sopetón. Marlen sintió que le desgarraban el alma. Estaba aferrada a su niña, sentía sus pataditas, las manos arañándole el vientre, imaginaba lo que harían juntas. Se rehízo como pudo e intentó protestar. 

Guerrilleras de las FARC posan junto a una niña en un lugar sin identificar de la selva sur de Colombia. En el recuadro, Héctor Albeidis Arboleda Buitrago.(Reuters)

"Es una orden y la acata o se atiene a las consecuencias", atajó su superior. No merecía la pena suplicar. No había vuelta atrás. "Me llevaron para una casa de campesinos y ahí estaba El médico. Al verme, le dijo al guerrillero que venía conmigo: "Ese bebé está muy grande, corre el riesgo de que también se muera ella"".

"Usted puede y tiene que hacerlo porque para eso lo trajimos", respondió el guerrillero. Héctor recibía entre 400.000 y 800.000 pesos (130 y 260 euros) por cada aborto. El médico reconsideró su posición y se puso manos a la obra.

"Al bebé de la compañera, que estaba de cuatro meses, lo echaron al sanitario y la tubería daba a donde toman agua los animales. Las gallinas corrieron a cogerlo con el pico y los marranos iban tras ellas para quitarles los trocitos del bebé. Mi compañera lo vio todo; es duro, muy duro. Quedó traumatizada".

A Edilma le arrebataron a su hijo en una pequeña habitación del hotel de Santa Cecilia. Una partida de guerrilleros la escoltó hasta la población del departamento de Risaralda, en el noroeste del país, para evitar cualquier intento de fuga. Saludó el médico, que la condujo al cuarto donde había instalado una camilla. "Me hizo quitar los pantalones del uniforme y me dijo que levantara las piernas y las separara. Me metió los dedos en la vagina hasta el fondo, me lastimó y me dijo que sí estaba embarazada. Entonces me dio a tomar Cytotec y me metió en la vagina como una pinza que me dolió mucho. Yo sentía que me sacaba pedazos de algo". Prefirió no mirar, se tragó su desazón.

Héctor Albeidis Arboleda Buitrago nació en Pereira el 11 de noviembre de 1975. Aunque se presentaba como médico, carecía de título alguno. En 1995 se matriculó en un curso de Auxiliar de Enfermería en su ciudad natal que no aprobó.

Para tres poderosas organizaciones terroristas era el "jefe de los abortos" y también atendía heridos en los asaltos guerrilleros a Bases del Ejército y dictaba clases de enfermería. En ellas, para enseñar anatomía, utilizaba los cadáveres de guerrilleras que habían sido fusiladas por cometer algún acto de indisciplina o por intentar fugarse estando preñadas, para ser madres.

Trabajó para el ELN, las FARC y el ERG, una escisión del primer grupo. No pertenecía a ninguna de ellas.

En 2003 le detuvieron por rebelión, un delito perseguido en Colombia y que recibe una condena leve. Salió al año de prisión y después viajó a Madrid, donde se casó con un ciudadano español en lo que pudo ser un matrimonio por conveniencia para obtener la nacionalidad.

En la actualidad reside en el barrio de San Blas con su madre y un compañero sentimental. Padece una grave enfermedad renal y debe acudir a diálisis.

Un buen hombre que siempre está con su madre: Vecinos

Nadie sabía que era el enfermero al que acusan de entre 150 y 500 abortos forzados. "Es un buen hombre que siempre está con su madre", dice uno.

"Se comenta que está en tratamiento de diálisis y está muy malo". "Nunca creímos que pudiera hacer algo así", comenta otro.

Víctima: Vi que me salió el bebé. Era del tamaño de mi mano, estaba bien formado, se le veían los deditos, los piecitos, la piel era como transparente. Le palpitaba el corazón, yo lo sentí como un minuto, cuando ese médico sin piedad me dijo: "Hay que echar eso a la basura".

Héctor, alias El médico, El enfermero, El mono (rubio, en Colombia), realizaba los abortos sin contemplaciones, en condiciones precarias. Una de las guerrilleras recuerda que lo hacía incluso en campamentos selváticos "sin ningún tipo de higiene, muy traumáticos".

Y cuando las llevaba al Hotel La Terraza de Santa Cecilia, uno de sus lugares favoritos para los abortos, mandaba enseguida de vuelta a la paciente al campamento, aunque sufriera hemorragias y dolores insoportables. En más de una ocasión se le quedaron partes del feto dentro.

Era política de FARC, ELN y ERG prohibir a sus guerrilleras alumbrar hijos y forzarlas a abortar, por ser un estorbo para la guerra.

La Fiscalía en Colombia sigue agregando testimonios a las decenas que ya ha recogido. Buitrago tendrá que responder por "tortura agravada, homicidio en persona protegida y actos de terrorismo y barbarie", entre otros delitos. La Audiencia Nacional decidirá si lo envía a Colombia, donde cometió sus atrocidades, o le deja disfrutar de su libertad.

Héctor fue detenido en España la semana pasada. Tenía circular roja de la Interpol por los delitos de "tortura agravada, aborto sin consentimiento y concierto para delinquir".

La práctica del aborto forzado, así como la violación del derecho a la libertad sexual de las guerrilleras, fue abordada el pasado abril en el informe "Violencia sexual como crimen internacional perpetrado por las FARC", elaborado por expertos de la Universidad Sergio Arboleda tras dos años de investigación.

En aquel documento, investigadores señalaron que son los guerrilleros quienes facilitan anticonceptivos a sus compañeras de armas, y si quedan embarazadas son obligadas a abortar, en la mayoría de los casos en lo profundo de la selva, con el consiguiente riesgo para la salud.

Si deciden tener al hijo pueden ser juzgadas, con posibilidad de sentencia de muerte, algo que solo esquivan las novias o esposas de los comandantes, que pueden tener hijos o una mejor alimentación, entre otras cosas, lo que genera "estratificación" dentro del grupo armado, según el estudio.

Arboleda viajó a España en el 2013 para pedir asilo político. Tiene un título de médico de la Universidad Interamericana de Salud de La Habana, Cuba, y en la citada banda terrorista era conocido por el alias de "El enfermero".

La Fiscalía ha logrado reunir pruebas suficientes para concluir que fueron al menos medio millar de abortos, casi todos forzados, los que cometió Arboleda. Unos cincuenta fueron a niñas indígenas de la comunidad zabaleta del Chocó, al oeste de Colombia.

A alias "El enfermero" no solo le recuerdan por ese tipo de crímenes. También por otros hechos macabros. Según testimonios de ex guerrilleros, le gustaba impartir clases de anatomía con cuerpos descuartizados de las guerrilleras que habían sido fusiladas.

El juez de la Audiencia Nacional de España, Eloy Velasco, ha dejado en libertad con comparecencias semanales a Héctor, conocido como el 'Mengele' de las FARC. Estas medidas estarán en vigor mientras se tramita su extradición a Colombia, país que dispone de 40 días para presentar la documentación que considere necesaria para la solicitud de entrega.

El magistrado ha tenido en cuenta varias circunstancias para no decretar el ingreso en prisión del reclamado por presuntamente practicar más de un centenar de abortos forzados a guerrilleras de las FARC. Fuentes jurídicas señalaron que los hechos que se le atribuyen podrían estar prescritos, el detenido padece una enfermedad degenerativa y tiene arraigo en España, ya que incluso cuenta con la doble nacionalidad.

Crímenes de lesa humanidad

Arboleda Buitrago deberá responder por crímenes de lesa humanidad. Las autoridades colombianas sospechan que el ahora detenido se desplazó a España huyendo de la presión policial. En los documentos consultados por la Fiscalía de Colombia aparece como médico de la Universidad Interamericana de Salud de La Habana (Cuba), pero se trataría del "enfermero" de las FARC.

Su comparación con Mengele obedece a que, al igual que el médico nazi, no dejaba en paz ni a los cadáveres. Los cuerpos de los fusilados por las FARC eran troceados por este enfermero para dar clases de anatomía. Muchas de esas fusiladas eran mujeres esclavas que se negaban a que se les practicara el aborto. (Salud Hernández-Mora / El Mundo / EFE)